CRÍTICA DE CINE

Un tráiler largo

Fer D. Padilla

Santa Cruz de Tenerife —

- Título: Liga de la Justicia (2017)

- Dirección: Zack Snyder

- Guión: Chris Terrio, Joss Whedon (basado en una historia de Zack Snyder y Chris Terrio)

- Reparto: Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher

Con una sinopsis fantasiosa tan poco suculenta e innovadora, muchos se pueden preparar para la opinión que le podría suceder. Sin embargo, la historia de esta cinta es el menor de sus males. Primero, porque estamos hablando de un largometraje perteneciente al nada inexplorado durante la última década subgénero superheroico -nótese la ironía-, y segundo, porque su motivación es principalmente entretener, librarnos de cualquier juicio elaborado.

Por lo tanto, no debemos esperar una épica historia llena de aristas y reflexiones, aunque en la clase de cine al que pertenece se puedan encontrar joyas que sirvan de excepción, obviamente. Por supuesto, la misión de entretener la cumple con creces. Tratamos en esta ocasión una producción que cuenta con algunos de los más importantes iconos de cómic. Algo que al seguidor medio -ya no digamos a los fanáticos de dichas figuras- llama y mucho.

Por el contrario, la Liga de la Justicia se queda a medio camino. Quién sabe si los problemas personales sucedidos a su director podrían tener algo que ver. La película necesitó ser culminada a manos de Joss Whedon (Los Vengadores, Buffy Cazavampiros, Firefly). Sorprendente que su nombre no figure como codirector en los créditos.

Lo cierto es que el resultado es, en forma, una suerte de catálogo de todas las posibles películas paralelas que se extraerán, como Aquaman (James Wan, 2018), y una lógica exposición de personajes como el nuevo Flash o Cyborg. Mientras tanto, su contenido no deja de resultarnos incoherente en gran sentido: una de las figuras de esta liga se erige como solución mientras el resto podría verse limitado a ayudar a que la trama avance y tenga algo con lo que rellenar.

Los personajes a destacar son bastante pocos y a pobre nivel. No es una película en la que interesantísimos actores como Ezra Miller (Tenemos que hablar de Kevin, Las ventajas de ser un marginado) puedan explotar sus capacidades interpretativas, claro. Más bien sirve para que nos caigan bien o mal, según encajemos el humor facilón que este tipo de cine destila.

Por último, el factor más indiscutible: un montaje abocado al fracaso que, comenzando con una introducción muy del estilo Snyder, el cual rememora a aquel impresionante principio de Watchmen (2009), desemboca en una sucesión de escenas más propias de formatos como el spot televisivo.

Esta película se acerca mucho más a Batman v Superman (también dirigida por Snyder en 2016) y Escuadrón Suicida (David Ayer, del mismo año) que a Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017), aunque permanezcan ciertos retazos. Cinta esta última que representa lo mejor que ha parido ese universo cinematográfico desde El hombre de acero (Zack Snyder, 2013). Menuda racha.