La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife acogió este martes la primera sesión de un juicio en el que la Fiscalía y la acusación particular atribuyen a un hombre haberse aprovechado de la demencia de una mujer para quedarse con 135.000 euros de una cuenta compartida.
Para ello utilizó un poder, puesto que los fondos estaban a nombre de los dos, y cuando los familiares de la mujer le pidieron explicaciones les facilitó una hoja firmada por ella, poco antes de fallecer, que según él era una donación.
La Fiscalía solicita la devolución de este dinero, tres años y medio de prisión y una multa de casi 2.000 euros.
Los médicos que intervinieron ratificaron que la mujer tenía antecedentes de trastornos mentales que en su caso se agudizaron poco antes de morir, a finales de 2017, momento en el que se llevó a cabo la operación.
Un cardiólogo que la conocía desde hacía veinte años también declaró que, cuando fue ingresada, por su estado de salud no estaba en condiciones de tomar este tipo de decisiones y de hecho había que sedarla porque estaba continuamente intentado escapar del hospital.
Pese a que desde hacía tiempo arrastraba estos problemas, la muerte de su hermana los agudizó aún más y obligaron a que fuera ingresada coincidiendo con las fechas en las que supuestamente se autorizó el trasvase de dinero.
Una trabajadora de la entidad bancaria con la que la fallecida mantenía una confianza absoluta dijo que siempre acudía acompañada o de su sobrino o del acusado, pero no recuerda una transferencia de 135.000 euros.
Ratificó que compartían cuentas y por lo tanto el hombre podía disponer libremente del dinero de la anciana, tanto por el poder como por estar los fondos a nombre de ambos y por la supuesta donación.
El sobrino dijo que se enteraron de la desaparición del dinero una vez que había fallecido y por lo tanto la heredera era una hermana que también padecía problemas mentales.
Cuando los familiares intentaron acceder el testamento percibieron que no había dinero aunque ya sospechaban porque una vez vieron unos extractos bancarios con una transferencia de 80.000 euros y otra de 15.000.
Entonces el acusado les hizo llegar un papel, supuestamente con la firma de la mujer, que según él era una donación que le había hecho para que dispusiera en exclusiva de todos estos fondos.
Aunque los familiares le preguntaban por estos asuntos ella nunca decía nada y se mostraba muy hermética con su economía, que vigilaba cada día llamando al banco.
El acusado conocía desde hacía mucho tiempo a la mujer ya que fue empleada de su madre en una tienda, por lo que ambos mantuvieron una buena relación y una confianza absoluta de manera que la acompañaba al banco, tenían una cuenta conjunta y un poder con amplias capacidades.
A finales de 2017 fue ingresada de forma sucesiva en un hospital, un centro geriátrico y volvió al hospital dado el empeoramiento de su salud.
Habría sido en ese período cuando el acusado realizó determinadas operaciones en la cuenta en la que era cotitular con la acusada.