El padre del sargento Jhonander: “Un general hizo firmar a mi hijo que no había visto ni oído nada”
El 20 de marzo de 2014, a las 12:00 del mediodía, el sargento Jhonander Ojeda Alemán llegó a la Base Aérea de Gando, en Gran Canaria, como único superviviente del siniestro que 15 horas antes había estrellado y hundido en el océano Atlántico un helicóptero del SAR, arrastrando en su interior hacia la muerte a cuatro militares. Jhonander tenía el rostro lleno de cortes y heridas. Había salvado la vida al romper con la cabeza un ojo de buey de la aeronave siniestrada cuando se hundía en el mar, estaba exhausto tras pasar la noche en vela en el barco de la Armada que lo rescató y tenía el alma devastada por la desaparición de sus cuatro compañeros. Su padre, Francisco Ojeda, ha testificado ante un juez que apenas una hora después de su llegada a tierra, un general del Ejército del Aire hizo firmar al sargento Jhonander “un pacto de silencio”. El compromiso le obligaba a sostener “que no había visto ni oído nada” de lo sucedido en el helicóptero accidentado segundos antes de que este cayera en picado al mar tras escucharse un fuerte estruendo en la cabina. Jhonander murió apenas año y medio después en un segundo accidente de otro helicóptero del SAR que también se estrelló en el Atlántico, con un balance de tres víctimas mortales.
Francisco Ojeda, el padre de Jhonander, reveló la existencia de este pacto obligado de silencio el día 23 del pasado mes de enero, cuando fue citado como testigo ante el juez togado militar que instruye la causa de los dos siniestros del SAR en aguas de Canarias. Según esta declaración, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso esta web, Jhonander fue conminado por un general a firmar un documento por el cual se obligaba a no revelar ningún detalle de lo ocurrido antes del fatal accidente, que le costó la vida a tres pilotos y otro sargento mecánico. “El general”, explicó el padre al juez, “le había hecho firmar un documento que era como un pacto de silencio, (…) le había hecho firmar que no había visto ni oído nada y que cuando se dio cuenta se hallaba en el agua”. Quince días después, durante una reunión con el padre, el mismo general pidió a Francisco Ojeda que le recordara a su hijo la conveniencia de cumplir el acuerdo de silencio. Según el mismo testimonio, el general le ofreció ayuda para intentar insertar en el Ejército al hermano menor de Jhonander Ojeda e incluso le hizo llegar una carta de recomendación para que la esgrimiera en la Delegación del Ministerio de Defensa en Las Palmas.
Pero el destino reservaba una cruel paradoja para esta familia: el general al que Francisco Ojeda atribuye este pacto de silencio es Javier Salto Martínez-Avial, en aquel momento jefe del Mando Aéreo de Canarias (Macan). Quince meses después del accidente, Salto fue relevado en la jefatura del Macan y se convirtió en la mano derecha del entonces ministro Pedro Morenés como director del gabinete técnico del Ministerio de Defensa. Francisco Ojeda se reencontró con ambos en la Base Aérea de Gando en octubre de 2015, pero esta vez para llorar la desaparición de su propio hijo junto a otros dos militares tras caer al mar el helicóptero del SAR en que volvían de unas maniobras en Senegal.
El acta de la declaración ante el juez de Francisco Ojeda sobre el primer accidente recoge una descripción muy pormenorizada sobre lo sucedido en la Base Aérea de Gando el 20 de marzo de 2014. Según el testimonio del padre, su hijo fue recibido por él mismo y por su madre a los pies del helicóptero que lo había trasladado desde el buque de la Armada que lo recogió del mar, en el punto donde hacían maniobras nocturnas la noche anterior cuando la aeronave siniestrada se estrelló.