Al viaje lo bautizaron como la Ruta de la felicidad. Bután se hizo famoso hace algunas décadas por dos razones. La primera fue su drástico y pacífico de cambio de régimen político cuando el rey decidió renunciar a su poder absoluto y refundar el país como monarquía constitucional. Y la segunda fue la invención de una nueva magnitud económica para medir el grado de bienestar de sus poco más de 800.000 habitantes: la Felicidad Nacional Bruta. El país tiene el tamaño aproximado de Suiza y se encuentra encajonado entre dos gigantes: India y China. Con más del 70% de su superficie cubierta por bosques y con la Cordillera del Himalaya como escenario más espectacular, este bello país de profundos valles verdes y cumbres nevadas es ideal para combinar un viaje de naturaleza con visitas a viejas ciudades, pueblos y antiguos monasterios.
La inmensa mayoría de los naturales del lugar practican la rama Vajrayana del budismo (budismo tántrico). Una forma de entender la vida fundamentado en la auto aceptación y la búsqueda de la felicidad como meta de iluminación. Por eso son tan celosos de su cultura. La entrada de turistas extranjeros está muy acotada y controlada. No se puede viajar por cuenta propia para evitar que los efectos nocivos de la globalización. El objetivo es aprovechar la entrada de divisas que supone el turismo pero limitando el impacto de éste en la rica y fascinante cultura local. El país es una joya; y por eso hay que preparar bien la visita intentando programarlo todo con cuidado para no dejar nada atrás.
REQUISITOS DE ENTRADA : Para entrar en el ‘reino de la felicidad’ hay que lograr una visa especial y contratar los servicios turísticos con una antelación mínima de quince días a la fecha del viaje. El gobierno de este pequeño país asiático lo tiene muy claro. Quieren evitar que el turismo de masas invada el lugar, por lo que cada viajero debe cumplir unas estrictas normas. Las agencias autorizadas por el gobierno se encargan de todo: de los visados; los guías; las entradas a los lugares y museos; las comidas; el transporte dentro del país, el transfer al aeropuerto y los hoteles. Por eso es muy importante que escojas bien lo que quieres ver y lo que no, porque hacer cambios sobre la marcha es imposible. No se puede viajar a Bután por cuenta propia. Es una putada, pero también la mejor manera de preservar la identidad del país y asegurar que una buena parte del dinero que los turistas se queda en el país. Puedes contratar el viaje desde tu país en una agencia, pero serán intermediarios y te saldrá más caro. Las agencias oficiales autorizadas son fiables.
EL PRESUPUESTO DIARIO : Aquí está la cave de todo. El gobierno de Bután establece unos presupuestos mínimos diarios que varían según sea temporada alta o baja. Si viajas en marzo, abril, mayo, septiembre, octubre y noviembre –temporada alta- el presupuesto mínimo es de 250 dólares norteamericanos al día. Si viajas en cualquiera de los otros meses (enero, febrero, junio, julio o agosto –temporada baja-) el requerido mínimo diario es de 200 dólares por persona y día. Estas tarifas son las oficiales durante 2019. Un 37% de este importe se ingresa como impuesto mientras que el resto va para la agencia. Así que todo es cuestión de dinero. Las condiciones mínimas incluyen hotel equivalente a un tres estrellas y todos los servicios descritos anteriormente. A la hora de regatear, lo que puedes hacer es conseguir son mejores hoteles, mejores condiciones de viaje y mejores restaurantes. No es obligado dar propinas pero es costumbre dar una propina a los guías de dos o tres euros diarios y algo más a guías de senderismo.
¿CUÁNDO ES MEJOR VIAJAR? Empezaremos por cuando no: los monzones azotan el país durante los meses de junio, julio y agosto. Durante los meses de verano las lluvias pueden ser intensas y hay frecuentes crecidas de ríos y torrentes que dificultan las comunicaciones por carretera. Entre finales de noviembre y febrero el frío es intenso y las nevadas frecuentes. El país está a los pies del Himalaya y los contrastes de temperatura durante las diferentes estaciones del año son brutales. En los meses de febrero y marzo se celebran la mayor parte de los grandes festivales tradicionales. Los tsechu (festivales) suelen durar varios días y alternan ceremonias religiosas y actividades culturales tradicionales. Hay unos 30 festivales repartidos durante todo el año. Los más importantes son los de Paro (abril);Punakha (marzo); Timbu (octubre);Wangdue -ciudad de Wangduephodrang- (octubre) y Jambay Lhakhang Drup –en Bumthang- (noviembre). La mejor época para viajar es desde el final del monzón y principios de diciembre y durante la primavera, lio que coincide con la temporada alta.
LLEGAR A BUTAN : Sólo dos compañías vuelan hasta el Aeropuerto Internacional de Paro, la principal puerta de entrada al país. Drukair conecta Paro desde Bangkok, Delhi, Katmandú, Bagdogra, Dacca, Gaya, Singapur y Calcuta. Bhutan Airlines tiene vuelos directos a Calcuta, Bangkok, Katmandú, Delhi y Gaya. El único acceso por carretera es a través del paso fronterizo de Phuentsholing. Los buses conectan las ciudades de Calcuta (unos 9 euros) y Silguri (unos 3 euros) con Phuentsholing y son operados por el Gobierno de Buthan.
QUE HACER Y QUE VER EN BUTAN : La llegada al país es ya todo un espectáculo. El Aeropuerto Internacional de Paro se encuentra en un estrecho valle con las montañas nevadas del Himalaya como magnífico telón de fondo. Este valle suele ser, tras el aterrizaje, la primera toma de contacto con el país y, también, la primera de las grandes citas del viaje. Aquí se encuentra el Nido del Tigre (Paro Taktsang) un espectacular monasterio fortificado (Dzong) situado junto a las cuevas dónde el gurú Rinpoche meditó durante tres años, tres meses, tres días y tres horas como paso previo a la introducción del budismo en el país. Una ruta de algo más de tres horas por densos bosques de pinos culmina en este lugar único verdadero emblema patrimonial, cultural y religioso del país. Paro es una de las localidades más destacadas del país. Aquí se localiza el Museo Nacional de Bután y en los alrededores hay interesantes cosas que hacer: visitar las aldeas; ver los campos de arroz aterrazados; explorar los templos que se esparcen por los campos… Es una muy buena forma de hacer el primer con tacto con el país.
Thimphu, la capital: La capital del país se adapta como un guante a la estrecha geografía del valle que la alberga. La población es pequeña y sólo cuenta con 75.000 habitantes. No sólo es el centro gubernamental. También, y gracias al turismo, es la capital económica del país. Thimphu es famosa por sus templos (los más destacados son el Changangkha Lhakhang y la Chorten Thimphu) y por la cercanía del Buda de Dordenma, una de las estatuas gigantes budistas más famosas del mundo. Otros puntos de interés son el Dzong de Tashichoe o el Museo Etnográfico y de Folclore Nacional de Kawajangsa Museo Etnográfico y de Folclore Nacional de Kawajangsa donde puedes conocer las costumbres más arraigadas del país. En la ‘ciudad’ también hay una incipiente industria de ocio destinada al turismo (discotecas, restaurantes, hoteles de categoría). Otra actividad clásica desde Thimphu es la ascensión hasta el Monasterio de Tango Gompa, un pequeño trek entre pinos centenarios que culmina en uno de los muchos templos locales. Pero la caminata, que recorre buena parte del valle, merece la pena.
Visitar los monasterios más importantes : Los Dzong se reparten por toda la geografía del país. Los monasterios que no debes perderte son Rinpung Dzong, también en el valle de Paro, Punakha Dzong, El Monasterio de Gangtey (Phobjika), Tashichoe (Thimphu) y el Jambey Lhakhang y el Monasterio de Kharchu y el Dzong de Jakar, ambos en la localidad de Jakar. Esta última población está considerada como la cuna espiritual del país y merece una excursión.
El Valle de Phobjika y el Parque Nacional Jigme Singye Wangchuck : Este pequeño valle de origen glaciar muestra un resumen perfecto de lo que ofrece el país. La ruta pasa por importantes lugares de interés histórico y cultural como el Monasterio de Gangtey, situado en un pequeño pueblo de casitas tradicionales elaboradas con adobe, madera y bambú, paisajes agrícolas con campos aterrazados, pequeños adoratorios, estupas, aldeas y templetes. El colofón de esta excursión es entrar en los impresionantes bosques de Jigme Sigye Wangchuck, uno de los más importantes parques nacionales de un país en el que el 63% de su superficie está protegida. El parque es uno de los santuarios de invierno de las grullas cuellinegras y alberga una riquísima flora y fauna.
El sendero entre Thimphu y Punakha : Uno de los mejores trekkings del país. Para los más intrépidos queda el Snowman’s Trek, una ruta de 25 días que atraviesa gran parte del país subiendo a altitudes que superan los 4.000 metros de altitud en numerosas ocasiones (dicen que es la ruta de alta montaña más difícil del mundo). Pero si quieres combinar una visita al país con un par de días de senderismo exigente –pero no tanto- puedes guardar tres días para cubrir la distancia entre la capital y Punakha. El viejo sendero, que sube hasta los 3.500 metros de altitud, permite recorrer buena parte del valle de Thimphu y ascender hasta Dochula, un espectacular paso de montaña que alberga el Druk Wangyal Lhakhang, uno de los templos más famosos del país.
En busca del Panda Rojo y el Takin : El Santuario de Vida Salvaje de Sakteng se encuentra en el extremo oriental del país y es famoso por ser el lugar dónde más veces se ha reportado la presencia del mítico Yeti, el Abominable Hombre de Las Nieves. Si visitas este parque a los pies del Himalaya es poco probable que veas al Yeti, pero será más fácil ver al panda rojo o al leopardo de las nieves. El lugar, el más aislado y apartado del país, está habitado por familias nómadas que guardan las costumbres más ancestrales del país: incluidas la mezcla del budismo con el animismo. Mucho más accesible (y muy cerca de Thimphu) está la Reserva Real de Motithang, un centro de preservación natural centrado en el Takin, un curioso herbívoro local que, según las leyendas del país, se formó cuando un santón del lugar llamado Drukpa Kunley tuvo la idea de hacer un nuevo animal usando la cabeza de una cabra y el cuerpo de una vaca.
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