Guía del Alto Tajo: Qué ver en la cuna del río más largo de España
El Tajo nace en las alturas de los llamados Montes Universales en una zona de frontera entre las comunidades de Castilla La Mancha y Aragón; justo en un sitio que lo ‘condena’ a ir hacia el oeste para convertirse en el gran río peninsular por naturaleza. Nace a 150 kilómetros a vuelo de pájaro de las playas mediterráneas de Castellón, pero las aguas que nacen en este lugar van justo en sentido contrario para desaguar en el Atlántico tras atravesar la Península y partir casi en dos a España y seccionar todo Portugal. Valga el ejemplo del Cabriel para ilustrar este extremo. Entre ambos nacimientos apenas hay dos kilómetros pero mientras que las aguas del Tajo corren hacia el Atlántico, las del Cabriel acabarán en el Mediterráneo. Así que este lugar tiene un poder simbólico importante que va más allá de lo puramente geográfico. El Alto Tajo forma, también, una comarca de gran importancia natural e histórica. En la actualidad, estas tierras se aglutinan en las casi 175.000 hectáreas que forman el Parque Natural del Alto Tajo. Un espacio que reúne casi medio centenar de municipios de las provincias manchegas de Cuenca y Guadalajara. Un lugar repleto de atractivos naturales, viejos castillos, restos romanos, castros íberos, pinturas rupestres prehistóricas y hasta huellas de dinosaurio… Casi nada.
La mejor forma de acceder a esta zona del Sistema Ibérico es desde Molina de Aragón. Este pueblo histórico es una magnífica base de operaciones para internarse entre las hoces, bosques y quebradas del parque y, al mismo tiempo, explorar uno de esos cascos urbanos con peso que tanto nos gustan. Molina de Aragón es un típico burgo medieval de frontera. Durante siglos fue zona de frontera entre Castilla y Aragón y hasta tuvo una entidad propia entre los dos gigantes peninsulares con fuero propio. Y la consecuencia más clara de ese vaivén de soberanías es una de las fortalezas más imponentes de España. El Castillo de Molina de Aragón (Carretera de Alcañiz) es un sistema de fortificaciones que abarca una gran extensión de terreno y se articula en torno a dos castillos conectados: la Torre de Aragón (siglo XII aunque de origen musulmán) y el Castillo de Don Manrique (siglo XIV). Un lugar, por cierto, que fue escenario de alguna de las aventuras del Cid Campeador.
Una ciudad monumental.- La Calle Larga conduce a la Puerta del Baño, antigua portada fortificada que hoy es apenas un hueco en las murallas. Entramos en Molina a través de sus barrios musulmán y judío (Morería y Judería). Apenas un par de calles que desembocan en la Plaza de España y que ya nos adelanta lo que vamos a encontrar más adelante: casas de piedra con trama de madera con muchos siglos atrás. Algunas casas datan del siglo XIV y entre sus muros se guardan algunas historias interesantes: como la del Palacio del Virrey de Manila (Tejedores), que se mudó a este lugar por amor después de haber sido gobernador de Filipinas. De Molina sorprende la cantidad de grandes palacios y casonas que se apelotonan en un sitio tan pequeño: los más bonitos de ver son el Palacio de los Marqueses de Embid (Plaza de España, 9); la Casa de los Juana (Plaza de España, 12); el Palacio de los Molina –una joya renacentista- (Martínez Izquierdo, 36); el Palacio de los Montesoro (Cuatro Esquinas, 16); el Palacio de los Duques de Villel (Cuatro Esquinas, 18); el Palacio de los Arias (Capitán Arenas, 19)... Es esta una ‘ciudad’ donde se acumulan los blasones y los apellidos ilustres.
También hay piedras sacras, como no podía ser menos. En lo que caben unos diez campos de fútbol tenemos una docena de iglesias, ermitas o antiguos conventos. Dos son imprescindibles: Santa Clara (Plaza de Santa Clara, 1). Una preciosa iglesia conventual románica y el Monasterio de San Francisco (San Francisco, 1) que no sólo es una joyita del arte sacro medieval sino que alberga el Museo de Molina de Aragón con piezas muy interesantes que van desde fósiles de dinosaurios (con un espectacular ictiosaurio) hasta piezas históricas de la Edad Media. Pero este museo también ejerce, de manera oficiosa, de centro de interpretación del Alto Tajo, con una muy buena exposición sobre la fauna, la flora y la geología de este espacio natural.
Las Hoces del Río Gallo, la Dehesa de Corduente y el Monasterio de Sistal.- La Hoz del Río Gallo es la gran atracción geológica del tramo alto del Tajo. Para llegar hasta aquí hay que tomar un desvío sobre la N-211 a pocos kilómetros de Molina de Aragón (CM-2015) hasta el pueblo de Corduente. Aquí nos encontramos con el primer hito natural del viaje. Las dehesas húmedas. Este paisaje se caracteriza por la alternancia de prados, pequeñas lagunas y manchas de bosque que se van convirtiendo en masas compactas según se gana en altura. El Centro de Interpretación de las Dehesas de Corduente (CM-2025, Km 85) no sólo sirve para difundir los valores naturales y culturales del lugar, sino como punto de partida de varios senderos que se adentran en este paraje. También desde aquí parte la pista de tierra que sube hasta las inmediaciones del Mirador de la Hoz. Si no dispones de 4x4 o prefieres no arriesgar con la tierra puedes acceder a la hoz desde abajo a través de la GU-598 y subir por un sendero que sale desde la parte izquierda de la Ermita de la Hoz.
Esta primera excursión por los valles laberínticos del Tajo Alto nos conduce hasta el pequeño pueblo de Buenafuente del Sistal (a través de la CM-2015 con posibilidad de conexión directa con la GU-598). Hacemos una escala en el Yacimiento de fósiles de Cuevas Labradas (CM-2015, Km 69), un lugar alucinante donde se acumulan los fósiles marinos en el suelo. Así, literalmente. Ya en Sistal, el objetivo es el Monasterio de la Madre de Dios (Barrio Buenafuente del Sistal, 1), una congregación cisterciense del siglo XII de u gótico tan simple como hermoso. Si aún te quedan ganas de ver cosas no dejes de subir hasta las ruinas del Castro de Peña Moñuz (CM-2120, Km. 24), un poblado íbero de la Edad del Bronce que está en un estado de conservación muy bueno (impresionantes las murallas).
Visitando el tramo alto del Tajo.- Primera catarata; segunda catarata; tercera catarata… Como en el Nilo pero en plan castizo. Los primeros kilómetros del río de todos los ríos españoles (con permiso del caudaloso Ebro) es una sucesión de saltos de agua, pozas y cañones profundísimos que acentúan el carácter salvaje de estos parajes de los Montes Universales. Este tramo que va desde el propio nacimiento del río y el Mirador de Zaorejas concentra la mayor parte de los valores naturales del Alto Tajo. Aunque también abundan los rastros de la historia como pasa en la propia Zaorejas donde tienes el Centro de Interpretación del parque natural (Carretera de Villanueva, 20) y un acueducto romano. Y en Peñalén una iglesia románica muy interesante. Casi nada.
Para pegarse al cauce del río hay que llegarse hasta la CM-210 que va serpenteando junto a las aguas dejando ver cascadas, pozas y la espectacularidad del Cañón del Tajo en este tramo que va desde el Salto de Poveda (donde tienes que parar para ver el propio salto, la Laguna de Taravilla y el Puente Colgante del Tajo ) hasta el pueblo de Peralejos de las Truchas donde puedes acercarte al río para darte un baño en el Área Recreativa de El Vado (acceso desde CM-2106). Este paseo termina en el pueblo de Chequilla, un montoncillo de casas bancas rodeadas de enormes peñascos de gran belleza plástica (Paisaje Protegido de Piedras Rojas). La Iglesia de San Juan Bautista es de factura simple pero tiene un retablo barroco muy lindo de ver. ¿Y qué pasa con el nacimiento del Tajo? Pues queda bastante lejos del grueso de las visitas del parque. La mejor manera de acceder a este lugar es desde el pueblo de Tragacete (Cuenca). ¿Merece la pena ir? El lugar es más simbólico que otra cosa.
Fotos bajo Licencia CC: zubitarra; Felipe Ortega; José Ibáñez; Otto Skorzeny; Rafael Rodríguez; Santiago López-pastor
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