Las salvajes Feroe: Un viaje a las Islas de los corderos

Casitas en el Valle de Saksun, uno de los lugares más hermosos de las Feroe.

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Los habitantes de las Islas Feroe son gente peculiar: cuando se enteraron que era uno de los pocos lugares en Europa en no contar con el google street view (esa herramienta genial que nos permite callejear por medio mundo sin salir de tu casa) decidieron ponerle remedio al asunto poniendo una buena dosis de ingenio y humor. Y echaron mano a su recurso más importante: las ovejas (Føroyar significa Islas de los corderos). Pues nada: adosaron cámaras a un buen número de ovejas y crearon el sheep view, un viaje por las islas desde el punto de vista de estos animales que, junto a la pesca, forman la columna vertebral de la economía local. Vikingos por parte de abuelo y británicos por parte de abuela; la población local es una mezcla de nórdicos y mujeres celtas muy probablemente secuestradas por los temibles ‘salvajes’ del norte en sus incursiones por las islas británicas. Un lugar tan hermoso como duro. Un lugar ideal para hacer un viaje en el sentido estricto de la palabra sin salir de los estándares de confort de cualquier destino europeo. Una maravilla de sitio que, por suerte, aún no atrae a demasiada gente.

LO PRIMERO; ¿DÓNDE ESTÁN Y COMO LLEGAMOS HASTA LAS FEROE? Este archipiélago de 18 islas se encuentran a medio camino entre las cotas del norte de Escocia, Islandia y la costa noruega. Para que te hagas una idea, su capital, Tórshavn, dista 391 kilómetros del extremo norte de Escocia; a 480 de las costas islandesas; a 663 kilómetros de la ciudad de Bergen y a más de 1.300 del centro de Copenhague. Aún así, este país (porque es un país) está vinculado políticamente a Dinamarca en un estatus autónomo pero dentro de la soberanía danesa. El Aeropuerto de Vágar es la principal puerta de entrada al país. La aerolínea Atlantic Airways une el archipiélago con Reikiavik; Bergen; Edimburgo y Londres; Aalborg, Bilklund y Copenhague; París; Barcelona y Gran Canaria. Desde aquí salen, también, helicópteros que conectan el ‘interior’ del país (Atlantic Helicopters ofrecen conexiones a y entre Dímun, Froðba, Hattarvík, Kirkja, Klaksvík, Koltur, Mykines, Skúvoy, Svínoy y Tórshavn). La otra manera de llegar hasta aquí desde el continente es el barco.  La naviera Smyril Lines conecta el puerto de Tórshavn y el de Hrthals (norte de Dinamarca). La travesía dura unas 30 horas y te permite viajar con tu coche (en torno a los 350 euros por trayecto dos personas y un vehículo).

LO SEGUNDO. ¿CUANDO VAMOS? El clima en esta parte del mundo no es, al contrario de lo que podría suponerse, demasiado riguroso. La acción de las corrientes oceánicas hacen que las temperaturas en invierno no bajen demasiado, con medas en torno a los 2,5 y 1,7 grados centígrados durante los meses de invierno. Para viajar a Feroe tienes que tener otros dos factores fundamentales: horas de luz y precipitaciones. A principios de noviembre, las horas de luz solar son unas diez y poco a poco van decreciendo hasta las siete que se producen en el solsticio de invierno (21 de diciembre). Durante los meses de junio, julio y agosto se produce el efecto contrario con días interminables de hasta 20 horas y noches crepusculares dónde aún se ve el resplandor del astro rey. El verano es, también, la época en la que menos llueve. Feroe es un lugar lluvioso: llueven unos 210 días al año. Pero entre mayo y agosto hay unos 12 ó 13 días de lluvia al mes. Para que te hagas una idea: entre octubre y marzo van de los 17 de febrero a los 22 de octubre, diciembre y enero. Pero bueno. Si vas en pleno verano algo va a llover pero tendrás temperaturas medias que rondan los 13 ó 14 grados centígrados con máximas que rara vez superan los 20. Los mejores meses para viajar van desde finales de mayo a mediados de septiembre.

¿CÓMO NOS MOVEMOS? Si tienes posibles no dudes en alquilar un coche. Las carreteras están en muy buen estado y las distancias te van a permitir aprovechar muchísimo el día. La empresa local Vaag (Hoyvíksvegur, 63 –Tórshavn-; Tel: (+298) 31 36 66; E-mail: waag@waagbilar.fo) ofrece precios muy ajustados aunque no podrás recoger ni dejar el coche en el aeropuerto. El precio medio de las compañías internacionales ronda los 90 euros al día por coches de gama medio-baja y los 210 euros por vans de 9 plazas. En las compañías locales, como Vaag o Artic, los precios son hasta un 20% más baratos (un coche de gama medio-baja cuesta unos 70 euros). ¿Y se puede mochilear? Es un destino caro, pero el transporte público funciona muy bien y llega a muchísimos sitios. Un sistema que incluye 20 líneas de autobuses y nueve de ferrys y transbordadores que gestiona la estatal SSL. Si vas a usar mucho el transporte público te conviene sacar la Travel Card que da usos ilimitados durante cuatro o siete días (67 ó 94 euros) en todos los servicios salvo el ferry a la isla de Mykines desde Sørvágur (el billete cuesta unos 60 euros ida y vuelta con visita guiada y refrigerio). EL otro medio de transporte habitual entre los isleños es el helicópetro (aquí puedes consultar las tarifas y los horarios). Un vuelo entre la capital y Mykines, por ejemplo, cuesta 29 euros.

¿CUÁNTOS DÍAS VAMOS Y DÓNDE NOS QUEDAMOS? Nosotros cometimos el error de plantear el viaje como una escapada desde Copenhague y estuvimos tres días. Y nos quedamos muy cortos. Con una semana basta para ver lo más importante y aún repetir. El tramo más largo por carretera que se puede hacer desde la capital es hasta Vidareidi _en el extremo norte del Archipiélago- y apenas supera los 93 kilómetros que se hacen fácil y cómodamente en una hora y media (la velocidad máxima permitida es de 80 kilómetros por hora). Pero la propia configuración de las islas hace que haya muchísimos recovecos y no puedes dejar pasar la oportunidad de dar varios saltos en barco, que son, sencillamente espectaculares. Las distancias también te permiten hacer base en Tórshavn, dónde se concentra la mayor y más variada oferta hotelera con posibilidades que van desde un hostel de mochileros (unos 30 euros la noche) a hoteles que van desde los 100 a los 300 euros por noche. No es un destino barato (como sucede en todos los países nórdicos).

QUE VER EN LAS ISLAS FEROE.- Las Feroe son un lugar fascinante. No te puedes creer que en tan poco espacio quepan tantas y tantas cosas. Llegar hasta Tórshavn desde el aeropuerto de Vágar es toda una experiencia que incluye atravesar los campos verdes de Vágar, pasar junto al Sørvágsvatn, un enorme lago que desagua directamente al mar a través de una espectacular catarata (Bøsdalafossur), ver el primer fiordo (eso sí, chiquitito) junto a Sandavágur, cruzar una pequeña vaguada entre colinas rocosas en las que no crece más que hierba, pasar bajo el agua por un túnel para pasar a la isla de Streymoy y seguir alucinando hasta llegar a la capital. Y todo eso en apenas 63 kilómetros de carretera. Fiordos, acantilados, lagos, cascadas, prados verdes, granjas aisladas, pueblecitos de pescadores con casitas de colores y un mar bravo en el que abunda la pesca y las ballenas. Un paisaje que condiciona de manera brutal la cultura del lugar y en el que reinan las ovejas como elemento omnipresente y los seres fantásticos de la mitología vikinga. Ya lo dijimos antes: Føroyar significa Islas de los corderos.

Una visita a Tórshavn.- El nombre significa Puerto de Thor y es la capital histórica, política, económica y cultural del país pese a no tener más de 18.000 habitantes. Según parece, fue fundada a finales del siglo IX por refugiados noruegos que huían de la tiranía del Rey Harald I. Aquí establecieron la primera asamblea (Ting) en una pequeña península que pronto recibió el nombre de Tinganes, sede de la asamblea de las Feroe y, hoy, uno de los parlamentos activos más antiguos del mundo; busca la vieja estela vikinga que marca el lugar dónde se reunía la antigua asamblea. Esta parte de la ciudad, que conforma un pequeño y bonito casco histórico - Undir Ryggi -, es una sucesión de callejuelas con viejas construcciones tradicionales de madera y techos de pasto verde. Destacan el pequeño puerto –dónde aún se subasta el pescado a la llegada de los barcos- y la Catedral (Bryggjubakki; Tel: (+298) 313900) y más allá de la pequeña bahía está el Skansin (literalmente, el salto), una fortaleza construida en el siglo XVI para defender la ciudad de piratas y visitas indeseables –y desde dónde hay vistas interesantes sobre Tinganes-.

Más allá de Undir Ryggi, la ciudad se abre en barrios más modernos pero igualmente pintorescos dónde abunda la madera pintada de clores fuertes que se extiende por las laderas alcanzando a la vecina población de Hoivyk. Aquí te vas a encontrar el Museo Nacional Feroés (Brekkutún, 6 –Hoyvík- Líneas de Autobuses 1 y 3; Tel: (+298) 340 500), un interesantísimo centro en el que se muestran colecciones históricas desde tiempos de los vikingos y naturales. No dejes de ir al Museo al aire libre –puedes ir caminando- dónde se recrea una aldea tradicional con sus casas de madera y techos de pasto. Otra visita recurrente que se encuentra a las afueras de la ciudad es la Casa Nórdica (Norðari Ringvegur, 14 –Tórshavn- Líneas de Autobús 1,2,3 y 7; Tel: (+298) 351 351), una institución cultural centrada en la cultura ancestral nórdica. No dejes pasar la oportunidad de cruzar a la isla de Nolsoy (los barcos salen desde el puerto de Tórshavn cada media hora) y si eres un apasionado de los barcos, dar un paseo por la costa de los alrededores en la Goleta Nordslysid (Undir Bryggjubakka, sn; Tel: (+298) 321 945; E-mail: tn24@nordslysid), un precioso barco del siglo XIX desde el que puedes ver la costa de la capital y la vecina Nolsoy desde otro punto de vista.

Un viaje de media hora hasta la Edad Media en Kirkjubøur.- Según cuentan, este lugar agreste situado a apenas 11 kilómetros de la capital está bendecido por las mareas. Parece que cualquier trozo de madera que cae al agua en las costas noruegas llega hasta aquí por obra de las mareas y por eso el lugar se eligió como primera capital de la isla. Y aún quedan antiguas casas de madera de aquellos primeros tiempos. El ejemplo más notable es la Granja Roykstovan, que según dicen leva habitada de manera ininterrumpida desde el siglo XII. Otra curiosidad de este pequeño pueblecito es su catedral gótica inacabada (San Magnus): los lugareños se cansaron de pagar por un templo que nunca terminaba de acabarse. Hasta aquí llegan los autobuses gratuitos desde Tórshavn (líneas 6 y 8). Muy cerca se encuentra el Puerto de Gamlarætt, punto de salida de los ferris a las islas de Hestur y Sandoy.

El Valle de Saksun y el norte de Streymoy.- Para llegar hasta Saksun debes tomar la Ruta 10 hasta Hvalvik (35 kilómetros) y tomar el desvío de la Ruta 53 hasta el final (12 kilómetros más). Si te gustan los lugares con aura salvaje este lugar te va a encantar desde que dejes atrás la ruta 10 y te internes en este valle de colinas chatas cubiertas del habitual pasto y torrenteras que bajan furiosas desde las cimas. El destino final de este primer tramo de la ruta es el antiguo pueblo de Saksun, apenas un par de casas, una iglesia de madera y una interesante granja y secadero de carne de cordero (que se puede visitar) entre dos lagos : el Saksunarvatn y el Pollurin. Este último es especial por dos razones; la primera es que sirve de desagüe a una de las cascadas más altas del país (Gellingará) y la otra es que culmina en una preciosa playa de arena negra enclaustrada entre montañas verdes. Es una de las estampas más bonita de todo el Archipiélago.

Para visitar el extremo norte de la isla de Streymoy hay que volver atrás hasta el cruce de la Ruta 10 y retomar la vía principal hasta Tjornuvik (en total apenas 27 kilómetros desde Saksun). Como ves, las distancias son muy cortas y con un coche de alquiler puedes hacer varias rutas en un solo día. En el camino puedes parar en la Catarata de Fossá, un doble salto de agua que se encuentra entre los mayores atractivos naturales del Archipiélago y el entorno de Tjornuvik, un pueblo encajonado entre las aguas de un firodo y las paredes casi verticales (y cuajadas de saltos de agua) del cerro Hægstafjall –es uno de los lugares más bonitos de la isla-. Desde aquí hasta la capital ha y 52,3 kilómetros de vuelta (una hora).

Los Acantilados de Vestmanna.- El pueblo de Vestmanna está a 38,7 kilómetros de Tórshavn y es un pequeño puerto pesquero sin mucho que ver; pero desde aquí se accede a uno de los tramos de costa más espectaculares que empieza aquí y culmina en la Playa Negra de Saksun. Este trozo de litoral está marcado por enormes acantilados que alcanzan hasta los 600 metros de caída en vertical y numerosas cuevas (con numerosas colonias de aves marinas). Los tours por la costa, que duran unas dos horas, se realizan durante los meses de verano y se contratan a través de la Página Web del municipio.

Vagár: un lago sobre el abismo y Gásadalur.- Si llegaste por aire, Vágar es lo primero que vas a ver del Archipiélago. Pero la isla merece una excursión de un día entero. La primera parada es en la localidad de Midvágur. Si te interesa la historia bélica puedes hacerle una visita al Museo de la Segunda Guerra Mundial (Leitisvegur, 58; Tel: (+298) 221 940) ubicado en viejas instalaciones de la RAF británica en la isla –hay otra sede justo delante de la terminal del Aeropuerto), pero la mayoría de los que vienen hasta aquí lo hacen para hacer el sendero que lleva hasta los cantiles. Este es un lugar casi surrealista: el Lago Sørvágsvatn llega al borde del acantilado y desagua directamente sobre el mar a través de una cascada. Es un lugar bellísimo. En la zona hay, también, varias granjas abandonadas. Los cantiles son una buena oportunidad para ver aves marinas con el frailecillo como especie más característica y carismática. Si te quedas con ganas de caminar un poco más puedes hacer en sendero del ‘dedo de la mujer troll’ (Trollkonufingur), una curiosa formación rocosa situada en el extremo sur de la costa de Vágar (acceso desde Sandavágur –ver mapa-).

La tercera gran cita en Vágar es atravesar la montaña a través del túnel que lleva hasta la pequeña aldea de Gásadalur, hasta hace poco el lugar más aislado del Archipiélago. El lugar es muy bonito. El pueblo se asienta al borde de un acantilado dónde nos encontramos con otra de esas cataratas espectaculares. La particularidad de Múlafossur (así se llama este salto de agua) es que el viento suele lanzar las aguas hacia arriba. En los cantiles también puedes ver varias colonias de frailecillos. La mejor panorámica del lugar se obtiene desde ‘el camino del cartero’, antigua senda que comunicaba el pueblo con el exterior hasta la construcción del túnel en 2004.

Un salto hasta Mikynes.- Como te djimos con anterioridad hay dos maneras de llegar hasta Mikynes. En helicóptero desde Tórshavn o en barco desde Sørvágur, en Vágar. La primera opción te obligará a pasar una noche en la isla y la segunda te va a permitir ir y venir en el día (si el mar lo permite) y tener unas cinco horas para ver la isla (más que suficiente). La principal atracción de Mikynes son sus acantilados y las colonias de frailecillos.

Eysturoy y las Islas del Norte.- Un pequeño puente situado a 39 kilómetros de la capital (te remarcamos las distancias para que veas que en un día se puede ver mucho) une las islas de Streymoy y Eysturoy, que están separadas por un estrecho canal de apenas un par de centenares de metro de anchura. La mayoría de los atractivos de esta isla se encuentran en la zona norte. Una buena ruta es llegar hasta Eidi y tomar la ruta de montaña hasta Funningur. Desde aquí hasta Gjogv sólo restan un par de kilómetros. Este pueblo de apenas una docena de familias es famoso por su situación junto a un estrecho cañón de coladas volcánicas que se adentra en el mar.

Si hay que ir se va…  El Cabo Enniberg marca el extremo norte del país y se encuentra a pocos kilómetros de Vidareidi, ese pueblo más lejano al que se puede llegar desde la capital volvemos a incidir: apenas son 94 kilómetros por carretera). Para llegar aquí habrás pasado por otros puntos de interés como el Museo Histórico de Gota (Tróndargøta, 10 –Norðragøta-; Tel: (+298) 222 717), que ocupa una auténtica granja de principios del siglo XIX perfectamente conservada, el monte Klakkur, con su forma de mesa o la pintoresca Klaksvík –la segunda ciudad del país- donde puedes ver la ultramoderna Christianskirkjan y un pequeño bosque que pese a no ser más que un campo de fútbol es la concentración de árboles más grande del país.

Pasar a Kalsoy.- El ferry para acceder a Kalsoy sale desde Klaksvík y arriba al Puerto de Sydradalur, en el sur de Kalsoy. Esta isla en forma de longaniza es importante por su vinculación con las viejas leyendas y tradiciones locales. Aquí vas a encontrarte con los mismos paisajes y los mismos pueblecitos que en las islas conectadas por túneles y puentes. Pero muchos quieren acercarse hasta Mikladur para ver la escultura de la ‘Kópakonan’, la mujer foca. Según las creencias vikingas, algunas focas tenían la capacidad de desprenderse de su piel y tomar la forma de una mujer bellísima. La leyenda local dice que un pescador local se casó con una de ellas, pero volvió al mar y tomó por esposo a un lobo marino al que el pescador mató durante una cacería. Desde entonces, dicen, una maldición pesa sobre sus descendientes. El otro hito de la isla es acercarse hasta el pueblo de Trollanes y caminar hasta el faro de Kallur, que frece una de las postales más bonitas del Archipiélago.

Fotos bajo Licencia CC: Rockwell MacHenry; Tobias Akerboom; Rockwell MacHenry; Arne List; Stig Nygaard; BriYYZ; Felipe Tofani; Siegfried Rabanser; Stefan Wisselink

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