Lo más importante de Copenhague; una guía de urgencia para viajar a la capital danesa
Copenhague es una ciudad que se presta al paseo tranquilo. Todo lo que hay que ver está relativamente cerca y en un par de días puedes volver a casa con la sensación de que la conoces bien. También es uno de los paraísos ciclistas de Europa. Usar la bicicleta es tan fácil y barato (gratis incluso si aprovechas las cientos de bicis que reposan en verdaderas montañas en las estaciones de tren) que basta media hora de pedaleo suave para ir de un lado a otro e ir tachando los hitos que se apelotonan en torno a los viejos (aunque nuevos) puertos de la ciudad. Apenas 3,5 kilómetros de paseo (unos 45 minutos a paso moderado) entre los muros del Tívoli (el parque de atracciones más antiguo de Europa) y la famosa estatua de la Sirenita; todo lo que hay que ver está comprendido entre estos dos puntos (a excepción de Christiania).
Pero en Copenhague hay mucho que ver y hacer pese a lo estrecho de su geografía. Su casco histórico es un rosario de pequeños detalles y grandes edificaciones. Es una ciudad bonita y agradable de visitar. Una capital cómoda y limpia. Uno de esos ejemplos nórdicos que tanto nos gusta visitar. Una ciudad que alterna la modernidad y la tradición de una manera admirable; una ciudad que está orgullosa de su pasado y de sus hijos ilustres. Si tenemos que recomendar la forma de conectar por primera vez con la ciudad diríamos de inmediato Vesterbrogade. Es una de las arterias más importantes de la ciudad nueva y una de las vías de conexión entre la vieja y la nueva capital. Después de dejar atrás la Estación de Trenes uno se encuentra con algunos de los iconos de la urbe contemporánea (como las Torres Axel). Y ahí, entre paredes de cristal te topas con el primero de los lugares que hay que ver sí o sí. El Tívoli (Vesterbrogade, 3) es una reliquia de mediados del siglo XIX; un parque de atracciones que ya va a por los 200 años que aún conserva mucho de su encanto original. Ideal para ir de día y genial para un paseo nocturno.
La Plaza del Ayuntamiento es la puerta de entrada a la ciudad vieja. Antes de internarte por las callejuelas date una vuelta por los exteriores del ayuntamiento. Ahí te vas a encontrar la estatua del inmortal Andersen y una fuente plagada de monstruos marinos. Ahí empieza lo bueno. Antes de sumergirte de lleno en museos, iglesias, palacios o castillos, permítete el lujo de hacer una primera incursión de reconocimiento. Pasa por la calle Magstraede; da un rodeo y pasa junto a las puertas del Palacio de Christiansborg, callejea hasta desembocar en Nyhavn (pasando porHøjbro Plads) y recórrelo hasta llegar al Teatro Real. Ahí busca el paseo que corre junto al mar para que puedas ver desde lejos el espectacular edificio de la Ópera de Copenhague. Un poco más adelante entra en la plaza octogonal del Palacio de Amalienborg y mira desde lo lejos la figura rotunda y monumental de la Iglesia de Mármol; pero no te dejes influenciar por ella… Sigue por la calle Amaliegade y entra en el Kastellet. Apenas te llevará unos minutos atravesar el antiguo patio de armas para abandonar el lugar por el lado contrario al que ingresaste: busca otra vez el mar y haz la primera parada del día (apenas llevas una hora caminando) junto a La Sirenita. Dicen que decepciona por su tamaño. A nosotros nos encantó.
¿Qué ver en el centro de Copenhague? Nuestro primer consejo es empezar la visita (después de este paseo que te hemos propuesto) por el Rundetårn (Købmagergade, 52A), una enorme torre construida en el siglo XVII como observatorio astronómico del que puedes ver gran parte de la ciudad. El edificio anejo (una vieja iglesia) y la propia torre alberga exposiciones temporales. A partir de ahí puedes planificar la visita según tus inquietudes. Para nosotros los monumentos imprescindibles que hay que visitar en esta parte de la ciudad son la Iglesia de Mármol (Frederiksgade, 4); el Jardín Botánico (Øster Farimagsgade, 2C) y su espectacular invernadero tropical y el Castillo de Rosenborg (Øster Voldgade, 4A) y sus imponentes castillos. En las inmediaciones de Nyhavn hay otros puntos interesantes. La calle Strøget es la arteria paradigmática del centro (llena de comercios, restaurantes y edificios imponentes). El antónimo a la opulencia de Strøget son las calles sencillas y amarillas de Nyborder, antiguas casas construidas en el siglo XVII para el personal de la Armada danesa y que hoy son una de las señas de identidad de la ciudad.
La ‘isla de Slotsholmen’ es otro polo patrimonial importante. Rodeada por un canal que la dejaba aislada del resto, aquí se encuentran el Castillo de Christiansborg Castillo de Christiansborg (Prins Jørgens Gård, 1), residencia habitual de la monarquía danesa, y el viejo edificio de La Bolsa . viejo edificio de La Bolsa También hay un buen puñado de museos y otros centros de interés, pero el otro gran icono del lugar es el espectacular edificio que alberga la Biblioteca Real Danesa Biblioteca Real Danesa (Søren Kierkegaards Plads, 1) que se ha convertido en uno de los iconos arquitectónicos de la nueva ciudad. Junto a la biblioteca se encuentra una de las paradas del Havnebus, el barco que recorre todo el canal hasta Nordre Toldbod en las inmediaciones de La Sirenita. Tomar este transporte es una muy buena idea para ver el frente marítimo de la ciudad.
Un paseo por Christiania.- Todo un mito. La ciudad libre de Christiania nació en los años 70 cuando un grupo de personas ocupó unos antiguos terrenos militares y fundaron una comunidad autogestionada que fructificó hasta lo que hoy es este barrio que cuenta con unos 1.000 residentes permanentes. Christiania es un experimento político, económico, social y cultural basado en la autogestión. Un acto de contestación que se ha convertido, paradójicamente, en un atractivo turístico más de la capital danesa. Mercados artesanales, restaurantes orgánicos; locales de comercio justo; talleres de artesanos; huertos ecológicos… El barrio es un pequeño ecosistema con sus propias reglas y una mística especial que bien merece una visita. De este lado de la ciudad se encuentra la Iglesia de San Salvador Iglesia de San Salvador (Sankt Annæ Gade, 29), que aparte de ser un interesante edificio barroco su torre campanario es un excelente mirador.
El Museo Nacional de Dinamarca El Museo Nacional de Dinamarca (Ny Vestergade, 10).- Copenhague no es una ciudad de museos. Pero si eres de los que gusta de visitarlos, tienes que ir a éste. No está a la altura de otras colecciones históricas de Europa pero las salas dedicadas a la cultura vikinga son brutales y eso ya justifica la visita. También hay una interesante colección prehistórica. Otro museo destacable es la NY Carlsberg Glyptotek NY Carlsberg Glyptotek (Dantes Plads, 7) con una interesante colección de arte clásico (griego y romano) y algunos cuadros de grandes maestros del XIX como Van Gogh o Gauguin, entre otros.
LA COPENHAGUE CARD.- Si eres de ver museos y entrar a edificios históricos te conviene hacerte con la Copenhague Card, que no sólo te permite la entrada a la mayor parte de las atracciones turísticas de la ciudad (aquí tienes un listado completo) sino que tiene otros beneficios como el acceso prioritario a los museos y atracciones sin necesidad de hacer cola; acceso total al sistema de transporte público de la ciudad (incluido al Aeropuerto) y los trenes a Roskilde, Hillerød y Helsingør. El costo de la tarjeta por 24, 48, 72 o 120 horas es de 54, 80,99 y 133 euros, respectivamente. La Copenhague Card también ofrece importantes descuentos en restaurantes, bares, tiendas y cafés de la ciudad. Merece la pena.
OTRAS VISITAS A POCOS KILÓMETROS DE COPENHAGUE .- Las posibilidades son muchas, pero nos vamos a limitar a las tres excursiones típicas. Primero porque se encuentran dentro de las atracciones que se encuentran dentro del catálogo de la Copenhague Card (y también el transporte público desde la capital. La primera de las propuestas es el Museo de Barcos Vikingos de Roskilde construido tras el descubrimiento de cinco viejos barcos vikingos con más de 1.000 años que habían sido hundidos intencionalmente para proteger el puerto de Roskilde, antigua capital danesa. Antes de volver hacia Copenhague merece la pena visitar la Catedral de Roskilde, una imponente construcción gótica hecha con ladrillos rojos en el siglo XII que forma parte del catálogo del Patrimonio Mundial de la Unesco. Hacia el norte de la isla de Sjaelland se encuentran las otras dos excursiones.
El espectacular Castillo de Frederiksborg fue residencia de la familia real danesa durante 500 años. Es el edificio renacentista más importante de Escandinavia y atesora una de las mayores colecciones de arte de la región. Terminamos el paseo en la ciudad de Elsinor, un enclave estratégico que controla uno de los pasos hacia el Mar Báltico desde el Atlántico Norte (un par de minutos en barco bastan para cruzar a Suecia). El casco histórico de la ciudad es bonito de ver, aunque la principal atracción es el Castillo de de Kronborg, una imponente fortaleza del siglo XV construida para controlar el derecho de peaje de la corona danesa sobre el Estrecho de Oresund.
Fotos bajo Licencia CC: Denis Simonet; Insights Unspoken; Bruno Cordioli; Kristian Thy; Double Feature; Martin Nikolaj Christensen; Thomas Rousing