Triglav. El encanto de los Alpes eslovenos
El Monte Triglav, con sus casi 3.000 metros de altitud, ejerce como cima más alta de Eslovenia y de los Alpes Julianos, la porción oriental de la cordillera más importante de Europa. Esta montaña sirve de eje al único parque nacional del país; un espacio natural que cubre la práctica totalidad de una sierra marcada por las alturas, los hielos perpetuos y los torrentes que excavan valles increíbles. Es un lugar muy bonito que sirve de complemento ideal a cualquier viaje superior al de una escapada a Liubliana, la capital. Unas montañas que aquí sirven como límite entre la propia Eslovenia, Italia y Austria. El ascenso al Triglav es algo así como una peregrinación de carácter nacional para los eslovenos. Casi todos lo suben al menos una vez en la vida. No te podemos decir cómo es el camino porque no lo hicimos, pero según pudimos leer y ver, la ruta no es particularmente difícil desde el punto de vista técnico, aunque requiere de, al menos, dos días de caminata dura. O de tres para ir más relajados (hay una completísima red de refugios de montaña en la zona. Las rutas más habituales salen desde la impresionante Cascada de Savica (otro lugar que hay que ver sí o sí), muy cerca del precioso Lago Bohinj, y en la Estación de Esquí de Rudno Polje.
Pero Triglav da para mucho más que subir a la cima eslovena. La principal atracción de los alrededores del parque nacional es el espectacular Lago Bled, uno de los puntos culminantes de cualquier viaje al país balcánico. Este pequeño lago situado a poca distancia del extremo oriental de Triglav ofrece una de las fotos más paradigmáticas del país: la torre de la Iglesia de la Asunción de María recortada en un fondo de montañas nevadas en su pequeña isla justo en medio del lago. Este espejo de agua de origen glacial se localiza a pocos kilómetros del parque, pero es, de facto, una de las grandes atracciones del Triglav. En torno al lago puedes visitar lugares espectaculares como el Castillo de Bled (una fortaleza del siglo X perfectamente conservada) o la propia Bled, que si bien no es una gran ciudad tiene algunos edificios interesantes que ver en un entorno sencillamente espectacular (como la Iglesia de San Martín, el viejo casino y algunas casonas a orillas del agua).
Otro imperdible desde Bled es la Garganta de Vintgar, un espectacular cañón fluvial excavado por el río Ravodna que se sitúa ya dentro del parque nacional a escasos seis kilómetros del lago. Este lugar único se descubrió por casualidad a mediados del siglo XIX y pronto se convirtió en un destino turístico asociado a Bled y sus balnearios de aguas termales. Un complejo sistema de pasarelas y puentes permite internarse en la garganta (altísima y estrecha) para descubrir un paisaje fluvial de gran belleza en el que se combinan los muros blancuzcos de la caliza –de hasta 100 metros de altura-, el color esmeralda del agua y la frondosidad de los bosques. El sendero apenas tiene 1,6 kilómetros de recorrido y es muy fácil. Y también sirve de aperitivo para lo que te vas a encontrar en el interior de las tierras del Triglav.
Una de las grandes ventajas de hace turismo por Eslovenia es la cercanía de la mayoría de los lugares que hay que ver. Desde la capital hasta Bled, por ejemplo, no hay más de 53 kilómetros; y ya hablando de lo que nos ocupa, entre la propia Bled y Bobec, que es la puerta de entrada occidental al parque, apenas hay 83 kilómetros que recorren algunos de los puntos más interesantes de Triglav. La ruta recorre El Valle del Río Saba a través de una cómoda carretera que hasta Jesenice es autopista. Antes de devorar kilómetros puedes hacer una parada en la Casa Museo France Prešeren (Vrba 2, Tel: (+386) 4 580 20 92) que más allá de ser el lugar dónde nació y pasó buena parte de su vida uno de los más grandes poetas locales es también una de las casas residenciales más antiguas del país (siglo XVI). La ruta permite hacer algunos desvíos para ver sitios de interés como la Hacienda Pocarjeva (Zgornja Radovna, 25 –Mojstrana-; Tel: (+386) 4 578 02 00), una vieja granja que se ha convertido en un museo antropológico sobre la vida tradicional en Triglav, o la preciosa Cascada de Martuljek.
Un paso de montaña mítico y un río único.- La ruta vuelve a internarse hacia el corazón del parque nacional junto al Lago Jasna. El espejo de agua no es nada del otro mundo comparado con Bled o Bohinj pero las vistas sobre las montañas son espectaculares. Aquí vas a gastar un buen rato antes de ir subiendo hasta otro de los lugares mágicos de Triglav: el Paso de Vrsic. La sinuosa carretera adoquinada que sube hasta este puerto de montaña (a más de 1.600 metros sobre el nivel del mar) fue construida por prisioneros de guerra rusos durante la Primera Guerra Mundial y aún hoy asombra (muy cerca de la cima hay una pequeña ermita ortodoxa construida en madera por los propios prisioneros). Esta vía sirve para conectar la cuenca del Saba y del Soca, otro de los grandes atractivos del parque nacional. Pero antes de ir hacia abajo quédate un buen rato en el puerto montañoso y mira a tu alrededor.
El Valle del Soca es otro de esos lugares especiales que adornan los Alpes Julianos. Este río de aguas color turquesa es una de las mecas europeas del barranquismo y el rafting. Pero no sólo es un marco ideal para deportes de alta tensión. También es un buen lugar para pasear y disfrutar de los preciosos paisajes de montaña. El Soca es famoso por varias razones. Ya te hemos hablado de su vinculación reciente con deportes moviditos, pero aún hay más. Es un lugar codiciado por los pescadores; también es el escenario de preciosas rutas de montaña y uno de los destinos EDEN de la Unión Europea (lugares que se definen por la protección de la naturaleza). Pero también es un río cargado de memoria. El Soca cuando traspasa la frontera de Italia se convierte en el Izonso. Este valle sirve de camino de entrada al noreste de Italia (Udine está a un paso de aquí) y por eso fue uno de los escenarios más cruentos de la Primera Guerra Mundial convirtiéndose en un frente de batalla que se prolongó durante toda la guerra y que enfrentó a las fuerzas italianas con las de las potencias centrales (Alemania y el Imperio Austrohúngaro).
En las inmediaciones de la ciudad de Bovec se encuentra el Museo al aire libre de Ravelnik (Ravni Laz), que ofrece un paseo atoguiado por las defensas de primera línea del ejército austrohúngaro. Es uno de los mejores lugares para entender el fenómeno de la guerra de trincheras. Muy cerca de aquí hay un monolito que recuerda a los miles de italianos que murieron víctimas de un ataque con gas venenoso el 24 de octubre de 1917: aquí estaban las trincheras italianas, a dos pasos del frente enemigo. Si te interesa la historia, en general, y la Primera Guerra Mundial, en particular, no debes dejar de visitar Kobarid, una ciudad que fue escenario de éste toma y daca entre italianos y austríacos durante la ‘Gran Guerra’. El pueblo es muy bonito y también tiene un museo, un castillo y un gran santuario (Cerkev Svetega Antona Padovanskega) que recuerda a los soldados trasalpinos que murieron en la ofensiva de Caporetto, una de las batallas más sangrientas del conflicto. Toda la zona está llena de viejas fortificaciones de la época.
Fotos bajo Licencia CC: aiva.; Dage - Looking For Europe; Erik Paakspuu; Vicente Villamón; Bex Walton; Oleksandr Iskander; MihaV
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