American Splendor es un largometraje del año 2003 producido por HBO y dirigido por Shari Springer Berman y Robert Pulcini. La película constituyó la primera incursión de ambos realizadores en el género del drama tras una breve trayectoria en el ámbito del documental. Galardonado con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Sundance y el Premio FIPRESCI del Festival de Cannes, el filme sigue las desventuras de Harvey Pekar, creador y máximo protagonista del cómic homónimo.
Harvey Pekar (1939-2010) nació, vivió y murió dentro de los confines del área metropolitana de Cleveland (EE.UU.), en donde trabajó como archivero de un hospital de veteranos hasta su jubilación. Devoto del jazz y la literatura, su interés por el cómic como forma de expresión artística lo empujó a escribir historias de corte realista, hastiado del escapismo que dominaba la industria estadounidense a mediados de la década de 1970. Con la inestimable colaboración de su amigo Robert Crumb a los lápices, Harvey autoeditó el primer número de una longeva serie autobiográfica con el irónico título de American Splendor, que publicó entre 1976 y 2008.
El largometraje parte del primer divorcio de su protagonista como el desencadenante de una honda crisis existencial. Harvey -interpretado por un excelso Paul Giamatti- ha perdido su voz, que no recuperará hasta adquirir una nueva como autor de cómics. Con Cleveland como escenario, American Splendor retrata a un variopinto reparto de personajes -todos ellos con su contraparte fuera de la ficción- entre los que Harvey se mueve cual etnógrafo, ávido por registrar sus personalidades, discursos y rituales.
Pese a que los directores se decantan por el drama en forma de biopic a la hora de recrear las vivencias de Harvey, el espectador asiste a un fenómeno de hibridación con el género documental que lo aproxima al formato del docudrama. A lo largo de todo el metraje, los realizadores intercalan escenas con el auténtico Harvey, sus familiares y amigos, quienes se desenvuelven con naturalidad ante la cámara. Harvey ocupa un lugar de privilegio entre todos ellos, pues no sólo comparte sus impresiones conforme avanza la trama, sino que opera a modo narrador a través de la técnica de la voz en off.
Esta faceta documental plantea un original cuestionamiento del drama al ofrecer un vívido contraste entre ficción y realidad. Dicha circunstancia es puesta de relieve por los comentarios del Harvey-narrador -como la alusión a su escaso parecido con Paul Giamatti- o el hecho de que actores y referentes converjan en plató e interactúen entre sí. De este modo, la divisoria entre persona y personaje se difumina, una idea que el guión sintetiza a la perfección con una de las reflexiones puestas en boca de Harvey: «Dime la verdad. ¿Soy un tipo que escribe sobre sí mismo en un cómic? ¿O sólo un personaje de cómic? Si muero, ¿ese personaje continuará existiendo? ¿O desaparecerá?»
Los créditos de apertura, enmarcados en las páginas de un tebeo, anticipan una exuberante mezcolanza de recursos narrativos. Cine, cómic, teatro y televisión concurren en una producción que se ve enriquecida por una ingeniosa amalgama de medios expresivos. Su empleo obedece a unos propósitos específicos y evidencia una sensibilidad que se prolonga más allá del terreno de lo cinematográfico. Todos ellos comparten una finalidad comunicativa, que favorece una relación de mutua complementariedad entre los mismos.
Si bien la acción cinematográfica sirve de eje al conjunto, el cómic ocupa una posición de preeminencia entre las restantes manifestaciones artísticas que se dan cita en el filme. Ello es observable en las ocasionales viñetas, que ejemplifican el trasvase de la cotidianeidad a las páginas impresas o el virtual desplazamiento del lenguaje fílmico por los códigos expresivos del tebeo; los bocadillos de pensamiento, que añaden nuevos matices al contenido de las interpretaciones; las cartelas con claves de carácter espacio-temporal, con las que se resuelven las frecuentes elipsis; o una animación sencilla pero eficaz y pertinente a efectos del relato.
La utilización de imágenes de archivo es otra de las señas de identidad de la cinta, que concede unos minutos a las intervenciones televisivas de Harvey en el programa Late Night with David Letterman y a las del excéntrico Toby Radloff en la cadena MTV, incidiendo aún más en la dialéctica entre drama y realidad. La contraposición de un episodio biográfico recién visionado por el espectador con su adaptación al teatro es uno de sus mejores exponentes: la representación conlleva una reinterpretación de lo ocurrido por otros actores en un escenario minimalista con música en directo.
En suma, American Splendor configura un alarde autorreflexivo articulado en torno a las posibilidades del relato, la frontera entre arte y realidad y el valor catártico de la creación, aun la emprendida desde los márgenes. Un sentido tributo a la carrera de un hombre corriente y no obstante extraordinario.
American Splendor es un largometraje del año 2003 producido por HBO y dirigido por Shari Springer Berman y Robert Pulcini. La película constituyó la primera incursión de ambos realizadores en el género del drama tras una breve trayectoria en el ámbito del documental. Galardonado con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Sundance y el Premio FIPRESCI del Festival de Cannes, el filme sigue las desventuras de Harvey Pekar, creador y máximo protagonista del cómic homónimo.
Harvey Pekar (1939-2010) nació, vivió y murió dentro de los confines del área metropolitana de Cleveland (EE.UU.), en donde trabajó como archivero de un hospital de veteranos hasta su jubilación. Devoto del jazz y la literatura, su interés por el cómic como forma de expresión artística lo empujó a escribir historias de corte realista, hastiado del escapismo que dominaba la industria estadounidense a mediados de la década de 1970. Con la inestimable colaboración de su amigo Robert Crumb a los lápices, Harvey autoeditó el primer número de una longeva serie autobiográfica con el irónico título de American Splendor, que publicó entre 1976 y 2008.