La fusión de arte y empresa en un rincón berlinés de Santander

Luisa Díaz es una 'rara avis' en el sector inmobiliario y en el campo de la exhibición artística en Santander. Deambula por ambos campos, pero no pertenece exclusivamente a ninguno de ellos. En su local, que reproduce el espíritu berlinés de los espacios con personalidad múltiple, igual se puede contratar un servicio inmobiliario que asistir a una exposición o una representación teatral.

Su local, Inder Espacio, es el lugar de trabajo de artistas como el fotógrafo Jorge Represa y es habitual que periódicamente se organicen eventos culturales. Lejos de 'contraprogramarse', ambas actividades se complementan, según la propia gerente reconoce. Para Luisa Díaz, la gran sala que regenta en Santander es un ejemplo de simbiosis entre dos mundos en apariencia incompatibles: el mundo de los negocios y el mundo de las artes.

¿Cómo surge el proyecto de ubicarse en Santander como Inder Espacio?

En principio, hay una inquietud desde mi infancia por el arte en todas sus formas. También un espíritu aventurero me llevó a emprender diversas empresas. En mi familia aprendimos a trabajar por cuenta propia -mi madre era empresaria y mi padre también-, lo que me permitió elegir y probar perspectivas diferentes. Unas veces aprendí y otras salí adelante.

Fue entonces cuando llegó a abrir esta peculiar iniciativa. ¿Cómo se produjo?

Así llegué al mundo inmobiliario y me abrí camino, aunque no era mi pasión. Desciendo de comerciantes y aprendí a vender al tiempo que a hablar. En 2015, tuve ya el firme propósito de cambiarme de local. Inder estaba en la calle Miguel Artigas y yo sentía que el edificio se había quedado triste, sin energía, y esto es contagioso.

Tengo que confesarle que su espacio es desconcertante, ya que parece una casa y al tiempo es otra también...

Tenía algo muy claro: Quería que la imagen de Inder se alejara de las típicas inmobiliarias, me gustaban los multiespacios de Berlín, la conjunción de actividades, combinar la gestión con mi sueño: el arte y la cultura. Al final, todo es negocio. Busqué y cuando vi el local, actual sede de Inder, me dije a mí misma que ahí estaba: vi los cuadros en las paredes, las proyecciones, las fotografías, los libros, el teatro… La noche de San Juan de 2016 inauguré Inder Espacio. Surgió de la niña que llevamos dentro, de mi fantasía interior.

¿Comercializan las obras que exponen o representan?

Dicho de otra manera, ¿venden cuadros, venden entrada? Si, hay varias opciones: se puede alquilar la sala o ir a porcentaje en caso de cualquier tipo de venta.

¿Qué ventajas y problemas presenta compatibilizar ambas facetas?

La ventaja es emocional. Ver la sala llena, preciosa; los artistas reconocidos, emocionados.

¿Se ha sentido minusvalorada o criticada por otros galeristas o agentes culturales?

Abrí Inder sabiendo que iba a sentir el rechazo por parte de varios sectores.

¿Cómo se consigue el equilibrio entre un espacio profesional y un espacio cultural?

Inder es un multiespacio. Se ideó así por la retroalimentación que puede surgir al combinar gestiones de diferentes ámbitos. Damos cursos de fotografía con un profesional de primera línea, Jorge Represa; y acogimos a 'Rosa Casuso. Estudio para actores' durante el tiempo de pandemia. También se dan clases de yoga, abrimos las puertas a nuevos talentos en arte y cultura, presentamos libros… Incluso hemos presentado un programa de danza contemporánea que resultó precioso y la sala estuvo repleta, con la gente en la calle esperando para encontrar un hueco. Emociona cuando combinamos una exposición de arquitectura y una representación de danza.