Javier Bermúdez se autobautizó como Pablo Müller como una manera de contar todas sus vivencias de forma poética. Lo contaba Pablo, pero lo vivía Javier.
El bilbaíno ha aterrizará próximamente en Santander dentro del ciclo Surada Poética que organiza la librería La Vorágine. La poesía de Pablo Müller se podrá escuchar el próximo sábado 24 de septiembre, a las 19.00 horas, en la Campa de La Magdalena acompañado de poetas como Raquel Serdio, Felipe Zapico o Colectivo Cartoon-A.
Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto y profesor de colegio durante unos años, es autor del poemario 'Contra el miedo' (2015) y la obra colectiva Las noches de LUPI (2014). Además, su obra 'Los cuadernos del duelo' puede leerse de forma gratuita en su blog.
¿Cómo se siente al participar en el ciclo Surada Poética?
Me siento muy honrado porque La Vorágine es un colectivo que está haciendo un trabajo excelente, con agitación y cultura crítica y, la poesía, forma parte de uno de esos pilares de la agitación. Estoy encantado.
¿Por qué es Pablo Müller su pseudónimo?
Más que un pseudónimo es un heterónimo. El pseudónimo es algo con lo que ocultas y el heterónimo es algo con lo que buscas un ‘otro’. Pablo Müller apareció hace unos años como un instrumento narrativo, para contar algo que Javier Bermúdez no era capaz de hacer. Y luego se quedó, se quedó ahí como una voz y ya nos hemos hecho muy amigos, es difícil separarnos.
Con varios poemas sobre la muerte, ¿cree que escribir es una vía de escape y una forma de liberar ese desasosiego?
Más que una vía de escape escribir es poner la mirada sobre lo que más te puede preocupar en cada momento, o mejor aún, lo que más te asombra. Y ese asombro tiene que ver con poner luz sobre dos cosas de la vida: el dolor y la belleza. Escribir poesía es poner luz sobre esas dos cosas. En este caso la muerte, sobre todo la de alguien querido, es un dolor al que hay que ponerle luz para entenderlo y seguir adelante, pero no para escapar, es otro concepto.
Comparte su obra 'Los cuadernos del duelo' en su blog, de tal modo que esos poemas no los vende, ¿prefiere regalar su poesía?
La poesía se hace con las palabras y las palabras no tienen dueño. Las recibimos de nuestros ancestros y se nos van metiendo en la cabeza desde que somos niños. Sí, son mágicas porque siempre hay una primera vez en que las dices, pero también son mágicas porque antes de que tu pronuncies por primera vez una palabra, alguien, mucha gente, la ha pronunciado antes, y eso ya te llega con esa carga. Al final pretender cobrar dinero por algo que te han regalado tiene su cosa. No es un regalo, es una devolución.
Entiendo que como todos tenemos que vivir, con la organización del mundo que tenemos en la actualidad, tenemos que ganar dinero, pero la poesía tiene que estar fuera del circuito capitalista. La poesía tiene que ser anticapitalista.
'Las noches de LUPI' es un poemario “vivo”. ¿Cómo hablaría de esa nueva forma de no solo juntar poemas, sino de crearlos todos a partir de vivencias unidas?
Me encantaría poder responderte a esa pregunta, pero eso debería de hacerlo el editor. Lo que sí te puedo decir es que la poesía, que para mí es un descubrimiento reciente, de hace cinco o seis años; tiene otra dimensión cuando se recita y cuando se escucha en grupo, en un bar o en una carpa como La Surada, ahí la poesía retumba en esas palabras que, muchas veces, no sabemos cuándo escuchamos por primera vez. Cuando se recogen en un libro lo que te permite es, cuando has estado ahí, volver a vivir esa vivencia. Pero la fuerza que tienen los poemas recitados o escuchados en público en los libros desaparece.
“La mujer fuma y habla de su trabajo en un barco que navega a Plymouth”, ¿se basa usted en personas que conoce a la hora de escribir poemas?
“La poesía es verdad” decía René Char y tienes que trabajar con materiales de verdad. En los poemas cuando trabajo con materiales son de verdad, pero a veces es mi propia verdad. Puede estar absolutamente erróneo o mediatizado peor, en este caso, eso es una imagen que hace casi 30 años, en un viaje a Inglaterra esa persona existió, existe, pero, otra cosa, es que el recuerdo que sale en ese poema tenga que ver con la realidad, pero sí tiene que ver con la verdad.
¿Cómo ve el mundo para quien desee dedicarse a la poesía en la actualidad?
Ser profesional en la poesía es casi imposible y, si quieres ser un profesional de la poesía tienes que estar al servicio del poder. En España hay muy pocos poetas profesionales que puedan dedicarse a ello. No es mi afán tampoco, no puedo ser un profesional de la poesía, no quiero vivir de ello, porque al final te mediatiza y cuando necesitas ingresos económicos con una actividad como la poesía vas a terminar haciendo lo que el mercado cree que se va a vender y eso es totalmente contradictorio a lo que debe ser la poesía.
Tiene además interés por la fotografía, así lo muestra en su blog, ¿se podría haber dedicado a ello?
Sí, pero bueno [ríe]. La fotografía me encanta pero vuelve a ser una mirada sobre el dolor y la belleza. Es verdad que, con las nuevas tecnologías, es una gozada, porque con un teléfono móvil sacas unas fotos estupendas y, para mí, eso es importante. En el blog, además, hace un contrapunto a la palabra que me parece muy interesante.