La Fura dels Baus inició su andadura en 1979 buscando transgredir y provocar reacciones en su público y ahora en 2020 siguen haciéndolo “más suave” mientras recorren el mundo lanzando mensajes concienciadores y que invitan a la reflexión. Este viernes y sábado, dentro de la iniciativa de 'La Cultura Contraataca' del Gobierno de Cantabria, estarán en el aparcamiento de Sierrallana con su espectáculo 'Nova Normalitat', que pretende homenajear al personal sanitario y reivindicar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Unos días antes, eldiario.es habló con uno de sus directores y fundadores, Carlus Padrissa, para reflexionar sobre Catalunya -su tierra-, el coronavirus y cómo ha cambiado su compañía teatral en todo este tiempo.
La Fura dels Baus comenzó siendo un espectáculo de lo más transgresor e incluso chocante. ¿Se ha ido suavizando con el tiempo?
Sí, sí. Nos hemos ido suavizando porque la vida tiene estaciones, y la energía que tienes con 25 años como teníamos en el 84 no la tienes ahora. Ahora lo que hacemos es buscar 'fureros' que tengan esa energía para seguir mostrando esa cara más dura de La Fura a través de esos actores jóvenes, pero nosotros como directores tomamos otras responsabilidades y hemos visto que la provocación no es solo el grito, sino también el silencio o la palabra bien dicha. Es ley de vida, antes éramos más brutos, más juveniles, y ahora pensamos un poco más.
¿Cómo afrontáis los espectáculos de la nueva normalidad?
Pues como dice la campaña que se está lanzando en Cantabria desde el Gobierno de Cantabria, 'La Cultura Contraataca' (risas). Tenemos el honor de ser los primeros artistas invitados de fuera de Cantabria y es importante que los espectáculos sean terapias para vencer el miedo, porque ahora es el gran problema que tenemos. Tú ves la gente a la que se le ha muerto un familiar o un amigo, y creo que todos necesitaríamos ahora mismo un análisis psicológico porque nos ha quedado miedo. Y las maneras de vencerlo pueden ser ir al psicólogo o ir a un espectáculo como el nuestro.
Además hemos actuado aquí muchas veces, sobre todo a Torrelavega, que fue donde empezamos, y por eso elegimos también este hospital, que es el segundo, pero que ha tenido muchísimo trabajo durante la pandemia. Lo teníamos clarísimo a la hora de decidirlo. Queremos que la gente se anime y venga a verlo.
El espectáculo habla sobre racismo en un momento en el que parece que muchos han dicho que hasta aquí han llegado a través del movimiento 'Black lives matter'...
No profundizamos mucho con esto. Solo lo nombramos y es muy bonito porque solo nombrar los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ya es importante. Sobre todo porque empieza con el 'hambre cero' , y ahora en noviembre va a empezar la crisis y, por lo que dicen -esperemos que se equivoquen- el hambre será la siguiente guerra, aunque el cambio climático le sigue muy de cerca. Pero sí que es cierto que es un espectáculo para reflexionar, en el que buscamos otro tipo de dramaturgia y hay muchas sorpresas.
El motivo del espectáculo es homenajear a los sanitarios, y hemos querido hacer la comparación del personal sanitario con los exploradores, porque ellos también tuvieron que ir por terreno desconocido, luchando en el caos, y después de muchos errores al final hemos encontrado la solución. Los exploradores cogieron el billete de ida sin el de vuelta, y en el mundo sanitario ha ocurrido lo mismo.
¿De dónde surge la idea de lanzar un espectáculo sobre la nueva normalidad?
Fue casualidad. Estábamos todos recluidos en casa pero teníamos el teléfono, y hablando con un director de un coro me comentó que muchos habían cogido el coronavirus, así que les dije que si estaban aburridos podían hacer teatro digital. Y grabaron un vídeo cada uno y este material ya lo empezamos a usar en el espectáculo...
¿Cómo está la situación el Catalunya?
Pues asustados porque hay rebrotes y nos da miedo que vuelva otra vez... Ahora ya han vuelto a confinar voluntariamente y mucha gente se ha ido corriendo a segundas residencias. Pero también hay más sensibilidad yo creo y la gente toma más precauciones. Algo hemos aprendido.
Lo que también tenemos que ver es que hay que aprender a vivir con la mascarilla, con las medidas de seguridad, y haciendo cosas, porque del cero al todo hay un intermedio. Y en el caso del espectáculo que daremos en Sierrallana, la gente de Cantabria tiene que perder el miedo, tomar todas las precauciones, pero ver el espectáculo con total seguridad.
No se han posicionado abiertamente -si no me equivoco- en lo que respecta a la independencia. ¿Posicionarse en esto es cavar tu propia tumba?
Realmente no nos posicionamos por respeto. Somos cinco y hay posiciones de todo tipo en el grupo, pero en general somos muy globalistas porque hemos viajado mucho por todo el mundo y tenemos el corazón partido por todos los rincones de este país, de Europa, y de otros continentes. Digamos que queremos que la gente se pueda administrar más para cada uno, pero con un pensamiento global, pero tenemos de todo... Los hay más unionistas, más independentistas e incluso anarquistas.
¿Se nota la mano de la izquierda en la cultura cuando está gobernando?
Hay de todo. Nosotros empezamos con Felipe González, y los actores y los gestores culturales son más de izquierdas, está claro. Pero ahora también es verdad que la derecha es más civilizada, como ocurre en Francia, donde valoran mucho la cultura y han llegado a tener el listón tan alto que ya no baja, nadie puede bajarlo.
¿Qué esperan de los próximos meses? ¿La pandemia nos ha enseñado a dejar de pensar tanto en el futuro?
Hay que vivir el presente un poco, ahora dan buen tiempo y hay que aprovechar, y cuando den mal tiempo otra vez nos quedaremos en casa, perfeccionaremos nuestro espectáculo y haremos teatro digital, que es el teatro de la pandemia y del futuro. Habrá que ir viendo qué viene, pero hay que tomar el relevo del ejemplo que han tomado los sanitarios para ahora enfrentarnos al hambre cero, a la desigualdad, al cambio climático, al racismo… A todos los objetivos del milenio. Todos vamos en el mismo barco, y la COVID-19 nos ha enseñado que hay que remar en la misma dirección.