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La Lotería Nacional

No me gusta la Navidad, con su clima de consumismo y falsa felicidad inducidos. Tampoco me gusta invertir dinero en juegos de azar, cuya evidente rentabilidad consiste en que la mayoria de jugadores pierden más dinero del que otros pocos ganan. Ni siquiera tengo una ilusión excesiva por ser opulentamente rico, como para invertir en ella parte del dinero del que dispongo. Pero no son esas las principales razones por las que me rebelo ante el bombardeo de décimos de Lotería Nacional que cae sobre cualquier paisano estos días.

El bar, el club de remo, la ONG, el equipo de fútbol, el sindicato, la cofradía del hojaldre, el viaje de estudios, la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria, el centro de trabajo, la peña racinguista, la asociación ambientalista… movilizan a su gente en estos tiempos, con el fin de obtener unos ingresos importantes para el presupuesto que les permita mantener su actividad. “¿Quieres lotería del Universitario de Cantabria Rugby Club Femenino? Son solo tres euros, juegas dos y uno es para ayudarnos a mantener las instalaciones y comprar los materiales deportivos”. Y cómo decir que no.

Reconozco el mérito de quienes hacen esa labor de manera altruista, porque a mí no hay faceta de la militancia que más me costara que ir colocando papeletas que nunca tocan a la gente que me aprecia. Pero en mi familia, ya que aceptan comprar por compromiso, aprovechan para vender lotería de una asociación ecologista y de solidaridad internacionalista. E intercambian décimos con los hermanos en uno de los rituales tradicionales previos a las sentidas cenas familiares durante las fechas navideñas. No sé cuánto habrán gastado y vendido, ni cuánto habrán recaudado de economías obreras para las arcas del Estado. Como dice el fumador de cajetilla diaria, “prefiero no pensarlo”, pero con esa pasta algún centro social más ya tendríamos abierto en Cantabria.

Puedo entender que a la gente le guste ilusionarse con tener abundante dinero, porque además lo equipara en su imaginario con tener de todo. Y lo gratificante que resulta colaborar con tantas causas. Ya me cuesta más empatizar con la tragedia que se plantea si resultas ser el único de tal o cual ámbito que no jugó lotería. “¿Y si toca?”. Pues perderías a tus colegas, que pasarían a vivir en yates y únicamente se acercarían a tierra en eventos VIP. O qué.

La Real Lotería Nacional de España fue creada en Cádiz en 1811 para aportar fondos a una Hacienda resentida tras la guerra de “la francesada”. Sin duda, a ellos que facturan miles de millones de euros anuales con el sorteo, les salió bien, pero dos siglos después, los colectivos sociales debiéramos explorar formas de financiación que no redundaran más en beneficio del statu quo que en nuestras propias causas. Y abrir un debate sobre la idoneidad de depender tanto de esto y de la venta de alcohol en conciertos para poder desarrollar nuestra labor. Colaboremos con las cuotas, hagamos rifas propias, vendamos productos diversos directamente, material que además nos valga con fines propagandísticos, organicemos cursos, comidas populares… Por favor, agudicemos el ingenio para recaudar fondos a través de otras actividades.

Además, los colaboradores podemos apoyar con una donación sin más, comprar otro tipo de material o echar una mano en algo más que en lo económico, que probablemente sea también necesario y productivo.

“No tenemos sueños baratos”, reza la publicidad del sorteo. Nos dicen que soñamos por encima de nuestras posibilidades. Nos inducen a soñar con ser ricos y no con que desaparezca la pobreza. Yo, al final, estos días solo sueño que me dejáis en paz…

No me gusta la Navidad, con su clima de consumismo y falsa felicidad inducidos. Tampoco me gusta invertir dinero en juegos de azar, cuya evidente rentabilidad consiste en que la mayoria de jugadores pierden más dinero del que otros pocos ganan. Ni siquiera tengo una ilusión excesiva por ser opulentamente rico, como para invertir en ella parte del dinero del que dispongo. Pero no son esas las principales razones por las que me rebelo ante el bombardeo de décimos de Lotería Nacional que cae sobre cualquier paisano estos días.

El bar, el club de remo, la ONG, el equipo de fútbol, el sindicato, la cofradía del hojaldre, el viaje de estudios, la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria, el centro de trabajo, la peña racinguista, la asociación ambientalista… movilizan a su gente en estos tiempos, con el fin de obtener unos ingresos importantes para el presupuesto que les permita mantener su actividad. “¿Quieres lotería del Universitario de Cantabria Rugby Club Femenino? Son solo tres euros, juegas dos y uno es para ayudarnos a mantener las instalaciones y comprar los materiales deportivos”. Y cómo decir que no.