Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Obama paga el solomillo
Si ha habido un personaje decepcionante en el mundo de la política, para mí ese es Barack Obama. De otros no esperaba gran cosa, así que poco podría haberles exigido después, pero la irrupción de Obama fue una corriente eléctrica que recorrió buena parte del mundo, una chispa de luz en un momento de oscuridad generalizada.
Es cierto que tiene mucha pinta de que vaya a cumplirse aquello de “otros vendrán que bueno te harán”, porque la primera rueda de prensa de Trump ha sido una de las mayores mamarrachadas que se han visto en una comparecencia ante los medios. Y vaya si estamos curados de espanto a estas alturas.
Pero volvamos a Obama. Recuerdo que incluso vi con expectación la retransmisión de su discurso de toma de posesión; aquel Washington helador y sus palabras mezcladas con un mágico halo de vaho, desafiando a la crisis. No era solo la economía, era la recuperación moral, el regreso a los valores, la fuerza interior, mirar hacia el mañana con los ojos limpios. Era tan contagioso que a 10.000 kilómetros de la capital estadounidense el mensaje caló con el mismo impacto y, por primera vez en mucho tiempo, la gente creyó.
No se exactamente cuánto duró aquel efecto, pero poco a poco el eco de las palabras se fue apagando, el día a día político volvió a ensombrecer aquel instante frío pero claro y lo de siempre volvió a ser lo de siempre. Quizá la concesión de aquel Nobel de la Paz, apresurado y sin contenido, le nubló la vista.
Obama empezó a parecer cada día más blanco, física, económica y mentalmente; las cosas no cambiaban en Irak ni Afganistán y, quitando los juegos de guerra que (supuestamente) acabaron con la “neutralización de Bin Laden” -así lo suelen llamar allí- la vida siguió igual. El loable intento de dotar al país de un sistema sanitario chocó con demasiadas dificultades y, aunque superó la barrera del Tribunal Supremo, está plagado de problemas que no terminan de resolverse.
En marzo del año pasado Obama pareció, de nuevo, afrontar con valentía un tema serio y viajó a Cuba para rebajar las tensiones con el régimen castrista. Sin embargo, el tiempo ha dejado al descubierto el paripé presidencial cuando ha llegado la factura del solomillo que se zampó en el paladar San Cristóbal.
Aquel paseíto por La Habana Vieja y el aparente acercamiento terminó tan rápido como la tormenta tropical que le acompañó. Al final, ni se trató seriamente el asunto del bloqueo económico que tortura al pueblo cubano, ni se habló con los disidentes, ni se mencionó para nada la palabra Guantánamo.
Ahora Obama se despide derogando la famosa ley de pies secos y pies mojados, en vigor desde la época de Clinton, y nos damos cuenta de que son los honorarios por el viaje turístico a la isla y los beneficios que éste aportó en términos de imagen política. Bien podría haber dejado este asunto en manos de su sucesor, que seguramente le hubiera hecho el trabajo sucio con entusiasmo.
En fin, que los Obama hacen una pareja estupenda, que el árbol de Navidad de la Casa Blanca estaba espectacular, que las niñas son muy fashion, que su perro es muy simpático… pero qué gran decepción.
Si ha habido un personaje decepcionante en el mundo de la política, para mí ese es Barack Obama. De otros no esperaba gran cosa, así que poco podría haberles exigido después, pero la irrupción de Obama fue una corriente eléctrica que recorrió buena parte del mundo, una chispa de luz en un momento de oscuridad generalizada.
Es cierto que tiene mucha pinta de que vaya a cumplirse aquello de “otros vendrán que bueno te harán”, porque la primera rueda de prensa de Trump ha sido una de las mayores mamarrachadas que se han visto en una comparecencia ante los medios. Y vaya si estamos curados de espanto a estas alturas.