María Antonia Rodríguez es asistente personal y auxiliar de enfermería, y cuenta a eldiario.es que existe mucho desconocimiento generalizado sobre la profesión. Ella trabaja para Rocío, una chica de 36 años con parálisis cerebral, incapaz de mover los brazos y las piernas. “La primera vez que la vi me pareció una persona indefensa en silla de ruedas”, confiesa Rodríguez, que añade: “Mi primer instinto fue de protección, de cuidarla, pero ella no quería eso ni loca, estuvo a punto de echarme”.
El punto de inflexión fue el momento en el que entendió que Rocío no necesitaba una segunda madre u otra hermana, necesitaba una herramienta para poder llevar a cabo su vida de manera independiente. Cuenta que mucha gente no entiende realmente lo que hace, algunas personas le han dicho a ver si estaba cuidando “a una chiquita con parálisis cerebral”, a lo que ella contestaba que no, “ni muchísimo menos”.
Ismael Llorens es el presidente de la Federación Vida Independiente (FEVI) y además recibe asistencia personal. Lleva desde los 14 años en silla de ruedas, por una distrofia muscular congénita y degenerativa, y cree que la asistencia personal “garantiza el empoderamiento y autodeterminación de la persona en situación de dependencia, permitiéndole tomar las riendas de su propia vida”.
Llorens explica que son muchos los ámbitos en los que pueden desenvolverse estos trabajadores: “Abarca tareas personales, como las de aseo e higiene, levantarse y acostarse de la cama, ducha, preparar las comidas y ayuda para comer; también contempla otras tareas fuera del hogar, visitas a familiares, estudios, trabajo, ocio, conducción, gestiones, etcétera”.
Rodríguez hace hincapié en el término “jefa” para referirse a Rocío. “Yo no la cuestiono, ni la juzgo, ni la pregunto”, añade. Comenta que, evidentemente, ella tiene sus sentimientos, sus opiniones y su forma de pensar, pero que ha aprendido a guardárselos siempre, “tanto los buenos como los malos”. No obstante, destaca la importancia de que haya “feeling”, como en cualquier otra relación.
“No hago nada más que lo que ella decide, aunque a veces vea que se pueda equivocar”, cuenta Rodríguez, y ahonda en este tema diciendo que tiene derecho a equivocarse “como cualquiera de nosotros”. “Por primera vez en su vida puede decidir lo que ella quiera y como ella quiera”, cuenta la profesional, y finaliza diciendo que a ella le “encanta” su trabajo y le produce una sensación “muy especial”.
“El asistente personal es fundamental para las personas con diversidad funcional”, explica Llorens, para añadir que su existencia permite gestionar todos y cada uno de los aspectos de la vida de esas personas. “Decidir dónde vivir, con quién, qué hacer y qué no hacer, cómo y cuándo… En definitiva, tomar las decisiones de su día a día, lo mismo que hace cualquier persona que no necesita apoyos”, detalla.
La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), en su rama afincada en Cantabria, explicaba también a este medio que los asistentes son personas que están garantizando que los que reciben los cuidados “elijan cómo quieren vivir su vida”.
El propio Llorens insiste mucho en que él no se siente aquejado de ninguna enfermedad, le resulta “indiferente” porque no se considera enfermo: “No sufro, no tengo dolores”, relata, aunque incide en que sí se siente discriminado en muchos momentos: “Inaccesibilidad en edificios o transportes públicos, falta de asistencia personal, baños sin adaptar…”.
Ayudas inaccesibles
Originalmente, la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia relataba en su artículo 19 un derecho a la prestación económica de asistencia personal para personas en situación de dependencia de grado III y de nivel I y II. “Es decir, iba destinada solo a grandes dependientes”, explican a este medio desde la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (PREDIF).
Posteriormente, en 2012, la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad modificó la ley con una resolución, y comenzó a contemplar a cualquier persona que tuviera reconocida la situación de dependencia, haciéndole beneficiaria de la prestación económica con la que estaba dotada.
Llorens se queja de que esta ley es “insuficiente” para cubrir la mayoría de las prestaciones que contempla: “Peor todavía con los recortes del año 2012 de la mano del presidente Rajoy”, comenta. Cuando se le pregunta si las ayudas son adecuadas para los enfermos necesitados de asistencia personal, su respuesta es contundente: “No, rotundamente no”.
Desde PREDIF hacen hincapié en la “gran desigualdad territorial” existente en España con respecto al acceso a la prestación. Las distinciones están presentes en las propias comunidades autónomas, donde cada una se regula de manera distinta. “Colocan a las personas en situación de dependencia en diferente nivel en función de la comunidad en la que residan”, se queja esta plataforma.
Según el presidente de FEVI, en la actualidad, la prestación máxima de carácter general que se puede obtener permite contratar, como máximo, jornadas de cuatro horas. Esto se antoja insuficiente para muchas personas que necesitan cuidados más prolongados a diario, y su coste supone un gasto que no pueden afrontar.
Según los datos ofrecidos por el Imserso, el número de prestaciones otorgadas para la asistencia personal en Cantabria no contempla a ninguna persona, al igual que otras seis comunidades más. Destaca en cambio el País Vasco con 5.462 prestaciones, no obstante esto se debe a que en Guipúzcoa están incluidas las personas mayores de 65 años con apoyos para vivir en su domicilio habitual. Dejando a un lado esta particularidad, el resto del territorio español sumaría tan solo 635 prestaciones para la asistencia personal.
Contratación laboral
Uno de los grandes problemas existentes dentro del gremio de los asistentes personales es el tema de las contrataciones. Desde PREDIF explican que la falta de regulación de las contrataciones de asistencia personal ha puesto “una cuestión a resolver” sobre la mesa de la administración. Desde COCEMFE Cantabria también se considera que “es necesario asignar una categoría o cualificación profesional para esta profesión y establecer un marco laboral adecuado”.
En la actualidad, los asistentes personales pueden trabajar como autónomos o ser contratados por una entidad cogestora o una empresa, también hay casos en los que se da la contratación directa pero al no estar regulada “se convierte en una tarea complicada”.
Para María Antonia Rodríguez, la existencia de plataformas como PREDIF facilitan la contratación para ambas partes. Destaca la “inseguridad” que provoca el establecerse como autónomo, y por otro lado considera que para los propios pacientes es más beneficioso. “Tienen dónde elegir y un sustituto con rapidez”, explica Rodríguez desde la experiencia propia, ya que actualmente se encuentra de baja por una lumbalgia.
Llorens considera que las condiciones laborables de las personas que trabajan como asistentes personales están “pendientes de definir” y añade que, actualmente, “son bastante precarias y confusas”. El presidente de FEVI cree que hace falta un “régimen flexible en cuanto a contrataciones y despidos, pero que otorgue a los trabajadores derechos que hoy no tienen”. Considera que está pendiente de definir con “exactitud y rigor” la figura del asistente personal.
En cuanto a las condiciones laborales de los trabajadores, la figura del asistente personal se equipara con la de auxiliar de enfermería. Según el presidente de Federación Vida Independiente, “con las condiciones que estipula el convenio del personal que trabaja en residencias”, y ha añadido que es posible realizar contrataciones individuales, pero que “surgen muchos problemas con la Seguridad Social”.