Detrás de esos puntos rojos que jalonan Santander se encuentra la primera empresa de inserción laboral creada en Cantabria. El objetivo de Ecolabora, atípico, no es hacer negocio, sino crear empleo. Inscrita como tal en el registro abierto en 2014, da trabajo a once personas y ofrece una respuesta “ética y medioambiental” en un nicho de mercado en el que no hay nadie, el de las personas desfavorecidas. Lo bueno es que cada uno de nosotros lo hacemos posible y no nos cuesta nada.
Gracias a acuerdos con la empresa pública MARE del Gobierno de Cantabria, la Universidad de Cantabria y la mayoría de los ayuntamientos de la comunidad autónoma, los ciudadanos tenemos cerca un total de 175 de estos puntos rojos. Son contenedores cuadrados en los que podemos depositar textil y complementos. Este material se recoge cada día y se centraliza en la planta de transferencia del polígono de Candina. Luego sigue un recorrido hasta determinar si se reutiliza (60,5%), se recicla para fibras (30,7%) o se quema para producir energía (8,8%).
De esta forma, las prendas de ropa, zapatos, bolsos, sábanas o cortinas que ya no utilizamos y que nos estorban en casa, tienen utilidad para otros. La gestión de las más de mil toneladas de ropa recogida en 2015 y las más de 300 recogidas en lo que va de 2016, ha permitido crear once puestos de trabajo y es una forma de que personas con necesidades básicas se vistan dignamente.
Así, el proyecto incluye la comercialización de la ropa reutilizable. Para ello, cuentan con una tienda en la calle Cádiz de Santander, el comercio Koopera, que lleva el nombre de la red nacida en el País Vasco y a la que Cáritas Diocesana de Santander se unió para crear la empresa Ecolabora.
El secretario general de esta institución en Cantabria, Francisco Parra, explica a eldiario.es Cantabria que “llegaban toneladas de ropa y no sabíamos cómo aprovecharla, así que, animados por Cáritas Vizcaya, nos convertimos en empresarios”.Pero Parra precisa que la apuesta es distinta porque, en una empresa de inserción, la característica es que los socios no tienen ánimo de lucro: lo prioritario es formar y dar respuesta a personas con especiales dificultades para encontrar un trabajo. El reto, además, es que la actividad se autofinancie, algo que han conseguido en 2015, con un resultado de explotación de 15.546 euros.
Ecolabora tiene las mismas exigencias que cualquier empresa: auditorías o convenio colectivo, pero trabaja para otra economía, “la economía del bien común”, precisa Parra.
La tienda de la calle Cádiz vende como cualquier otro comercio, aunque es ropa usada e higienizada. El precio oscila entre los 3 y 4 euros. Se atiende también a personas que acuden con vales entregados por el servicio de acogida de las parroquias, con lo que se normaliza la adquisición de ropa.
Todo sirve, como indica la responsable de Ecolabora Cantabria, Gloria Ferrer, quien señala que “se nota la crisis” porque la ropa que va a los contenedores está “más usada”, aunque también hay prendas aun con su etiqueta, sin estrenar. También recogen juguetes o libros, aunque esto debe llevarse a los puntos limpios.
Ecolabora forma parte de la red nacional Koopera, que tiene sedes por toda España. Es una cooperativa de iniciativa social y empresas de inserción impulsada por Cáritas. Tiene dos plantas de selección, una en Munguía (Vizcaya), y la otra en Valencia, con las que centralizan todo lo recogido en el norte y el sur del país.
Apoyo institucional
Los contenedores se encuentran en puntos limpios y junto a algunas parroquias; también en plazas o aparcamientos de varios municipios de Cantabria; y, en Santander, en algunas zonas del campus, gracias al convenio de colaboración con la Universidad de Cantabria.
Además de la reutilización y el reciclado del textil, esta empresa también ofrece otros servicios, como mantenimiento de parques y jardines o mobiliario urbano y tratamiento de aparatos eléctricos. En este sentido, Serra desearía que la Administración reservara partidas presupuestarias de sus contratos públicos para personas en situación de exclusión social, al igual que hace ahora con personas con discapacidad.
A su juicio, la Administración debe apostar por las empresas de inserción y por el medio ambiente. “Parte de la plantilla viene derivada de servicios sociales con lo que, una vez trabajando, pagan sus impuestos, con lo que al final se produce un retorno y un ahorro”, concluye.