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Dos años por abusar de una menor que estaba “totalmente adormilada” porque había consumido un ansiolítico

EP

SANTANDER —

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SANTANDER, 21 (EUROPA PRESS)

La Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado a dos años de prisión a un hombre que realizó tocamientos a una chica de quince años que se encontraba “totalmente adormilada” porque había consumido rivotril, un ansiolítico.

El juicio estaba señalado para este jueves en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, pero al inicio del mismo el ministerio fiscal y la defensa del acusado han alcanzado un acuerdo.

Éste ha reconocido los hechos y ha aceptado la pena propuesta como autor de un delito de abuso sexual a menores, con la concurrencia de la circunstancia atenuante de intoxicación leve, ya que estaba afectado levemente porque había tomado alcohol y también el mismo ansiolítico que la chica.

Además de la pena de prisión, se le prohíbe comunicar y acercarse a la víctima durante tres años, se le inhabilita para desempeño que conlleve contacto con menores durante cinco años y se le impone una medida de libertad vigilada tras la salida de prisión de cuatro años.

En concepto de responsabilidad civil, se le condena al pago de una indemnización a la menor de 3.000 euros por el daño moral que le ha causado.

Según el escrito de conformidad que se llevará a sentencia, el ahora condenado, con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales, se acercó a la chica aprovechando que estaba “totalmente adormilada”, debido a que había consumido rivotril que le había facilitado otro menor.

El acusado, que era “plenamente consciente” de ello, procedió a “realizarle tocamientos en los pechos, por fuera de la ropa, así como por las piernas y la zona genital, besándole una mano”.

La chica no era capaz “de articular palabra o reaccionar en forma alguna por su estado de severa limitación de consciencia por la previa ingesta de la sustancia mencionada”.

Ante esa situación, un amigo de la joven le dijo al acusado que cesara en su conducta y se llevó a la chica a otro lugar, junto a otros amigos.

Entonces, “el acusado, lejos de deponer su actitud, presidido por idéntico ánimo, comenzó nuevamente a manosear a la menor”, todo ello mientras ella “permanecía inmóvil y adormecida, todavía bajo los efectos del rivotril, incapaz de hacer manifestación alguna y oponerse a la acción del acusado”.