'Estela Urbana': la historia del género musical que en los 90 luchó contra los estigmas para asentarse en Cantabria
Una treintena de testimonios conforman un documental que repasa la incursión del hip hop en una comunidad en la que las nuevas corrientes tardaban más en llegar: “En los parques estaban los raperos y los grafiteros con los yonquis”
La operadora de cámara y fotógrafa Victoria Ochoa y el artista Vik Faded empezaron 2022 con un propósito: contar la historia del hip hop en Cantabria desde sus inicios. Ahora, un año después, se han dado cuenta de que lo han conseguido, y es que los primeros días de este 2023 han traído consigo el estreno de su documental 'Estela Urbana', un trabajo “con mucho curro detrás y sin apoyo económico” pero del que se sienten “muy orgullosos”.
Su inquietud nació casi de casualidad y es que al ponerse a indagar en la cultura del hip hop en Cantabria, Ochoa y Faded comprobaron que no había “prácticamente nada”. “Todo lo que se ha hecho casi siempre ha sido sobre rock”, apunta el artista. Precisamente, al estar ambos en el 'mundillo' del underground, les resultó relativamente sencillo comenzar a contactar con esos precursores de este género musical denostado y desconocido a partes iguales.
Los comienzos del hip hop en Cantabria datan de los años 90 y, como cuentan Ochoa y Faded, se puede decir que fue una incursión progresiva. “Cantabria no tenía base militar estadounidense y no había forma de que la música rap llegase de forma directa. Tampoco era una gran ciudad ni tenía grandes relaciones con los lugares donde este tenía más auge así que, básicamente, la cosa fue llegando a medida que lo veían en la TV o por discos sueltos que aparecían en los centros comerciales”, aseveran los directores del documental.
Pero la cultura fue entrando en la comunidad y poco a poco se fue haciendo con adeptos como DJ Yata, ahora productor musical y una de esas figuras imprescindibles sin las que en Cantabria no se entendería el rap. “Él nos ayudó muchísimo a la hora de contactar con aquella gente que nos resultaba más difícil y, por supuesto, también nos contó su historia”, revelan. Y es que, además de en Santander, el hip hop comenzó su andadura en pequeños núcleos como Astillero o Maliaño, donde los interesados en el género empezaron a juntarse y a trabajar en proyectos que continúan a día de hoy.
“Nos hemos dado cuenta de que todos tenían muchas ganas de un proyecto así porque en Cantabria nunca se daba la visibilidad o, cuando se daba, era sacando fragmentos pequeños en medios locales. Al final, nunca se había hecho un documental como tal y nunca había podido ser su voz la que presentasen”, relatan. Y este es un gran momento para hacerlo puesto que, tras años de estigmatización y desinformación, el género urbano ha ido copando cada vez más espacios en una sociedad donde el rap, el reguetón o el trap ya no son una cuestión de minorías. “Prácticamente, no se podía hablar de esto en los medios porque a nadie le interesaba y era muy underground”, añade Faded.
Esa falta de interés, sumada a un desconocimiento total sobre este género musical estadounidense, terminó por generar ciertos estigmas entre los afines a la música urbana que, a día de hoy y a pesar de la mejora, pueden seguir encontrándose en ciertos sectores de la población. “Uno de los entrevistados nos contó que un día, paseando por el centro de Santander, un hombre lo reconoció como artista de su grupo y le dijo que tenía algo que le iba a gustar... ¡Y le sacó un revólver!”, explica Ochoa como ejemplo de los prejuicios que tuvieron que asumir aquellos que empezaron con el género.
Tal y como adelantan los directores, el grupo Fusion Klan también habla sobre esa época de estigmas infundados y recuerda cómo en los parques compartían espacio con más grupos del underground como los grafiteros, pero también con los yonquis. “Claro, ellos no hacían nada malo, solo rapeaban allí durante horas e intentaban cambiar los barrios a mejor”, señala Ochoa.
Así todo, y aunque en esos principios tan impredecibles no sabían cómo iba a impactar lo urbano en su vida, absolutamente todas las caras que pasan por la filmación se muestran satisfechas de haber elegido esa “forma de vida”. “Te dicen que para ellos haber conocido esta música les ha llevado a amistades y mucho más. Es algo con lo que se sienten identificados y algo de lo que forman parte”, asegura Ochoa.
Por su parte, Faded recuerda el testimonio del rapero PlaF, que hablaba del hip hop como una forma de expresarse. “Él cuenta que el que hace hip hop tiene unas inquietudes internas y todos las saben porque hay una especie de conexión diferente ahí. La verdad es que en el documental se puede apreciar mucho esa unión entre todos”, admite el director.
Presencia femenina
No obstante, entre la treintena de entrevistados que han contribuido a contar sus historias para 'Estela Urbana' no se encuentran muchas mujeres ya que, al igual que ocurre con la mayor parte de los géneros, su presencia ha ido aumentando con el tiempo pero sigue sin ser del todo igualitaria. Sobre ello, los directores del documental explican que han preferido ser “fieles a la realidad” y que en ningún momento han “forzado” meter a mujeres “con calzador y que no tengan que ver con el urban”. “El objetivo era contar relatos de personas que viven y hacen esta música”, sentencia.
Pero sí que hay “varias” cantantes e incluso una miembro del jurado en batallas de gallos. “Esta última nos contaba la pena que le da ver que en las batallas solo hay hombres, a pesar de que ellos están abiertos a que las mujeres participen y se vayan animando cada vez más a ir a este tipo de eventos”, cuentan los directores antes de añadir que, en el caso de Cantabria, muchas artistas deciden abandonar la comunidad por falta de colaboración y apoyo entre ellas.
Tanto es así que algunas terminan totalmente desencantadas con el lugar que les vio nacer “y parece que reniegan”. “Ha habido dos artistas bastantes conocidas que no han querido participar en el documental. Hemos contactado con ellas y nada. Pensamos que es por recelo con Cantabria y quizá con sentirse poco apoyadas”, advierten.
Esta filmación, que se podrá disfrutar en exclusiva este 7 de enero en la Sala Bretón de Astillero, desde las 17.30 horas, no contará “por el momento” con una publicación a través de redes sociales debido a que los directores continúan intentando buscar formas de llegar al público y de contar con apoyo económico para un trabajo en el que, además de un año de sus vidas, han tenido que dedicar sus propios recursos.