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Alumnado que sigue sin enfermera tras varias urgencias y 'enjaulado': las carencias de la educación especial en Tenerife

El hijo de Nancy mira desde la zona enrejada el patio del CEIP Los Cristianos. (CEDIDA)

Iván Suárez

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El primer episodio ocurrió un jueves a mediados de octubre en una de las dos sedes del Centro de Educación Especial (CEE) Adeje, en el sur de Tenerife. En concreto, en la ubicada en Guargacho. Un niño de ocho años con parálisis cerebral sufre una grave crisis epiléptica. El personal no logra estabilizar al menor y hay que llamar al 1-1-2 para pedir una ambulancia. El niño es trasladado al Hospital de La Candelaria, donde queda ingresado y se recupera. En el colegio no había enfermera.  

El pasado lunes se produce una escena similar en las mismas instalaciones. Paola, presidenta de la AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) Flor de Inca, está en el centro haciendo las fotos para Navidad y lo presencia. En esta ocasión, es una alumna de 19 años quien sufre la crisis. De nuevo tiene que acudir una ambulancia. “Al no tener enfermera en el centro, se decidió que ese era el protocolo”, explica.

Entre ambos episodios, hay otra urgencia. A un niño de cuatro años se le sale el botón gástrico, la sonda a través de la que se alimenta. Es un pequeño tubo de silicona que se coloca a través de la piel del abdomen hasta el estómago. Esta vez no hace falta que acuda personal sanitario porque se da la circunstancia de que la madre del menor se encuentra en ese momento en el colegio y sabe cómo actuar ante esta emergencia.

“Un centro de educación especial no puede funcionar sin una enfermera”, subrayan las familias. Es una de sus principales reclamaciones. Tras el primer episodio de este curso, la AMPA Flor de Inca se dirigió a la Consejería de Educación para insistir en la necesidad de contar con esta figura, “la más importante para el alumnado, hasta el punto de que sus vidas corren peligro sin ella”, remarca ese escrito.

“No sólo hablamos de atender las necesidades médicas del alumnado, en el día a día (control de constantes, saturación, azúcar, tensión arterial, curas o extracción de flemas, entre otras). También se trata de atender urgencias, administrar medicación de rescate y estabilizar a un niño mientras llega una ambulancia. Su vida puede depender de ello”, exponían en ese escrito familias de niños y niñas del CEE Adeje. 

Melody es madre de un niño de siete años que padece una enfermedad rara. “Él come por un botón, no camina, no habla, está en su carrito. Necesita 24 (horas)/ 7 (días) atención. Cuando entró, hace unos tres años, tenía una enfermera para él y estaba muy bien, pero en el segundo año nos dijeron que no había auxiliares ni enfemeros ni nada y me tuve que ir con mi hijo para mi casa y hasta febrero por lo menos no nos dieron seguridad para empezar”, recuerda.

En el centro hay en la actualidad cuatro auxiliares de enfermería y una sola enfermera que, además, sólo acude los viernes. Desde la Consejería de Educación admiten que falta una enfermera. “Es algo de lo que somos conscientes y que se está buscando en estos momentos”, señalan.

El servicio de apoyo al alumnado con necesidades educativas específicas (NEAE) está externalizado desde hace décadas en Canarias. Desde 2016 está en manos de Aeromédica merced a un contrato que lleva cerca de cuatro años vencido. A la espera de que se publique la nueva licitación, la empresa sigue prestando el servicio a través de un procedimiento excepcional, los llamados expedientes de nulidad, facturando mes a mes.

Según la información trasladada a las familias por la Consejería de Educación, el problema radica en que Aeromédica no encuentra a personas que estén interesadas en trabajar en el sur de Tenerife y que, al estar el contrato en nulidad, la administración tampoco puede iniciar un procedimiento sancionador contra una empresa cuyos trabajadores han denunciado recientemente sus condiciones laborales, con sueldos muy por debajo de los emolumentos que percibe el personal público.

“Es cierto que hay una carencia importante de enfermeras dentro del Archipiélago, pero es responsabilidad de la Consejería de Educación proveernos a todos de esa figura, porque nuestro alumnado es sumamente delicado y las auxiliares de enfermería no tienen la competencia sanitaria que necesitamos dadas las condiciones médicas y físicas de nuestro alumnado”, explica Paola, presidenta del AMPA.

“Si la tiene que contratar directamente la Consejería de Educación, que la contrate la Consejería de Educación. Nunca pasa nada hasta que pasa. Y luego, ¿quién va a ser el responsable? ¿Quién va a asumir la responsabilidad si hay una desgracia con uno de nuestros hijos?”, se pregunta Yamila, madre de un niño que padece una enfermedad rara que le causa una discapacidad severa intelectual y física.

'Enjaulados' en medio de un patio

El CEE Adeje está dividido en dos sedes. Una, la de Guargacho, está ubicada en el antiguo tanatorio municipal. En este centro, “no hay lugares de esparcimiento, no hay dónde hacer recreo, no hay comedor”, señala Paola. “Nosotros recibimos la comida de un catering para poder distribuirla dentro de las mismas aulas”, añade la presidenta del AMPA, que insiste en que el espacio no reúne las condiciones para albergar a un alumnado con discapacidad motora. “No es lo mismo tener cinco niños sentados en un pupitre en las escuelas ordinarias que tener cinco niños en sillas de ruedas. No hay espacio, no caben”, insiste.

La segunda sede está dentro del CEIP Los Cristianos y se abrió el año de la pandemia porque el centro de Guardacho se había quedado pequeño. “Están dentro del patio de un colegio ordinario (en aulas prefabricadas) y están enjaulados”, denuncia Yamila. Nancy, la madre de un alumno de 19 años con un autismo severo, utiliza la misma palabra. “Mi hijo está metido en una jaula donde ve el patio de los otros niños a través de una valla, como si estuviese en una cárcel. Y se abre cuando ellos quieren. Mi hijo ve a los demás niños a través de una reja”, explica.

“El aulario de Los Cristianos es aún más deprimente que el de Guargacho, porque se ha enrejado la parte que se habilitó con aulas de chapa. La imagen es dantesca”, lamenta Paola. “Es difícil de ver y de asimilar. Y para las familias es muy duro porque no tenemos unas instalaciones dignas. Es terrible a la vista y de todo menos educativo”, contrario al principio de inclusión que debe regir la educación especial, tercia Yamila.

En la actualidad hay 32 alumnos y alumnas en la sede de Guargacho y 19 en Los Cristianos. Educación ha propuesto trasladar a estos últimos a otra infraestructura, a la antigua escuela infantil del caso viejo de Adeje, que se está habilitando para ello. Desde la Consejería informan de que el Ayuntamiento del municipio sureño está ejecutando la obra y la previsión es que puedan estar finalizadas en febrero, aunque “es tan sólo una estimación y dependerá de la evolución” de los trabajos.

Otras reivindicaciones

Las familias tienen más revindicaciones. En materia de personal, además de las aludidas con respecto a la falta de enfermeras, reclaman otro fisioterapeuta y otro terapeuta ocupacional, ya que en la actualidad sólo hay uno de cada profesión para las dos sedes. “El centro cuenta con los recursos que le corresponden”, responde la Consejería de Educación.

“También nos encontramos con el problema de que no tenemos ni acogida temprana ni permanencia y las familias no pueden trabajar. Si tu hijo entra a las nueve de la mañana y sale a las dos de la tarde, es matemáticamente imposible que yo trabaje ocho horas”, apunta Yamila, que recuerda que las tardes “son para llevar al niño a terapia”.

“Me levanto a las seis y media de la mañana. Tengo que duchar a mi hijo (de 19 años y con autismo severo), desayunar y darle la medicación antes de salir. Lo entrego en la guagua a las ocho y media y voy al trabajo. Mi hijo sale a las dos del colegio y mi horario es hasta las dos y media. Tengo que estar saliendo antes y gracias a que en mi trabajo tengo esa opción, pero no todas las familias tienen esas facilidades”, cuenta Nancy.

Otra de las madres, Melody, dejó de trabajar. “Me encargo de él porque es imposible tenerlo como lo tengo y trabajar. No tengo a quién dejárselo. Tengo ayuda de mi mamá y de mi hermana, pero mi hermana tiene sus hijos y mi mamá no puede cargarlo”, relata. En su caso, va a buscarlo a la una en vez de a las dos porque teme que le pueda pasar algo en el comedor y que nadie pueda reaccionar.

Algunas de las quejas aluden a cuestiones organizativas. Este año se produjo un traslado de alumnado de una sede a otra. Nancy explica los problemas que estas modificaciones tienen para alumnos como su hijo. “Primero fue de Guargacho a Los Cristianos y el año que viene irá al centro nuevo de Adeje. ¿Por qué hacerle pasar a un niño con autismo dos cambios en un mismo curso? No es razonable, yo a mi hijo tengo que anticiparle los acontecimientos con un tiempo prudencial. Es un desafío nuevo cada día, o un enfado porque no sabe lo que es, una frustración, y le tienes que dar una calidad de vida”, sostiene.

“Hace rato que se dejó de hablar de los niños y las niñas. Hace rato que se perdió el foco. Y ese es el problema, que nadie piensa en los niños. Y mucho menos en las familias”, concluye Yamila.

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