José Sacristán (Chinchón, 1937) estará este fin de semana en el Palacio de Festivales de Santander presentando 'Señora de rojo sobre fondo gris', y lo hará por triplicado, porque la función se celebrará el viernes, el sábado y el domingo. Y por si fuese poco, el 6 de marzo volverá a Cantabria, aunque esta vez estará en el Teatro Municipal Concha Espina de Torrelavega. Y sí, Sacristán regresa, aunque no lo hace porque alguna vez se haya ido, sino porque la pandemia paralizó la obra con la que lleva dos años recorriendo España. Y lo hace lleno de entusiasmo porque vuelve a una tierra a la que declara tener “mucho cariño”: “Aquí he tenido uno de los premios que me han dado que más valoro, que es el Demetrio Pisondera, que, además, me lo dio mi amigo Américo, una de las mejores personas que he conocido”. Pese a las despedidas y el pasar de los años, Sacristán admite que se encuentra en el mejor momento profesional de su vida: “Tengo un trabajo con el que puedo rendirle homenaje a alguien a quien tuve el privilegio de conocer”. Y es que el actor madrileño conoció a Miguel Delibes, autor de la novela, y tuvo que despedir hace apenas un año y medio a José Sámano, el director de la obra que adaptó este libro al teatro junto al propio Sacristán e Inés Camiña. Sin embargo, lejos de la pena de recordar a los que ya no están, José Sacristán vive en el ahora, un ahora que le hace mantenerse al pie del cañón en cada actuación, pero también en la actualidad política, algo por lo que siempre ha sentido especial afinidad debido a que ha marcado su vida desde el momento de su nacimiento en plena Guerra Civil: “No imaginaba que un partido como Vox tuviese tanta cabida en la España de este tiempo”, cuenta con cierta pena. Hijo de un republicano, y posteriormente simpatizante del Partido Comunista, apoyó públicamente a Podemos para las elecciones del 26 de junio de 2016, aunque ahora las tornas han cambiado y su simpatía hacia el líder de Podemos, también: “Pablo Iglesias tiene que ser el protagonista y robar plano como sea”.
Presenta en Cantabria 'Señora de rojo sobre fondo gris', una novela de Miguel Delibes adaptada al teatro que habla sobre la muerte, algo con lo que desde marzo convivimos día a día. ¿La muerte puede llegar a normalizarse en una situación como la que estamos padeciendo?
Conviene normalizarla siempre, en situaciones de cualquier tipo, porque tarde o temprano te tienes que morir. No es cosa de pensar todos los días a todas horas en la muerte, pero, aunque parezca una paradoja, hay que convivir con la idea de la muerte. Precisamente la resistencia a la finitud es lo que hace aparecer las religiones, las trascendencias y otras puñetas, y eso es porque cuesta trabajo aceptarlo. Pero no hay más remedio que hacerse a la idea de que uno se tiene que morir. Ahora lo que escandaliza es el número de personas que mueren a diario y, sobre todo, la amenaza siniestra de no verle la cara al enemigo y no saber cuándo se le pueda vencer. Pero ya decía el gran Albert Camus: “Los hombres mueren y no son felices”, y este principio ahí sigue estando.
Lleva desde 2018 interpretando esta obra. ¿Ha cambiado en algo su forma de interpretarla? Quizá la pandemia...
No, no. Las pandemias no afectan al estilo interpretativo ni las intenciones. Lo que cambia, cambia permanentemente porque lo que no puedes hacer es caer en la mecanicidad, en el hecho mecánico de repetir todos los días lo mismo. Siempre hay, dentro de unos parámetros, unas coordenadas que son las que marcan la historia y el perfil del personaje, y hay unas variantes sobre las que yo procuro transitar, que hacen que el espectador que está viendo la función un día, vea algo que ni se ha visto antes ni se va a ver después. Es algo que está vivo, pero da igual que haga calor o frío, hay que procurar que el espectador vea algo que no sea previsible.
Con la comparación que ha hecho Pablo Iglesias entre el exilio republicano y el del señor Puigdemont me ha terminado por parecer sencillamente miserable
Habló hace un tiempo de que los nuevos partidos no habían cumplido las expectativas. Ahora que parte de esos nuevos partidos están en el Gobierno, ¿piensa lo mismo?
No soy de los que señalan a la clase política como si fuesen unos seres extraños porque nos representan. Cuando un político dice o hace estupideces –o lo que a unos les parecen estupideces– no te quepa duda de que eso es lo que le encanta al que le sigue. Lo único que podemos hacer es preguntarnos cuántos somos los que no somos partidarios de que digan estupideces, y cuántos somos de los contrarios... Pero no me atrevo a hacer un juicio de valor porque la pandemia y la crisis han puesto patas arriba cualquier sistema y cualquier forma de gobierno, y lo estamos viendo en todo el mundo. Esto ha dejado a todos con el culo al aire, y sería injusto y atropellado señalar. Hay cosas que se hacen mal, sí, pero no voy a ser el que tire la piedra para decir que todo está mal. Se hace lo que se puede.
Aunque aprovecho la ocasión de la pregunta para señalar que lo que he dicho de Pablo Iglesias en ocasiones, que tenía demasiado afán de protagonismo, con la comparación que ha hecho entre el exilio republicano y el exilio del señor Puigdemont me ha terminado por parecer sencillamente miserable. Esa comparación no cabe en la cabeza, y más aún cuando ha sido dicha por alguien de izquierdas. Pero es que él sabe que no tiene ni idea, y ni con esas se puede callar. Tiene que ser el protagonista y robar plano como sea, así que dice estas sandeces.
Recuerdo que cuando estaba ensayando esta obra Luz Sánchez Mellado me hizo una entrevista en el teatro, y vi pasar a Carmen Calvo por la puerta y le dije que se pusiesen de acuerdo con Unidas Podemos. Pues a día de hoy sigo pensando lo mismo: se tienen que poner de acuerdo. Está claro que las diferencias no son buenas.
¿Cree que la coalición PSOE-Unidas Podemos volverá a repetirse?
Creo que va a ser difícil porque está claro que uno de los dos no está a gusto con el papel al que le han relegado, y por eso está constantemente pegando codazos para salir en la foto.
Trump tiene 72 millones de estadounidenses que piensan que es él el que tiene que gobernar: la fuerza del imbécil se la dan los imbéciles
El auge de partidos de extrema derecha ha traído consigo que muchos jóvenes se afilien a formaciones como Vox o incluso que defiendan públicamente a Franco. ¿Qué opina de esta situación?
Confío en que no cale en la gente joven... No imaginaba que este partido tuviese tanta cabida en la España de este tiempo, pero debo decir que el detonante de la subida de Vox fue el aplazamiento de las elecciones. Aquel primer no ponerse de acuerdo la izquierda fue lo que hizo que Vox tirara para arriba. Lo de la extrema derecha es como el atropello que han supuesto los cuatro años del señor Trump en Estados Unidos, y aún así tiene 72 millones de estadounidenses que piensan que es él el que tiene que gobernar. La fuerza del imbécil se la dan los imbéciles. Eso es así, que no te quepa duda. Lo que está claro es que es una realidad que no solo pasa en España. Desde mi punto de vista, el motor del Brexit también tiene un tufo a señoritismo… Y también hay algo de eso en los nacionalismos, que aunque se intenten disfrazar de cosa de izquierdas, tienen un tufo a exaltación de la patria y los dioses que me pone de los nervios. Y lo de las patrias o las banderas, a mí me da igual una que otra.
¿Cree que es exagerado decir que se está dando el caldo de cultivo perfecto para que comience a haber enfrentamientos en la calle?
Sí. Quizá peco de ingenuo, pero tengo años suficientes para haber visto lo que fue la violencia y confío en que no llegue a darse esta situación. Pero cuando ves a esta gente tocando los cláxones con la bandera y gritando libertad sí que se te ponen los pelos de punta... Si en algún momento hay que elevar unas preces a quien sea, voy y las elevo, y haré lo que haya que hacer para que no vuelva nada que se le parezca a aquello que yo viví.
Usted, que siempre se ha posicionado políticamente, ¿qué opina de la equidistancia de algunos de sus compañeros?
Allá cada uno. A estas alturas sigo el consejo del tío Tomás de mi pueblo, que decía: “Lo primero es antes”. Hay un orden de prioridades para mí y no está en ese orden el opinar o pensar siquiera qué hace el resto.
Lo de las vacunas es la hostia, pero toda la vida ha habido gente que se ha aprovechado de la situación
Últimamente ha habido bastante polémica con los jóvenes youtubers que se van a vivir a Andorra para evitar pagar impuestos en España. En el otro lado del tablero están los políticos que se vacunan antes de tiempo. ¿Qué opina sobre esta falta de solidaridad que estamos viendo en medio de una situación tan complicada?
No es nuevo esto. De hecho, don Miguel de Cervantes ya en 'El Quijote' señalaba comportamientos bastante irregulares en cuanto a la conducta de unos y otros... Sobre lo de los youtubers no opino porque como no tengo ni teléfono, no sé lo que son ni me importan. Pero el ser humano viene haciendo cagadas desde tiempos inmemoriales, así que no me sorprende. Aunque sí me escandaliza y me molesta. Lo de las vacunas es la hostia, lo que pasa es que tampoco voy a decirte que en mis tiempos no pasaba, porque no es así. Toda la vida ha habido gente que se ha aprovechado de la situación.
¿Diría que en este momento está disfrutando de una de las etapas más bonitas de su carrera?
Sin duda alguna. Sé que es una situación de privilegio y lo agradezco públicamente porque tengo la posibilidad de poder elegir mi trabajo y que sea este: un trabajo que no solo me satisface como actor, sino como individuo, y en el que además puedo rendirle el homenaje debido a alguien a quien tuve el privilegio de conocer (Miguel Delibes, el autor, y José Sámano, el director de la obra). Y lo que ocurre alrededor, en mi caso es la felicidad que me proporciona un oficio al que amo y el entorno en el que vivo. Sé que estoy donde estoy y que esto se debe a la fidelidad de alguna serie de personas que siguen mi trabajo y me sostienen en este bendito oficio.