Después de vivir un año que ha marcado un antes y un después en su carrera por su candidatura a Eurovisión, David Martínez (Alcalá de Henares, 1985), conocido artísticamente como Rayden, se encuentra en uno de sus mejores momentos. Y es que la tranquilidad que da saber que tiene un público fiel que le acompaña en cada paso no le ha restado ni una pizca de su valentía a la hora de reinventarse en cada canción: “Cada tema es una propuesta nueva y aplaudo a mi público porque, cuando lanzo algo, cruzan los dedos y dicen que a ver por dónde salgo”. Así y para demostrar por qué cada vez gana más adeptos, este músico que comenzó su carrera en 2002 formará parte este sábado del Negrita Music Festival de Santander, pero antes ha tenido unos minutos para hablar con elDiario.es y hacer un repaso a su trayectoria y al futuro: “No volvería al rap ortodoxo, porque ahí sentiría que me estoy vendiendo (...) Llegar donde estoy ha sido un camino y una convicción”.
Lleva 20 años en la música, ¿cómo le ha sentado este tiempo? ¿Es más viejo o más sabio?
Pues las dos porque tengo más canas [[ríe]]. Tengo la sensación de que todo está pasando muy rápido, menos mal que tengo la suerte, lo digo también por mi entorno, de que la gente no suele disfrutar de lo bueno, sino que lo da por hecho. No lo sienten como alivio porque lo creen merecer, pero yo soy una de las personas que sí disfrutan de todo lo bueno que ocurre y lo celebran como tal, y a pesar de lo rápido que está pasando todo, que parece que es un pestañeo. Pues mira, hasta los pestañeos se celebran.
¿Y qué queda del David que ganó la Red Bull Batalla de los Gallos?
Creo que mi música sirvió para saber conectar con el público y saber llevarlo luego como frontman. Sirvió como primera toma de contacto para saber manejar el público en el mejor sentido.
Le entrevisté hace dos años y me comentó que algunas de las relaciones amorosas que había vivido no habían funcionado por equipararlas a lo que siente encima de un escenario… ¿Madurar también va de buscar más la tranquilidad que las montañas rusas?
Creo que madurar te da un ticket para empezar a subirte a las atracciones que tienes dentro de ti. Dejar de buscar fuera y dejar de culpar fuera lo que a lo mejor tienes que buscar y analizar dentro. Eso también lo da la edad y cuando te atreves a mirar dentro de ti a lo mejor ves cosas que no quieres ver y otras que te sorprenden para bien. Ríete tú del Dragon Khan comparado con lo que tenemos dentro.
En esa entrevista también hablamos de lo poco que le gustaba el ministro de Cultura de entonces, José Manuel Rodríguez Uribes. ¿De Iceta piensa lo mismo?
Creo que ha tenido más que ver con que en la pandemia hubo un momento de crisis a nivel cultural porque pedíamos auxilio y veíamos a un negligente como en el caso de Uribes. El Ministerio de Cultura también tiene que ir de la mano con el Ministerio de Turismo y con el de Industria. Son tiempos difíciles porque también hay un déficit de materias primas e incluso de aceros, lo que está haciendo que se están levantando festivales con lo justo, e intentando hacer el truco de los panes y los peces. Es una situación difícil. Pero creo que cuando un ministro de Cultura se hace noticia es malo, cuando se hace notar es malo, es mejor que no se le vea porque eso quiere decir que tal vez esté haciendo algo. La cultura es un motor económico y viene de la mano con el turismo, hay muchas poblaciones que gracias a la celebración de festivales se convierten en puntos neurálgicos de turismo y de encuentro. Eso es innegable, al igual que todos los puestos de trabajo que se generan.
¿Qué opina del reguetón? ¿Es de los que lo odia?
Hay que ser muy narcisista para odiar un estilo de música por el mero hecho de existir. Creo que tiene que pasar algo malo en la cabeza de uno para odiar, no solo a nivel general un estilo de música sino como grupo. Hace poco ocurrió con Coldplay, que llenó más de 200.000 personas en cuatro fechas y hay gente que eso lo odia, y les desean enfermedades… A mí no me gustan ni me disgustan. Hay artistas que no me gustan y otros que sí. Ayer estuve viendo una actuación que hizo Bad Bunny con ‘Titi me preguntó’ en Nueva York en los VMAs y a mí me encanta. Y hay otras propuestas con las que no conecto tanto pero creo que tiene que ver con afinidades. Eso ocurre con todos los estilos de música. A lo mejor con el rock urbano conecto más a nivel general, pero también hay cosas que no me gustan y luego está el disco de Muse, que acaba de salir y me encanta. Pero bueno, estamos en la época de identificación con la forma y parece que necesitas decir que no te gusta algo para hacerte creer que tu opinión importa.
¿Tiene alguna línea roja en la música?
Pues por ejemplo volver al rap ortodoxo, porque ahí sentiría que me estoy vendiendo... Es algo que ya no siento y que las letras no me piden. Contentar a los de antes de 'Si vas' cuando todavía no tenía conocimientos musicales ni herramientas sería venderme porque intentaría llegar a un nicho que no quiero hacer y que no me nace hacer. Llegar donde estoy ha sido un camino y una convicción… Y entiendo que haya mucha gente que cuando te empieza a escuchar desde una edad muy temprana atesora los artistas que le gustan y los grupos, y en el momento en el que tienen otras inquietudes y que van creciendo y ensanchando, hay mucho público joven que se queda por el camino, se enfada y pide que vuelva lo de antes, cuando lo de antes sería la muerte de la música y la réplica.
¿A usted le ha pasado?
No. Cada tema es una propuesta nueva y aplaudo a mi público porque, cuando lanzo algo, cruzan los dedos y dicen que a ver por dónde salgo. La siguiente que saco, que será en tres semanas, es otra vuelta de tuerca y la siguiente será otra, y a mí me encanta eso porque me parece muy estimulante, y porque luego escuchas los discos y como conceptualidad tiene toda la coherencia y todo el sentido. Entonces me gustan esas piezas que parecen totalmente aisladas de lo demás y luego forman parte de una pieza conjunta. Pero a mí, por suerte, como ya tengo al público acostumbrado no me piden que vuelva a lo de antes, sino que más bien es un “a ver qué hace ahora”.
Una persona con dos dedos de frente no puede estar en contra de la ley del 'solo sí es sí'
El otro día me comentaban Arnau y Eric, de Arnau Griso, que al llegar al gran público habían perdido un poco de su esencia, y ahora, que se van a separar, piensan que tal vez tendrían que haberla conservado un poco más. ¿Llegar alto siempre va ligado a perder un poco de independencia?
No. Creo que tiene que haber muchos factores detrás. A Eric y Arnau les quiero mucho, pero la situación es totalmente diferente. Yo cada vez siento más que soy parte de una banda aunque el nombre sea Rayden. Cada vez me escudo más en ellos y les doy más protagonismo. Siento que está siendo algo más coral y eso me permite no perder la esencia y a lo mejor por tener cada vez más inquietudes musicales y conectar y no intentar afianzar nada, pues arriesgo y no siento que pierdo la esencia, sino que mantengo el no dar nada por hecho, de no conformarme, pero hasta si me pongo una ropa en un videoclip ya no me vuelvo a poner la prenda. Tengo una tara con eso. Siempre intento hacer cosas diferentes y a lo mejor por eso nunca pierdo la esencia.
‘Caza de pañuelos’ ha vuelto a recobrar protagonismo con la aprobación de la ley del 'solo sí es sí’. ¿Por qué siguen siendo tan pocos los hombres que se posicionan abiertamente a favor de esta ley?
Siempre me gusta decir que la vida real no es Twitter porque ahí parece que todo el mundo se cree tertuliano y tiene que opinar algo. Y una persona con dos dedos de frente no puede estar en contra de esta ley. Todas las personas que nos estamos deconstruyendo estamos pasando por un proceso a nivel interno en el que a veces pecamos de abanderar una causa cuando realmente lo que deberíamos hacer es estar relegado a la parte de atrás. Hay cierto narcisismo en querer encabezar causas, un narcisismo que puede ser involuntario, por supuesto. Pero considero que los que nos cuestionamos cosas estamos aprendiendo sobre la marcha y por eso a lo mejor en voz alta no se admiten tanto estas cosas, porque puedes caer en intentar sacar de eso un rédito o un reclamo.
Rehúye del sentimiento de patria, ¿por qué? ¿No puede existir una patria sana?
Es difícil porque hay una patria en España de cartón piedra. Hay una bandera que no representa porque se ha utilizado para una serie de cosas que no abanderan la libertad. Yo veo otros países como Argentina o Italia que están orgullosos de su bandera, pero la nuestra da sarpullidos. En torno a esto, el sentido de patria resta libertades porque no hay empatía ni cohesión, sino que hay una indivisión compartida. Es muy difícil en España defender el sentido de patria porque hablando de ella se han cometido muchas aberraciones. Es una indivisión compartida en la que cada uno se quiere separar del otro y pisotear su libertad. Y eso se extiende a todos los niveles: ves que el éxito aquí es sospechoso y parece que cuando lo tienes, tienes que justificarte, y luego viene alguien de fuera y parece que tiene todo el crédito, y tenemos un poco el complejo de ‘Bienvenido Mr. Marshall’. Hay un sentimiento de patria con demasiado maquillaje…
El rap no suele ser un estilo muy típico para representar a España en Eurovisión. ¿Qué le llamó a presentarte al Benidorm Fest?
Pues fueron varias cosas. La primera que a mí me encanta la música italiana y el festival de San Remo, que atrae más público en Italia que la propia Eurovisión y quien gane puede elegir si va a Eurovisión. Es un certamen que sirve para conocer todo el escaparate y el espectro musical de la mejor música que se hace en Italia, y cuando vi que el Benidorm quería recuperar algo similar para España a lo que fue San Remo me di cuenta de que quería estar. Y aquí viene relacionado lo que te decía de la esencia y donde nadie se atreve, me apetece. No sabía con quién iba a compartir certamen, no sabía si tendría mejor calidad o peor, y tuve la suerte de que tuvo muchísima calidad y eso nos acreditó a todos. Y eso el público lo valoró y lo premió porque ha sido uno de los eventos del año, y menos mal [[ríe]]. Porque también podía haber sido un circo de excentricidades, pero no. Estoy muy orgulloso de haber participado y agradecido por todo el público nuevo que ha aparecido.
¿Y qué le ha traído?
Me está escuchando gente nueva. El público eurofan es muy fuerte y a lo mejor mi nombre les resonaba, pero es un evento que lo ve casi toda España, así que mucha gente me ha descubierto, Quizá en otras circunstancias no se hubiese acercado a mi música por prejuicios, pero gracias al festival ha podido ser.
Reivindica la vulnerabilidad y habla abiertamente de su paso por terapia. ¿El mensaje de “todos deberíamos ir al psicólogo” no es un poco elitista?
Absolutamente. No creo que sirva para mucho que las figuras públicas le digamos a la gente que debería ir al psicólogo si no hay una sanidad pública de calidad o si rápidamente te empastillan. Pecamos en ese elitismo de “como yo me lo puedo permitir desde mi atalaya, y te digo que vayas a terapia”.
¿La estabilidad amorosa puede perjudicar a las letras románticas?
Las mejores canciones habitan en las salas de esperas, ni en los cementerios ni en la sala de operaciones. En las salas de esperas se hablan de los ‘durantes’, de los matices y de cosas llanas que para la gran mayoría pasan desapercibidas, pero con lo que otras personas conectan y pueden hablar de ello.