Los jóvenes con patrón de bebedor excesivo de fin de semana -práctica conocida popularmente como botellón- presentan peor rendimiento en pruebas neuropsicológicas que valoran la atención y la flexibilidad mental.
Esta es la conclusión del estudio realizado por investigadores de la Unidad de Deterioro Cognitivo del Hospital Valdecilla en alumnos universitarios de la Escuela Gimbernat-Cantabria -centro adscrito a la UC, con sede en Torrelavega-, dirigido a evaluar los efectos del hábito del botellón sobre algunas funciones cognitivas por medio de tests validados para la población española y que se utilizan habitualmente en la consulta de neurología para el estudio de demencias.
La investigación, que ha estado dirigida el neurólogo Pascual Sánchez-Juan y que ha sido publicada este sábado en la revista 'Plos One', ha consistido en analizar los hábitos de vida de 206 estudiantes con una edad media de 19 años y que se clasificaron en bebedores excesivos de fin de semana -consumidores de 5 o más unidades de bebidas alcohólicas en dos horas, considerando que cada unidad contiene 10 gramos de alcohol puro- y no bebedores excesivos.
En el estudio se ha evaluado la memoria y las funciones ejecutivas mediante una amplia batería de tests neuropsicológicos y se han comparado los resultados entre bebedores excesivos y no excesivos.
Según el análisis de los hábitos de vida, el 48% han resultado ser bebedores excesivos, con una edad media de inicio en el consumo de alcohol de 15 años.
Los investigadores han encontrado, además, que los alumnos con patrón de bebedor excesivo tuvieron un peor rendimiento y tardaron una media de 43,4 segundos en completar el test, que medía funciones ejecutivas mediante la atención y la flexibilidad mental, 6 segundos más que los estudiantes sin patrón de consumo excesivo.
En la población de mujeres bebedoras excesivas se han observado valores inferiores a las no bebedoras excesivas en dos tests de función ejecutiva, mientras que en hombres tan sólo en uno.
Además, se ha apreciado una correlación significativa entre la edad de inicio del consumo de alcohol y los resultados de esta prueba, de forma que a más temprana edad de inicio del consumo, más tiempo tardaron los alumnos en completar el test.
Los resultados obtenidos apuntan a que el consumo excesivo de alcohol en jóvenes parece tener un efecto predominante sobre parte de la corteza prefrontal dorsolateral, una zona relacionada con la función ejecutiva y que parece ser más sensible al efecto del alcohol, ha explicado el doctor Sánchez-Juan.
“Estos datos son coherentes con la hipótesis de que el alcohol afecta más a las áreas cerebrales que maduran más tarde en el ser humano: el córtex prefrontal dorsolateral es una de las la últimas en desarrollarse”, ha asegurado el neurólogo.
También ha indicado que, según modelos animales, el consumo intermitente de grandes cantidades de alcohol es más perjudicial que el consumo regular de alcohol, afectando predominantemente al córtex prefrontal dorsolateral.
EFECTO ACUMULATIVO
Los resultados del estudio sugieren que el daño del consumo de alcohol con patrón de bebedor de fin de semana podría tener un efecto acumulativo.
Según los investigadores, “esto es especialmente preocupante teniendo en cuenta que la edad media de los participantes es de 19 años y tan sólo llevan una media de 4 años consumiendo alcohol”.
El estudio, que es el mayor de estas características realizado hasta el momento, ha sido fruto de la colaboración de la Unidad de Deterioro Cognitivo del Servicio de Neurología de Valdecilla y la Escuela Universitaria Gimbernat-Cantabria.
Como ha destacado el doctor Sánchez-Juan, “estos resultados son una llamada de atención de los efectos del botellón sobre el cerebro inmaduro, hecho que cobra especial relevancia debido a la alta prevalencia de este hábito entre los jóvenes españoles”.