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Amor y gratitud

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Dice Corinna que el rey emérito le regaló 65 millones de euros por “amor y gratitud”. Pasa en las mejores familias. Al menos en la que dicen que es la mejor familia española, la Familia Real, que es la menos real de todas, porque no me dirán ustedes que es muy real regalar 65 millones por amor y gratitud y gastarse medio millón en la luna de miel de tu retoño. Si la monarquía española sobrevive por su ejemplaridad, el ejemplo que nos están dando no podemos seguirlo. El sueldo de súbditos no permite estos dispendios.

El problema con los regalos demasiado caros es que no parecen regalos sino negocio. Ocurre como con el reloj de Cortázar. Cuando te regalan 65 millones, eres tú el regalado, o sea, es a ti a quien están comprando y eso tiene otro nombre que no es amor ni gratitud pero que no mencionaré porque el decoro me previene de hacerlo y además carezco de la inviolabilidad del soberano.

Es el mismo nombre que puede aplicarse a quienes por “amor y gratitud” a la monarquía llevan cuarenta años haciéndose los suecos con los regalos y la fortuna del rey. Sería mejor decir “haciéndose los suizos” porque lo que practican estos medios es evasión de la responsabilidad de informar. Les pasa como a Corinna y el reloj, que son ellos los comprados, oséase, los vendidos. Habría que pedirles que no llamen periodismo al vasallaje más sumiso o al concubinato más obsceno. Por qué lo llaman amor (y gratitud) cuando quieren decir sexo.

Entre periodistas conservadores veo estos días mucho amor y gratitud hacia los suyos disfrazado de amor por la libertad de prensa. Por qué lo llaman periodismo cuando es burdo corporativismo. Atacan a Echenique por criticar al periodista Vicente Vallés que puso en duda que haya habido una conspiración de las cloacas contra Unidas Podemos. Vallés olvida las evidencias de la policía política del PP contra Iglesias pero tiene derecho a expresar su crítica. Tanto como la tiene Echenique. La mía es que la derecha pasa más tiempo hablando de unos tuits de Echenique que de los escándalos del rey y que Echenique pasa demasiado tiempo en Twitter con bastante poco acierto.

También, que algunos medios conservadores han aprovechado las investigaciones al vicepresidente Iglesias para hacernos creer que no hay cloacas contra Podemos sino cloacas creadas por Podemos. Se exculpan de su participación en la campaña de hundimiento de los morados lanzándoles otro torpedo. En la exculpación delatan su culpa. Es cierto que el partido de Iglesias ha abusado del argumento de las cloacas para tapar algunos de sus defectos, pero esta maniobra no hace más que demostrar la obsesión de la derecha por acabar con ellos.

Se demuestra también en su presunta defensa del periodismo. Es curioso que les resulte intolerable el tono de Echenique, pero Casado, Hernando, Olona, Abascal, Cantó o Arrimadas les parezcan de una mesura y un gusto exquisitos. La política española toda es como Twitter, sin embargo a algunos sólo les molesta cuando el que grita no piensa como ellos. Llama la atención que estos defensores de la libertad de prensa y sus asociaciones nunca salen a defenderla cuando los periodistas censurados o señalados por políticos no somos de su cuerda ideológica ni cuando se intenta lavar los trapos sucios del poder en sus medios. Más que defender la profesión, defienden el chiringuito para atacar al enemigo. Veo mucho más amor y gratitud hacia las élites y los amigos que hacia el periodismo.