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Helena Maleno, testigo incómoda

14 de abril de 2021 22:02 h

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Helena Maleno lleva 20 años salvando vidas a costa de poner en peligro la suya propia, 20 años defendiendo a los migrantes y defendiéndose ella misma de las autoridades marroquíes y españolas que la atacan, 20 años denunciando violaciones de los derechos humanos y sufriendo el hostigamiento de las policías de Marruecos y España que la han llevado hasta los tribunales, donde los jueces le han dado la razón: salvar vidas no es delito, salvar vidas no es tráfico de personas. Es un deber, es el deber que deberían cumplir quienes la acosan. Por eso la persiguen, por eso Marruecos la ha deportado, la ha desalojado de la que ha sido su casa estas dos décadas. 

La mujer que lucha contra las deportaciones, deportada. La activista que vela por los que buscan un hogar, expulsada del suyo. Marruecos la echa violentamente y la separa durante un mes de su hija menor de edad. Ocurrió en enero, ahora ha decidido denunciarlo por consejo de quienes defienden a las defensoras de los derechos humanos. El gobierno de España no ha levantado una sola queja ante el país vecino por la deportación injustificable de una ciudadana española. El gobierno que se dice progresista y de izquierdas no sólo no ha salido en su defensa sino que conocía la deportación y no la protegió. Helena Maleno sufre en carne propia lo que ha denunciado tantos años. Cuando defiendes a los parias de la tierra enfrentándote al sistema, el sistema te convierten en otra paria más.

Maleno es molesta para ambos países. Vigila a los que vigilan las costas, señala sus delitos y faltas, pone en evidencia su inhumanidad. Por eso hay que acallarla para que no alce la voz y dé la voz de alarma. Dejan que el mar borre las pistas, limpie las culpas, se trague el horror. Marruecos no quiere a nadie que denuncie la violencia contra las personas migrantes a las que usa para chantajear a España y Europa. Nuestro país tampoco quiere a una activista que le crea problemas diplomáticos, que pone el foco sobre la desastrosa gestión migratoria en Canarias y desnuda el control de fronteras pensado para favorecer a grandes empresas que se enriquecen con la vida de los más pobres. Eso sí es traficar con personas, no lo que hace Maleno. 

Como desveló la fundación Por Causa, España ha convertido la frontera en fortaleza. Gastamos mucho más en seguridad que en salvamento e integración. Miles de contratos, cientos de millones de euros se van cada año a empresas del Ibex y multinacionales como Repsol, Ferrovial, ACS, Telefónica, Eulen o El Corte Inglés, compañías en las que las puertas giratorias con altos cargos de los gobiernos, administraciones y Ejército son habituales. Ya lo dicen en Wall Street, siga el rastro del dinero. Hay mucha gente con mucho poder beneficiándose de la desgracia humana y hay que eliminar a la testigo incómoda que puede estropear el negocio. Debería ser testigo protegida, pero es perseguida por los propios Estados.

Helena Maleno ha ayudado a salvar a más de 100.000 personas gracias a sus llamadas y avisos a salvamento, barcos y guardacostas. Tiene por eso no sólo el reconocimiento y admiración de migrantes y simpatizantes, también de la ONU y las ONGs. Pero no le ha servido de protección frente a las amenazas de muerte, las extorsiones, la deportación violenta. Han disparado a la mensajera. Si ella cae, caen muchos. El goteo en el Mediterráneo es atroz. Hace sólo unos días 9 muertos, 3 de ellos menores, una bebé de 2 años que murió después de 6 días hospitalizada. La vida de muchas personas depende de Helena Maleno.