Descrédito de la razón

Su comentario al artículo titulado Cada año hay más ricos…y son más ricos me parece acertadísimo.

Por supuesto que “toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”.

Y vamos perdiendo. Cada vez más por goleada.

“Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta”, decía el Manifiesto comunista.

La crisis en el capitalismo se convierte (también) en un arma (otra más) para aumentar la explotación.

Lo curioso es que, como usted dice, aparecen en el firmamento las señales que preceden a una Edad Media más tenebrosa que la cronológica.

Una es el sectarismo. Nadie escucha lo que se dice, sino sólo quién lo dice. Si lo dicen los nuestros, bien dicho estará. Si lo dicen los protervos, habrá que embestirles. Si uno de los nuestros dice algo parecido a lo que dicen los malvados, prorrumpimos en alaridos: ¡Es uno de ellos! De ex illis est!

Seguro que recuerda El retablo de las maravillas, aquel entremés de Cervantes (que ni siquiera es medieval), en el que se ofrecía una representación teatral, pero con la advertencia de que sólo serían capaces de verlo los cristianos viejos.

Allí no se veía ni torta, por supuesto, pero el público se entusiasmaba y fingía contemplar prodigios. Cuando algún espectador inocente confesaba que no veía nada, se lanzaban todos a una sobre él gritando De ex illis est!

Pues estamos igual: cualquier cosa antes que ponerse a razonar, menudo cansancio.

El descrédito de la razón, en esta nueva Edad Media, cada día es mayor: es un signo alarmante.

Vuelve el recurso a entidades esotéricas y sobrenaturales: los Mercados, la Unidad Europea o la Marca España.

Vuelve también el pensamiento mágico, donde la causa y el efecto sólo se concatenan por superstición: cojámonos de las manos en pelotas cortando una calle de Luxemburgo para acabar con el hambre en África, pongamos por caso.

Hay indicios indudables del nuevo feudalismo, basta con ver las reformas laborales del PSOE y el PP.

Como usted dice, nos estamos descuidando demasiado. Así nos va.

Porque el problema no es que el feudalismo sea peor que el comercio renacentista, o éste peor que el imperialismo colonial, o éste peor que el capitalismo financiero, etc.

El problema es la lucha de clases.

Hay que tomar partido.

Yo estoy sin duda con los explotados.

Sin embargo, como plumífero burgués, entiendo que no soy de fiar y de poco sirvo.

Como me dijo una vez un amigo comunista (y creo que no bromeaba): cuando llegue la revolución, tú al menos sí sabrás por qué te fusilamos.

Me lo tomé como un halago.