Los veterinarios de la región están viviendo de primera mano la situación del sector ganadero de ovino y caprino inmovilizado en cuatro provincias de la región (a excepción de Guadalajara) debido a los brotes de viruela ovina que se han detectado en Cuenca y Ciudad Real en los últimos meses. Luis Miguel Colmenar, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cuenca, la provincia más afectada, ve cómo estos días los ganaderos viven con “muchísima preocupación y mucha incertidumbre”, incluso “miedo”, el momento por el que están pasando-
Según señala en declaraciones a Agroalimentaria, en estos momentos, y aunque se han tomado ya medidas para evitar la transmisión, “tranquilidad no hay, sobre todo en la provincia de Cuenca que es donde más incidencia se ha producido”.
“Es muy complicado determinar cuánto puede durar la situación, sobre todo porque ha habido un cambio en cuanto al planteamiento y un punto de inflexión por el brote en el cebadero de Ciudad Real”, asegura. Precisamente, ahora la actividad se está centrando en “buscar el origen de ese brote, lo que se llama el foco primario, que si estuviese restringido a la zona de los brotes anteriores declarados de Cuenca casi sería el mal menor, pero aún no se tiene esa certeza por eso esa incertidumbre”.
Por ello, no se atreve a afirmar que el final puede estar cerca, como señalaba la semana pasada la portavoz del Gobierno regional, aunque señala que le parece bien el optimismo de la Administración sobre todo de cara a los ganaderos“.
“Es muy difícil cuantificar en el tiempo, porque va depender mucho no tanto de que aparezcan nuevos focos en las zonas de la comarcas de Motilla o de San Clemente, que será una desgracia para cada ganadero, pero el problema sería que ese foco primario del último contagio se encontrase en otro sitio, por no ser una explotación de reproducción sino un cebadero”, asegura.
Más problemas por las parideras
Los problemas más importantes para los ganaderos se van a producir en las próximas semanas con el nacimiento de nuevos animales a los que no pueden trasladar a las nodrizas o los cebaderos. “Por hacer un símil, estos años anteriores hemos atravesado una pandemia y cuando se nos inmovilizó a las personas, las primeras semanas casi reaccionamos con alivio porque parecía que era la solución y que era algo temporal el problema es mantener eso en el tiempo, eso es lo que está pasando: los ganaderos han entendido que esta era la única solución, algunos incluso critican que ha llegado tarde, y ahora estamos en ese periodo de aceptar que esta es la única solución y me imagino que a corto plazo empezará el otro planteamiento: ¿ahora que hago con mis productos? En el caso del ovino de leche, muchos este es el sistema de manejo que tienen, ellos no amamantan, la leche de ovino manchego ahora vale muchísimo, sino que sacaban los corderos a nodrizas, que son otras infraestructuras y otras explotaciones que se ocupaban eso”.
Las parideras están siendo ahora, el problema se va producir en unos días. En estas explotaciones se destetaban, una vez que el cordero podía comer eran otras explotaciones las que se dedicaban al cebo
En el mismo caso está el ovino de carne, “las parideras están siendo ahora, el problema se va producir en unos días. En estas explotaciones se destetaban, una vez que el cordero podía comer eran otras explotaciones las que se dedicaban al cebo. Este problema no ha llegado todavía, llegará en estas próximas semanas, por eso me parece bien la idea de la administración de intentar trasmitir tranquilidad, de decir que en cuanto se pueda sino suspender, por lo menos relajar alguna medida”.
Recuperación de la productividad
La situación va a tener muchas consecuencias para este sector, en un caso, en las ovejas de raza manchega dedicadas a la producción de leche, por el valor genético de estos animales, y el caso del ovino de carne, porque está ligado a zonas despobladas y que fija población en estas zonas.
Para aquellos que han tenido que sacrificar ovejas de raza manchega dedicadas a la producción de leche, la situación puede ser irreparable. “Aunque una oveja es una oveja, en todos los sentidos, sí que tiene connotaciones especiales, porque todas las explotaciones no son iguales. En las zonas del ovino manchego donde se han producido los focos, son animales propios de esa zona donde no se explotan en ninguna otra parte del mundo. Es una selección de muchísimos años intensificada desde mitad del siglo pasado y con cada explotación que se pierde, se pierde un valor genético difícilmente reemplazables. Afortunadamente existen organismos y asociaciones como AGRAMA (Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino Selecto de Raza Manchega) que tienen sus propios esquemas de selección y que están reaccionando bien”.
En el caso del ovino de carne, la repercusión también puede ser importante. “En Castilla-La Mancha hay cerca de cuatro millones de cabezas de ovino con explotaciones de todo tipo, muchas de ellas muy ligadas a zonas despobladas, es el sector típico que se ponía para fijar población en la España vaciada”, como las zonas de la Serranía y de la Alcarria de Cuenca. “Aquí sería un drama por otro motivo, en estas zonas la desaparición significaría la no reposición porque si ya parten de una situación de despoblación y dificultad, que alguien pudiese retomar la actividad después de pasar por este problema a lo mejor es complicado y las repercusiones en zona muy despobladas son importantes porque este tipo de ganadería fija población”.
Como mínimo dos años para recuperar la productividad desde que se pueda introducir animales para producción, porque la primera introducción de animales que se hace es lo que se llaman ‘animales centinela’
También es complicado hacer un cálculo de cuánto tiempo puede tardar en recuperar la capacidad productiva una explotación en las que se ha tenido que sacrificar al ganado porque además en el caso de ovino manchego es difícil acceder a los animales para la reposición. “Como mínimo dos años desde que se pueda introducir animales para producción porque la primera introducción de animales que se hace es lo que se llaman ‘animales centinela’ que es reintroducir animales e ir viendo que permanecen en la explotación, se les maneja y no desarrollan la enfermedad ni se vuelven a contagiar. Esto quiere decir que los protocolos de desinfección han funcionado, a partir de ahí depende del nivel genético con el que se pudiese empezar para remontar”, y tiene claro que algunas explotaciones “no van a llegar nunca porque algunas eran punteras en cuanto a niveles genéticos y eso ya ha desparecido, eso no existe en el mercado”.
50 años sin viruela en España
Luis Miguel Colmenar asegura que muchos veterinarios no habían tenido relación directa con este virus. “La viruela ovina en España desapareció en 1968, la mayoría de los veterinarios la hemos estudiado como una enfermedad que hubo en su momento, es una enfermedad que conocemos porque está muy cerca y tanto desde España como desde Europa se tiene sistemas de vigilancia y sistemas establecidos y se actualizan periódicamente, en concreto el ultimo es del 2019, porque sabemos que hay que estar vigilantes, es una enfermedad que en países muy próximos a nosotros es endémica y tenemos muchas relaciones comerciales con estos animales tanto en vivo como en canales. Había mucha vigilancia y protocolos, pero se nos ha colado”, señala.
Luis Miguel Colmenar también incide en la importancia de difundir que la viruela ovina no es una enfermedad zoonótica, no se trasmite al ser humano ni por contacto ni por el consumo de carne, leche o queso.