La pandemia ha llegado a países donde las ONGD llevan años apoyando a las comunidades más vulnerables, en las zonas más remotas del mundo, haciendo frente a la injusticia y la desigualdad. Gracias a la cooperación descentralizada que reciben, la que se realiza desde las comunidades autónomas y los municipios, y a la solidaridad de la ciudadanía, las personas que viven en entornos difíciles, con los mayores índices de pobreza del mundo, que pasan hambre, que no tienen acceso a agua potable, hoy tienen mayor resiliencia para afrontar la situación de crisis sanitaria mundial provocada por la COVID-19.
Según explican desde la Coordinadora de ONGD de Castilla-La Mancha, en estos momentos en que la pandemia por coronavirus está afectando a la vida de la mayoría de la gente y muchas personas luchan día a día para mantenerse a flote, la cooperación internacional contribuye a acciones tan esenciales como que en comunidades rurales de Guatemala y Honduras tengan agua limpia para lavarse las manos, “una necesidad básica y clave para reducir la incidencia de la pandemia”.
También desde estos colectivos han conseguido que en zonas como Anantapur, una tierra yerma de la India, se ofrezca asistencia sanitaria de calidad a aquellas personas que tienen menos recursos.
De Bolivia a Mali
Igualmente han visto efectos positivos en comunidades andinas de Bolivia, como es el caso de Vila-Vila, un municipio con unos elevados niveles de pobreza y desnutrición infantil, donde familias campesinas quechua tienen una alimentación más diversificada, venden a un precio justo sus excedentes y han adoptado prácticas de higiene alimentaria, que hoy más que nunca son esenciales.
Este impacto positivo de la cooperación internacional se repite en otras zonas del mundo. Comunidades vulnerables de República Dominicana, Kenia, El Salvador, Burkina Faso, Togo, Senegal, Mali o Haití han recibido durante estos últimos años el apoyo de la solidaridad con proyectos que mejoran las condiciones de vida de muchos hogares. “Un compromiso social que se suma a la lucha contra esta pandemia global y que continuará trabajando para apoyar a las poblaciones más vulnerables de todo el mundo”, afirman.
“Llevamos años sembrando, viendo los frutos y los efectos de una cooperación que pone en el centro a las personas, por eso hoy más que nunca, ante una pandemia que no tienen fronteras necesitamos contar con una política fuerte de cooperación internacional en Castilla-La Mancha y una ciudadanía comprometida, que siga cuidando y nutriendo esas semillas de solidaridad para un futuro global sostenible”.