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‘Thor: Ragnarok’, de Taika Waititi: comedia épica a golpe ochentero
El crepúsculo de los dioses a ritmo de Led Zeppelin. ¿Puede haber algo más genial? “Venimos de la tierra del hielo y la nieve, del sol de medianoche, donde fluyen las aguas termales. El martillo de los dioses guiará nuestras naves a una nueva tierra, para luchar contra las hordas, cantar y clamar: Valhalla, allá voy”. Así reza la letra de 'Inmigrant Song', canción que acompaña al australiano Chris Hemsworth mientras lanza mamporros a diestro y siniestro Mjolnir en mano. Wagner, revuélvete en tu tumba. Tal es el comienzo de esta trepidante/delirante nueva entrega del dios del trueno. Led Zeppelin son conocidos por custodiar los derechos de sus canciones como perros Cerberos; que hayan hecho una excepción con un ‘blockbuster’ palomitero de Disney no solo es excepcional, sino indicativo de que esta película es extraordinaria en más de un sentido.
En mi panteón cinéfilo se ha alzado un nuevo dios. Y no es Thor -que ya preside mi ranking de seres dignos de adoración, pero en otro ámbito-. Mi nuevo ídolo se llama Taika Waititi. ¿Taika quién? Yo me preguntaba lo mismo. ¿De dónde ha salido este tipo para que una ‘Mayor’ dejara en sus ‘indies’ y cuasi nóveles manos una película de 180 millones de dólares de presupuesto?
En cuanto vi 'Thor: Ragnarok' lo entendí todo. Taika Waititi se ha dejado caer en Hollywood con el mismísimo Bifrost desplegado a sus pies, a modo de alfombra roja. De padre maorí y madre europea judía, es actor, director, guionista, productor y lo que se le ponga por delante. En su Nueva Zelanda natal se le conoce mejor como adalid del noble arte de la comedia. Y comedia es precisamente lo que exuda a raudales esta nueva aventura del dios del trueno marveliano. Eso, y fiebre ochentera a tope: lloro de emoción y nostalgia con la banda sonora y la estética retro del planeta Saakar, a medio camino entre 'Flash Gordon' y 'Tron'. Solo me faltaba Queen.
Es difícil imaginar vis cómica en un armario empotrado como Hemsworth. Pero aprueba con nota, ayudado, eso sí, por situaciones inverosímiles y un guion repleto de divertidísimos ‘sketches’ y guiños. Guion que, según dicen, ha sido improvisado en un 80% por el propio elenco. El otro 20% está absolutamente atado y pensado para servir de antesala a las esperadas 'Guerras del Infinito' (Infinity War), que llegarán en mayo del año próximo.
A destacar la irrupción arrolladora de Hulk (Mark Ruffalo), que se come por momentos la pantalla y ningunea al insigne protagonista del filme, las apariciones estelares de Benedict Cumberbatch en su papel de Doctor Extraño, Sam Neill encarnando a un teatralizado Odín y Luke Hemsworth, hermano mayor de Chris, en la piel de un Thor muy peculiar. Un acierto también el doblaje de Korg, un guerrero de roca más tierno que el día de la Madre, cuya voz le presta el propio Waititi, y de Surtur, poderoso dios del fuego nórdico, que cuenta con las cuerdas vocales del mismísimo Kurgan de 'Los inmortales' (Clancy Brown).
Muy celebrado el regreso de Jeff Goldblum en la piel del hedonista Gran Maestro, y un poco desvaído, a mi gusto, el apartado femenino: Cate Blanchett en el papel de la diosa de la Muerte, Hela, y Thessa Thompson como Valkiria. Quizás mis expectativas respecto a ellas estaban demasiado altas. Por el contrario, he echado de menos el personaje de Sif, compañera de batalla de Thor (y su esposa, en la mitología nórdica). Entiendo que el cupo femenino ya estaba cubierto, a mi pesar. Es difícil que una secuela supere a su primera parte. De una tercera entrega poco se puede esperar. Y sin embargo, 'Thor: Ragnarok' arrolla como una apisonadora las dos anteriores, con dilema determinista incluido. Un delicioso bocado de risas y buen rollo para evadirse de nuestro Ragnarok real.