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De Severo Ochoa a María Teresa Toral: memoria del exilio científico inspirada en el arte de la cartelería bélica

Ilustración de Dorotea Barnés

Alicia Avilés Pozo

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Vivieron, trabajaron, investigaron, cambiaron el mundo y la guerra les cambió la vida. Hubo científicos y científicas de reconocido prestigio, con importantes hallazgos que resultaron fundamentales para la sociedad, que tuvieron que abandonar el país por la Guerra Civil. Fueron refugiados de la ciencia, acogidos en otros territorios donde intentaron seguir desarrollando su labor pese a sus terribles circunstancias personales. Otros ni siquiera pudieron volver a ser los mismos. Recordarles ahora es también un objetivo del arte multidisciplinar.

Ese es el espíritu con el que la Asociación y Revista ‘Principia’ ha organizado en Cuenca la exposición Ciencia de acogida, que se inaugura en el bar y sala cultural Kadon a partir del 9 de noviembre. El objetivo es dar a conocer a los científicos y científicas españoles refugiados, así como sus aportaciones a la ciencia universal y a la sociedad.

La muestra propone un recorrido histórico de memoria y homenaje con un enfoque artístico contextualizado en la Guerra Civil, aunque también incluyendo reflexiones sobre la época actual. Se configura así como una propuesta gráfica inspirada en el arte de la cartelería bélica de la época.

“Miles de personas huyen de la guerra y la miseria en nuestros días. Muchos otros lo hicieron durante el siglo XX para escapar de la represión. Algunos de los refugiados de entonces eran científicos que pudieron seguir investigando gracias a sus países de acogida tras el inicio de la Guerra Civil en 1936, aunque otros no corrieron la misma suerte”, cuenta Enrique Royuela, comisario de la exposición.

Los exiliados

Para la asociación PRINCIPIA, contar sus historias es “un buen ejemplo de lo que supone para un país la pérdida de su patrimonio cultural debido a las guerras”, pero también “para el que acoge, donde los beneficios intelectuales tienen un valor tangible del que muchos países todavía disfrutan”.

Como ejemplo, este colectivo recuerda a exiliados como Severo Ochoa, el afamado médico asturiano, Nobel de Medicina en 1959. Abandonó España en 1936, dos meses después del inicio de la guerra, rumbo a Alemania, donde trabajó en el laboratorio de Meyerhof, una de las instalaciones bioquímicas más importantes del mundo. Dos años después, emigró a Estados Unidos, donde se afincó definitivamente. Allí renunció a la nacionalidad española y realizó sus hallazgos más importantes en farmacología, bioquímica y ADN.

Severo Ochoa regresó a España en 1985 y dos años después ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina y fue nombrado presidente de la Fundación Jiménez Díaz. Murió en 1993 y está enterrado en Luarca, en su tierra asturiana natal.

La exposición también se detiene en otros nombres de prestigio pero no tan reconocidos ni con el mismo destino, como es el caso de la química y artista grabadora madrileña María Teresa Toral, que dejó sus estudios de arte para seguir la estela de Marie Curie.

En los años anteriores a la guerra, esta investigadora formaba parte del equipo español que más publicaba en revistas científicas de gran prestigio. Entre sus hallazgos, la construcción de sofisticados equipos de vidrio mediante los cuales podía proporcionar valores de los pesos atómicos con una precisión muy elevada. Recibió una pensión para estudiar en el Reino Unido, que no pudo disfrutar por el inicio de la Guerra Civil. Se posicionó a favor del Gobierno republicano, motivo por el que fue condenada a doce años de prisión por la posterior dictadura franquista, acusada de fabricar armamento para el ejército republicano, aunque no cumplió la pena íntegramente.

Al salir de prisión en 1943, se enfrentó a otro proceso penal y a su favor declaró Irene Joliot-Curie, Premio Nobel de Química. Finalmente, en 1956 se exilió a México, donde fue profesora de Química y Bioquímica. En 1960 empezó a formarse en la técnica del grabado, rememorando sus primeros guiños al arte. En 1975 se expuso por primera vez su obra en Madrid, pero ella no estuvo presente. Volvió en 1978 para una segunda exposición. Regresó a España en 1994, unos meses antes de su muerte.

De la química a la pedagogía científica

Otra pionera de la química fue Dorotea Barnés González, nacida en Pamplona. Doctora y catedrática de instituto, su trabajo de investigación fue clave en la incorporación de técnicas como la espectroscopia Raman (utilizada para estudiar modos de baja frecuencia como los vibratorios) y otros a los departamentos de química en España. Durante la guerra, estuvo exiliada en Francia. Regresó a España en 1940 donde fue inhabilitada para la enseñanza y nunca volvió a investigar. Falleció en Fuengirola en 2003.

La memoria histórico-científica de la exposición también se detiene en Dolors Canals, médica, bióloga y pedagoga barcelonesa. Fue la encargada de las denominadas “Guarderías de Guerra” durante los tres años de la Guerra Civil, reconocidas internacionalmente por su organización y metodología. Este mismo programa lo aplicó posteriormente en Nueva York, ya exiliada, durante la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, de su dilatada vida profesional, destaca la investigación científica en el conocimiento del desarrollo humano desde el nacimiento hasta los tres años, discerniendo la relación entre genética y cultura. Como formadora, Canals insistía en la necesidad de eliminar programas obsoletos e introducir nuevos conceptos como la importancia del desarrollo motriz de forma autónoma, la introducción de conceptos científicos en la ética y la consideración del niño de 0 a 3 años como persona con derechos y responsabilidades. Regresa a Barcelona en 1976 tras la muerte del dictador Francisco Franco, donde siguió desarrollando sus métodos hasta su fallecimiento en 2010.

La inauguración de “Ciencia de acogida” tendrá lugar el próximo jueves 9 de noviembre, a las 19.00 horas. Tras una breve intervención inaugural por parte de su comisario, se llevará a cabo la charla “María Teresa Toral: ciencia, exilio y arte”, por parte de Elisa Garrido, doctora en Historia del Arte, docente en la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora y divulgadora sobre las relaciones ente arte y ciencia.

Esta muestra podrá verse en una primera etapa hasta el 12 de noviembre, y, posteriormente, del 1 de diciembre al 31 de enero de 2024. Como complemento, la revista ‘Principia’ tiene abierta la web, cienciadeacogida.org, en la que podrán consultarse las biografías de los científicos que protagonizan la exposición y el contexto en el que estos vivieron, trabajaron y huyeron.

La Asociación y Revista ‘Principia’ nace de la convicción de que no existen dos culturas, sino una única y necesaria donde “ciencias y humanidades están unidas como la tinta sobre el papel”. El proyecto nació online en noviembre de 2014 con la intención de “contar y pintar la ciencia” y la necesidad de conectar con el lector a través de las emociones, “rehuyendo de los clásicos textos académicos”. Entre los recursos utilizados, cuentan con la ilustración, el collage, infografía o el cómic.

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