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Mantener la colectividad, cuidar al alumnado y gestionar su incertidumbre: claves para un final de curso inédito

La crisis global por la pandemia de coronavirus “ha roto todos las inercias y automatismos”. Es el nuevo paradigma bajo el que comienza a trabajar un sector como el de la educación, en el que instituciones, docentes y alumnado se enfrentan a una incertidumbre generalizada en el tramo final del curso escolar. Especialmente acuciante es este contexto para los y las jóvenes que este año deben hacer la selectividad y optar por una carrera universitaria. Son los que actualmente están en Segundo de Bachillerato y no saben ni cómo será la tercera evaluación ni la forma en que finalmente se realizarán las pruebas de la EvAU. De todo ello hablamos con Alejandro Iborra,  profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación y director del Instituto Mixto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda de la Universidad de Alcalá (UAH).

También experto en inteligencia emocional, el profesor destaca en primer lugar que ya no valen las antiguas recetas. No basta con meditar y relajarse. La pandemia ha generado un mundo nuevo que debe plasmarse también en la docencia y en los mecanismos de la educación online hasta que se produzca la esperada “desescalada” del confinamiento. Como docente, recomienda en primer lugar que el profesorado trate de mantener reuniones grupales con los alumnos y alumnas para recuperar la “colectividad”.

“Algo que se suele perder de vista, y más ahora, es que aprendemos en un grupo y los profesores tienen que mantener, como puedan, esa conexión”. Si además, los alumnos deben afrontar el proceso de selectividad, considera aún más necesario que haya una manera de establecer esa conexión. Hay miles de mecanismos hoy en día en internet, “pero lo importante es hacerlo de manera sincrónica, que no sea todos los días, pero sí de vez en cuando”. Sin olvidar, añade, mostrar interés en cómo se encuentran, “en los elementos que vayan más a allá de la propia asignatura”. “Todo eso da un sentido de colectividad, de comunidad educativa. Creo que los propios alumnos lo agradecen y reafirman su sentimiento de pertenencia”.

El profesor Iborra es realista en cuanto a la dificultad de sentar cátedra en este sentido y tampoco es su objetivo. Sabe que pensar así ahora, acostumbrarse a una educación virtual al cien por cien, es “muy difícil si no lo has hecho antes”, aunque también “es una oportunidad única para tratar de hacerlo”. “El profesor puede determinar la atmósfera de una clase y eso es algo que también ocurre de manera virtual porque tiene que ver con cómo nos comunicamos, cómo nos relacionamos”. En una clase online, ese clima hay que cuidarlo mucho más, opina, porque “no hay otras claves no verbales para interpretar los mensajes”.

El contexto online y sus múltiples opciones

A este respecto, subraya que el desafío de comunicación en un contexto online es mucho mayor. Explica que hay alumnos y alumnas que lo harán mejor porque se van a sentir menos expuestos que en una clase presencial y también pasará al revés, que alguien que participaba mucho en clase ahora lo haga menos. Ahí el papel de profesores y profesoras es clave: “Deben dar opciones de comunicación al igual que lo hacía presencialmente”. En un contexto online, es necesario ser muy claro, saber manejar bien los tiempos, y trabajar con un calendario fijo y muy estructurado “porque eso contribuye a dar seguridad” al alumnado.

Y ¿qué hacer ante la incertidumbre del alumnado que se enfrenta a la selectividad? Todavía no se ha detallado qué tipo exámenes se van a realizar ni cómo serán los criterios de evaluación. Alejandro Iborra considera que ante este escenario, el profesorado tiene que intentar “conectar con la idea de que no se enseña solo para un examen, sino para desenvolverse en cualquier situación de evaluación”. “Da igual la asignatura, lo importante es que el alumno se pueda adaptar a cualquier cosa que le puedan preguntar. Pero además, es necesario que haya acuerdos sobre lo que se va a priorizar en el examen, partiendo de que la selectividad debe ser una prueba de equidad y de igualdad de oportunidades para todos los alumnos, independientemente de donde hayan sido formados”. Por eso siempre es importante “enfatizar más las competencias, el saber pensar, que los contenidos en sí”.

Hay muchas herramientas actuales para ayudar y complementar esa educación online. El profesor de la UAH aconseja sobre todo realizar sesiones de vídeo explicando o interpretando contenidos, enviarlas a los alumnos, que estos realicen sus preguntas, y después se realice una sesión online en torno a todas las dudas. Este mecanismo tiene mucho que ver con la denominada ‘Clase Invertida’ o 'Flipped Classroom': formación semipresencial y de ‘feedback’ o reciprocidad entre docencia y alumnado.

También recomienda fórmulas muy sencillas como Google Forms, que permite realizar cuestionarios tipo test con varias alternativas pero donde se explican las respuestas. “Si no se conoce ninguna de estas herramientas, todas son muy fáciles de aprender y hay muchos tutoriales que pueden ayudar a satisfacer esa necesidad. El alumno gana autonomía y mayor facilidad para comprender”.

No olvida este experto tener en cuenta que no todos los alumnos disponen de los mismos recursos de acceso a las herramientas virtuales. Ahí es donde los profesores deben reforzar el contacto, en ese caso telefónico y de manera personalizada, “para preguntar cómo va y qué necesita el alumno”, con “tutorías personalizadas para quien no puedan tener acceso a las tutorías grupales.     

Desde el punto de vista del alumno, afirma que un aspecto fundamental es la gestión del tiempo. “Debe saber que lo que está viviendo es totalmente excepcional y, ante un escenario en el que se prepara para la universidad, debe prepararse de la mejor manera. Depende de las circunstancias de cada uno, pero lo fundamental es mantener cierta organización y rutina. No es fácil, porque hay horas y horas de tedio y ansiedad por el confinamiento, pero tiene que saber que hay unos horarios de trabajo y que lo que hace tiene sentido, que va avanzando, que se prepara para algo importante”.

Más importante aún es “no dejarles funcionar por inercia”. “Esta crisis ha roto todos los automatismos y todas las inercias, por lo que el alumno debe volver a conectar con lo que quiere hacer con su futuro. Si no, simplemente se limitará a hacer deberes, y así no se motivará. Tiene que buscar la razón de por qué está haciendo lo que hace y saber que lo está haciendo para sí mismo. Si no, siempre será más interesante el videojuego que dejó o la conversación que quedó a medias en el whatsapp”. Ahí es importante gestionar la incertidumbre, que pueda hablarlo con sus compañeros y con adultos, “porque todos estamos viviendo ese mismo momento”.

Las recetas básicas ya no sirven

“Aquí no funcionan las recetas básicas de meditación o relajación, no sería realista. Es mucho más importante tener una estructura de tiempo y de rutina. Con revisiones, repasos y esquemas. Al final, si para ti tiene sentido lo que haces, es más fácil estar conectado y motivado”.

El profesor Iborra resume que por todo ello es fundamental “cuidarnos entre todos, entre alumnos y profesores”; pero también enlazar el estado de emergencia sanitaria con cada una de las asignaturas, donde hay “cientos de cuestiones” que se pueden abordar para que puedan hablar de ello, reflexionar, leer, pensar y discutir. “Es un momento importante para que todo el currículum de Bachillerato incluya la situación que estamos viviendo. Para aprender a pensar el mundo que vivimos, para hacernos preguntas, entender y entendernos, y detectar qué tipo de profesionales queremos ser para contribuir al futuro. La educación no vive al margen de la sociedad sino que está al servicio de ella y eso ahora es más relevante que nunca”, remarca.

Se da la circunstancia de que de una tesis doctoral de Alejandro Iborra nació una app llamada ‘Emotongue’, creada por la investigadora Luana Bruno, para facilitar la gestión emocional diaria. Considera el profesor que en la actual situación social, puede ser también una herramienta cotidiana para su uso por parte de profesorado, alumnado y familias. Aunque concluye señalando que lo más importante es “saber que todos debemos aprender algo de todo esto,  y que nos sirva en positivo para el futuro”.

La crisis global por la pandemia de coronavirus “ha roto todos las inercias y automatismos”. Es el nuevo paradigma bajo el que comienza a trabajar un sector como el de la educación, en el que instituciones, docentes y alumnado se enfrentan a una incertidumbre generalizada en el tramo final del curso escolar. Especialmente acuciante es este contexto para los y las jóvenes que este año deben hacer la selectividad y optar por una carrera universitaria. Son los que actualmente están en Segundo de Bachillerato y no saben ni cómo será la tercera evaluación ni la forma en que finalmente se realizarán las pruebas de la EvAU. De todo ello hablamos con Alejandro Iborra,  profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación y director del Instituto Mixto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda de la Universidad de Alcalá (UAH).

También experto en inteligencia emocional, el profesor destaca en primer lugar que ya no valen las antiguas recetas. No basta con meditar y relajarse. La pandemia ha generado un mundo nuevo que debe plasmarse también en la docencia y en los mecanismos de la educación online hasta que se produzca la esperada “desescalada” del confinamiento. Como docente, recomienda en primer lugar que el profesorado trate de mantener reuniones grupales con los alumnos y alumnas para recuperar la “colectividad”.