Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
¿Sabías que los insectos ayudan a resolver crímenes o casos de maltrato y abandono?
No es ciencia ficción ni el resultado de un brillante guión para una serie televisiva. Los insectos pueden ayudar a resolver crímenes, aunque no es nada sencillo y requiere la intervención de investigadores especializados.
Hablamos de la entomología forense, en decir, la disciplina que analiza la presencia de insectos que aparecen en los cadáveres, tanto humanos como animales. Con su práctica, se puede averiguar el intervalo post mortem, un dato muy útil para policías o jueces porque permite saber, con mucha precisión, cuánto tiempo ha pasado desde que se produjo una muerte.
Además, puede aportar otro tipo de información complementaria estudiando el comportamiento de los insectos. Por ejemplo, nos dice si el cadáver ha sido trasladado de un lugar geográfico a otro, y también si se ha movido desde un espacio interior al exterior o viceversa.
Los casos de maltrato o abandono
Otra de sus aplicaciones más destacadas es que permite detectar casos de maltrato o abandono de personas que no pueden valerse por si mismas, como los menores o ancianos.
En estos casos, los entomólogos forenses estudian las moscas coprófagas que se alimentan de tejidos vivos como los de las heridas o de las heces. “Si se abandona a un niño pequeño y no se le cambian los pañales, lo más probable es que le invadan moscas coprófagas o si tiene una herida”, explica la entomóloga forense y profesora titular de Zoología en la Universidad de Alcalá, Luisa M. Díaz Aranda.
Analizando a estos insectos, los investigadores pueden determinar cuánto tiempo ha pasado desde que llegaron y por lo tanto cuánto lleva la persona en situación de abandono.
Después, la toxicología es otra de las aplicaciones prácticas, “sobre todo cuando los tejidos están muy secos y no se pueden hacer pruebas. Se estudian los restos de los insectos que, al ingerir restos de las personas, también ingieren venenos o drogas que la persona haya consumido”.
¿Todos los insectos ayudan?
No, no todos los insectos realizan la misma función en el trabajo de los entomólogos forenses. “Nos interesan los dípteros, en particular las moscas”, explica la científica y sobre todo aquellas especies que viven acompañando al hombre en todas sus actividades, como las moscas azules y verdes metalizadas o la mosca doméstica.
De todas ellas se sirven los científicos cuando los cadáveres se encuentran en un estado de descomposición inicial. En cambio, cuando ha transcurrido más tiempo, entran en juego otro tipo de insectos como los escarabajos “Es un periodo de la investigación en el que las moscas ya han desaparecido”.
El tiempo es un factor que juega en contra de estos profesionales. “Cuanto más tiempo transcurra, más difícil es averiguar el intervalo post mortem”. De hecho, en las horas iniciales tras la muerte no es necesaria la intervención de la entomología forense y basta con el trabajo que realiza la patología forense. Es a partir del tercer día cuando entran en acción.
La entomología forense no es, sin embargo, una disciplina muy extendida. En Europa llevamos dos décadas con la práctica, es relativamente joven, aunque su utilidad se conozca desde el siglo XIII. “Hace siglo o siglo y medio un veterinario del ejército francés publicó un tratado de entomología forense lo que pasa es que no se aplicaba. Los insectos siempre han sido considerados como algo repugnante y lo primero que hacía el forense era eliminarlos sin plantearse su utilidad. Como disciplina científica es bastante joven”.
El punto de inflexión se produce gracias a series televisivas para bien y para mal. En el primer caso porque la sociedad y los políticos tomaron conciencia de su utilidad. En el segundo porque ahora cada vez que aparece una mosca ocurre como con el ADN, se reclaman resultados rápidos y concisos. “No se dan cuenta de lo laborioso de la metodología”, advierte Díaz Aranda.
La científica recuerda que en la disciplina hay que distinguir entre los investigadores y entre quienes ponen en práctica las investigaciones. Es la policía científica, los centros anatómico-forenses o el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses quienes cuentan con entomólogos forenses mientras que, en el ámbito universitario, la investigación busca ajustar los datos para que los resultados sean lo más exactos posibles.
Tampoco hay demasiadas universidades especializadas en la disciplina. Además de la Universidad de Alcalá, destacan la Universidad de Murcia, la de Alicante y la del País Vasco.
Lo último de lo último: los micro TAC’s
Precisamente, en este ámbito, el estrictamente científico todavía queda mucho recorrido. “Lo último en el campo de entomología forense son los ‘micro TACs’ aplicados a las pupas (fase del crecimiento del insecto antes de ser adulto), para determinar cuánto tiempo de desarrollo llevan las larvas, los gusanos que aparecen en los cadáveres. Nos queda mucho por saber, en buena medida por las diferencias entre las temperaturas de distintas partes del mundo, que producen distintos resultados en la acción de los insectos”.
Y es que, matiza la investigadora, “lo que la entomología le dice a la policía no es el tiempo trascurrido desde que murió la persona, sino el tiempo que lleva el cadáver invadido por los insectos”. En este aspecto, la profesora resalta la necesidad de “pulcritud” en el trabajo de los profesionales.
¿Preocupa la desaparición de insectos como consecuencia del cambio climático?, preguntamos. “Me preocupa como ciudadana, pero no como entomóloga forense porque hablamos de insectos muy generalistas. Es muy difícil que se vean afectados”.
Lo que sí reconoce es que los efectos de esa crisis climática también pueden terminar afectando su trabajo. Si Consuelo Giménez Pardo, experta en parasitología sanitaria de la Universidad de Alcalá explicaba en este mismo blog que la presencia del mosquito será cada vez más dilatada por el incremento de las temperaturas, en el caso de las especies con las que trabaja la entomología forense ocurrirá algo similar.
“Cabe la posibilidad de que las especies de otoño estén también en invierno. Todo depende de la temperatura ambiental y si van cambiando tendremos que adaptar nuestro trabajo”.
El primer y único Grado en Criminalística de España
La Universidad alcalaína fue la primera de España en lanzar un Grado en Criminalística. “Ya vamos por el tercer curso”. Se trata del primer Grado universitario (y de momento el único) en nuestro país que se centra en las Ciencias Forenses. “Los que existían son de Criminología que es algo más social y jurídico mientras que la Criminalística es más científica (química y biología forente, ADN…)”.
La Institución académica colabora con los ministerios de Interior y Justicia a través del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Policiales, entre cuyos objetivos se encuentra ampliar la formación de los cuerpos de seguridad del Estado en distintas disciplinas forenses.
Recientemente se ha firmado un nuevo convenio con el Ministerio del Interior por el que policías, guardias civiles o personas del Toxicológico ejercen como profesores en la Universidad de Alcalá. “Algunos de los casos más conocidos de crímenes se han resuelto gracias en parte a la entomología forense”, concluye la científica.
No es ciencia ficción ni el resultado de un brillante guión para una serie televisiva. Los insectos pueden ayudar a resolver crímenes, aunque no es nada sencillo y requiere la intervención de investigadores especializados.
Hablamos de la entomología forense, en decir, la disciplina que analiza la presencia de insectos que aparecen en los cadáveres, tanto humanos como animales. Con su práctica, se puede averiguar el intervalo post mortem, un dato muy útil para policías o jueces porque permite saber, con mucha precisión, cuánto tiempo ha pasado desde que se produjo una muerte.