La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
Ciencia, medio ambiente y nuevo Gobierno
Es ya un lugar común el proclamar que vivimos en la era de la Información, de la Ciencia y de la Tecnología. La educación obligatoria está ampliamente asentada y existe un gran porcentaje de población que recibe enseñanza universitaria. Estamos en 2020 y parece lógico y normal que así sea en una sociedad avanzada integrada en la Unión Europea.
Sin embargo, tengo la sensación de que la Ciencia está en crisis en la sociedad española. A pesar de vivir en una sociedad hiper-tecnologizada (tecnología que se basa, en última instancia, en la investigación científica), amplias capas de la población, de esa población que ha recibido una educación reglada y, en muchos casos universitaria, rechazan un hecho probado por la Ciencia o, al menos, asentado en los manuales científicos en vigor, si este hecho contradice prejuicios ideológicos, precientíficos o para-científicos que tiene ese sector de población.
¿Por qué sucede esto?
Seguramente es un tema interesante para la investigación sociológica pero me parece que estamos ante una sociedad narcisista, en la que el “Yo, Mí, Me, Conmigo” es la medida de todas las cosas. Los deseos propios y las ideas propias están por encima de todo y cuando algo o alguien me contradice, soy Yo quien siempre tiene la razón, y los demás están siempre equivocados. Si a este tipo de personas se les muestra una demostración científica, siempre dirán que hay una conspiración, una manipulación o, sencillamente, eres un intolerante.
¿Podemos hablar de “tolerancia” ante un hecho científico? A mi modo de ver, la Ciencia no es opinable. Es una de las mayores conquistas humanas: explicar el funcionamiento del Planeta y de todos los organismos que hay en él mediante un método de probada eficacia: Observación-Hipótesis-Experimentación- Demostración/Refutación. Y esto está por encima de las ideas, sensaciones, prejuicios, pálpitos y escalofríos de cada uno. Lo que sucede es que la Ciencia nos confronta con nuestras ideas previas (muchas veces se trata de ideas políticas) y nos obliga a replantearnos esas ideas. Reconocer que hemos estado equivocados no nos gusta a nadie.
Pero, ¿qué sucede cuando es la propia Administración española la que se salta los criterios de los expertos científicos? Dan un pésimo ejemplo a los ciudadanos a los que sí se exige que acepten la Ciencia.
Un ejemplo es el criterio de autorización de batidas para el famoso “control poblacional” del lobo ibérico. La Directiva Hábitats autoriza a realizar “medidas de gestión” (gestión no equivale necesariamente a matar) que en cualquier caso deben garantizar la conservación de la especie.
¿Quién debe establecer en qué casos y bajo qué criterios se realizará esta “gestión”? Los biólogos y los expertos en Ecología y en Medio Ambiente. Son los técnicos competentes quienes deben dilucidar qué especie ha causado qué daños, usando los pertinentes análisis genéticos y estudios técnicos. Y si los daños causados son, efectivamente, asignados a un lobo, entonces los expertos deben dilucidar si, en el lugar concreto donde se ha producido el ataque, hay que realizar algún tipo de gestión basándose en los datos científicos disponibles, que darán el grado de conservación de que se dispone.
¿Qué se hace? Normalmente no se requiere NUNCA el concurso de biólogos, científicos y técnicos. Y, cuando sí se hace, sus recomendaciones no se tienen en cuenta. Se tienen en cuenta normalmente criterios políticos. Y así nos va. Esto también ha sucedido en la gestión de las “especies invasoras”. Finalmente se tuvo en cuenta el criterio político de dejar las cosas como están, en lugar del criterio de los expertos, que fue avalado por sentencia del Tribunal Supremo. Que fue puenteada mediante el cambio legislativo que permitía puentearla.
El nuevo Ejecutivo tiene ante sí, de nuevo, la oportunidad de educar a la sociedad española en la creencia de que es la Ciencia quien tiene que gobernar todo lo referente al funcionamiento del Planeta y de sus organismos vivos, y no las creencias o increencias personales de cada uno. Pero lo primero que tiene que hacer el nuevo Gobierno (en todos sus ministerios) es ser el primero en aplicarse esta idea: son los expertos los que mandan. Porque demuestran sus conclusiones.
Es ya un lugar común el proclamar que vivimos en la era de la Información, de la Ciencia y de la Tecnología. La educación obligatoria está ampliamente asentada y existe un gran porcentaje de población que recibe enseñanza universitaria. Estamos en 2020 y parece lógico y normal que así sea en una sociedad avanzada integrada en la Unión Europea.
Sin embargo, tengo la sensación de que la Ciencia está en crisis en la sociedad española. A pesar de vivir en una sociedad hiper-tecnologizada (tecnología que se basa, en última instancia, en la investigación científica), amplias capas de la población, de esa población que ha recibido una educación reglada y, en muchos casos universitaria, rechazan un hecho probado por la Ciencia o, al menos, asentado en los manuales científicos en vigor, si este hecho contradice prejuicios ideológicos, precientíficos o para-científicos que tiene ese sector de población.