El impacto ambiental de los alimentos se crea por millones de productores. Para identificar soluciones efectivas que puedan reducirlo, un estudio publicado en la revista 'Science' ha encontrado los cinco indicadores ambientales más determinantes. El impacto puede variar hasta 50 veces entre productores, creando grandes oportunidades de mitigar las consecuencias en el medio ambiente. Sin embargo, concesiones e interferencias hacen que los productores tengan limitaciones para reducir ese impacto en la cadena de suministro.
Lo más sorprendente es que las consecuencias ambientales de los productos animales de menor impacto ambiental superan a los de los sustitutos vegetales, lo que proporciona nuevas evidencias sobre la importancia del cambio en la dieta. Los hallazgos publicados en 'Science' respaldan un enfoque en el que los productores monitorean sus propios impactos medioambientales, cumplan los objetivos de manera flexible al elegir entre múltiples prácticas, y comuniquen los impactos a los consumidores para mejorar la sostenibilidad.
Numerosos trabajos y publicaciones se han centrado en este tema, y han resaltado que el consumo de alimentos y las elecciones que realizamos como consumidores, son algunas de las que más importancia tienen para cuidar el planeta y respetar la multitud de ecosistemas y seres vivos que lo cohabitamos. Esto se une a que, además, las características de una dieta saludable pasan fundamentalmente por alimentos de origen vegetal, que son los que menos contaminación y problemas ambientales generan.
Por eso está de moda hablar de la “dieta del planeta”, como aquella hacia la que debemos ir en un futuro inmediato para mejorar nuestra salud y prevenir la acuciante sacudida de enfermedades no transmisibles como la hipertensión o la obesidad, que merman nuestra calidad de vida; y también como solución para preservar la salud del planeta, proponiendo cambios hacia modelos productivos y de consumo sostenibles.
Con las dietas actuales y las prácticas de producción, la alimentación de 7.000 millones de personas está degradando los ecosistemas terrestres y acuáticos, agotando los recursos hídricos e impulsando el cambio climático, que ya no pueden negar ni los más escépticos.
En el estudio, Poore y Nemecek realizaron un meta-análisis sobre fincas y productos que representan aproximadamente el 90% del consumo mundial de calorías y proteínas. Y resaltan cinco indicadores de impacto ambiental importantes: uso del suelo; extracciones de agua dulce ponderadas por la escasez de agua local; emisiones de gases de efecto invernadero, acidificantes, y emisiones y vertidos eutrofizantes.
La cadena de suministro de alimentos crea aproximadamente 13,7 billones de toneladas de equivalentes de dióxido de carbono (CO2), el 26% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. La producción de alimentos crea aproximadamente el 32% de la acidificación terrestre global y el 78% de la eutrofización.
De la carne de vacuno destinada para consumo de carne, el 25% de los productores de mayor impacto representan el 56% de las emisiones de gases de efecto invernadero del ganado de carne y el 61% del uso de la tierra. Las extracciones de agua dulce ponderadas a los nutrientes que generan son caras: producir solo el 5% de las calorías de alimentos del mundo crea aproximadamente un 40% de la carga ambiental según los autores.
Aunque la acuicultura puede exigir pocos recursos terrestres, los sistemas de acuicultura de menor impacto aún superan las emisiones de proteínas vegetales. Por lo que las reivindicaciones de vegetarianos y grupos animalistas está de sobra justificada, también desde el prisma de la protección ambiental y del planeta para cambiar el modelo de consumo de alimentos y el sistema de producción.
Las organizaciones agrícolas y los encargados de formular políticas internacionales deben unirse para implementar una red de seguridad para la agricultura mundial. El papel de los consumidores es una parte vital de la solución, aunque su capacidad para reducir los impactos ambientales es limitada. El impacto de los productos animales pueden superar notablemente los de los sustitutos vegetales, hasta el punto de que la carne, la acuicultura, los huevos y el uso de productos lácteos representan el 83% de las tierras agrícolas del mundo a pesar de proporcionar solo el 37% de nuestras proteínas y el 18% de nuestras calorías. ¿Se pueden producir productos animales con un menor impacto ambiental? ¿O reducir el consumo de productos animales para mayores beneficios ambientales?
Según los autores, el cambio de dieta puede ofrecer beneficios ambientales en una escala que los productores no pueden alcanzar. El cambio de las dietas actuales hacia una dieta que excluya los productos de origen animal tiene un potencial transformador, que reduce el uso de la tierra de los alimentos en 3.000 millones de hectáreas (una reducción del 76%), incluida una reducción del 19% en tierras cultivables; las emisiones de gases de efecto invernadero de los alimentos en 6.600 millones de toneladas métricas de CO2 (una reducción del 49%); la acidificación en un 50%; eutrofización en un 49%; y retiros de agua dulce ponderados por escasez en un 19%, teniendo como referencia el año 2010.
Las evidencias sobre el cambio climático son evidentes y requieren una respuesta inmediata y eficaz para preservar el planeta y la salud de los seres vivos que lo habitamos. Como consumidores, y habitantes del planeta, tenemos la responsabilidad de hacer todo lo posible para cuidar el planeta y la salud de sus ecosistemas.
Sobre este blog
La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
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