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Federico de Arce, trasunto del poeta chino Hu Zi en ‘Aguas arriba de mi madre’

Ilustración de inspiración taoísta / Taoismo.es

Alicia Avilés Pozo

Explica Alfonso González-Calero que la nueva obra poética de Federico de Arce es un “empeño circular sobre el sentido de la palabra, de la naturaleza, del otro, del lenguaje y del mundo”. La confluencia entre versos y filosofía queda así patente en ‘Aguas arriba de mi madre’ (Amargord, 2016), el nuevo libro del escritor y pensador, centrado en la figura del poeta chino Hu Zi, narrador y buscador de un mundo que las palabras han desfigurado y ante el que arroja preguntas esenciales mientras comparte alas con los pájaros, con la naturaleza y con la soledad. El poemario se presentará este martes, día 14 de junio, en la Biblioteca regional de Castilla-La Mancha a las 19.00 horas.

De Arce, murciano afincado en Toledo, explica que el título remite perifrásticamente al pensamiento filosófico del Dao y bebe también de su poemario anterior ‘Miel de brujas’, como una expansión del mismo en la escritura posterior a los momentos de meditación. Con ello revive a Hu Zi, el ‘Maestro Calabaza’ del taoísmo chino como símbolo del caos primordial del que nacen todas las cosas.

Pero las ramificaciones filosóficas de ‘Aguas arriba de mi madre’ remiten igualmente al caos de Nietzsche. Hu Zi emprende su camino con el objetivo de atravesar la cultura desde occidente hasta China, “un viaje hacia una tierra sin libro más allá de la tierra prometida, que es el principio de toda usurpación”.  Ahí, explica el autor, entra también en juego Kafka en ‘La construcción de la muralla china’: “el protagonista camina hacia un oriente que ya no existe y que, tal vez, nunca haya existido, para dar mensaje al emperador, aunque sabe que el emperador es el camino en que camina y el lenguaje en el que se dice el mensaje”.

“Esos caminos son los de Lao Zi, Caeiro, Machado, Rimbaud, Beckett, Nietzsche, Juan Rulfo, Lenz. Sólo a veces Hu Zi se detiene en la casa donde la lengua de los hombres se habla sin los hombres. Los interlocutores de estos silencios son Spinoza y Heráclito. No es extraño que los chinos a los que se encuentra en el camino lo llamen oscuro”, precisa. Y en este punto Federico de Arce enlaza también con la idea cervantina de los caminos. El poeta chino, en cuanto a personaje, “pertenece a la estirpe de Don Quijote”.

Perderse en “el bosque de las palabras”

González-Calero, quien acompañará al escritor en la presentación, destaca por su parte el “empeño obstinado” del protagonista por perderse “en el bosque de las palabras, para acabar ansiando escapar del pensamiento, del lenguaje, para ansiar alcanzar sólo el azul, el cielo, la sombra de un pájaro que vuela y que es en sí mismo el vuelo, el movimiento”.

“El poema, que viene en un rollo o manuscrito enrollado, es una letanía sobre la autonomía de la palabra que, dejada libre, nos lleva por un camino que no imaginábamos y que no controlamos, pero cuyos hitos son las raíces en que se sustenta la vida del poeta/narrador”, concluye.

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