El fotoperiodista Gervasio Sánchez, que este martes recibirá en Brihuega (Guadalajara) el IX Premio Internacional de Periodismo 'Cátedra Manu Leguineche', ha alertado de que España “tiene mala salud informativa”, situación que, a su entender, facilita que “políticos y grandes estrategas manipulen” a los ciudadanos.
De la necesidad de que el periodismo español recupere su esencia e independencia, desligándose de intereses políticos y empresariales, de lo poco autocrítica que es la profesión o de su último libro 'Violencias, mujeres, guerras' ha hablado con Europa Press, al hilo de la concesión de este premio.
¿Qué supone para usted este galardón?
Se trata de un premio que lleva el nombre de un gran maestro del periodismo, al que yo admiraba antes de conocerle y al que seguí admirando después de conocerle en 1988. Después, me convertí en uno de sus amigos, al que acompañé en los momentos más bellos, en su enfermedad y hasta la muerte. Es como si llevara el nombre de tu padre periodístico.
¿Qué ha significado en su carrera profesional Manu Leguineche?
Es uno de los periodistas independientes de verdad de este país. Fue siempre independiente de intereses partidistas, mediáticos y empresariales, y la independencia en este oficio es sagrada. Muy pocas veces se consigue encontrar a periodistas que, claramente, actúen de manera independiente. Fue un gran maestro que trabajaba con rigor y que dignificaba a los protagonistas de sus trabajos periodísticos y a los de los más de 40 libros que publicó.
Le va a entregar el premio otro grande como Iñaki Gabilondo. Aunque usted batalla en otros frentes, ¿se reconoce, como él, empachado por la polarización de la escena política nacional?
Mi suerte es que trabajo en periodismo internacional y que puedo obviar las batallas campales que ha habido en el periodismo español no ahora, sino desde hace muchas décadas. El problema principal es que los grupos mediáticos se han aliado con intereses políticos y empresariales y han dejado en un segundo plano la esencia del periodismo. Ese es el grave problema, que no viene de los últimos tiempos, ni siquiera desde la crisis económica. Esto viene desde los años 80. Como ya tengo 62 años y buena memoria, sé incluso cuando esto empezó: cuando empezaban las coaliciones entre grupos mediáticos, partidos políticos y grandes empresarios o banqueros. De alguna manera, lo importante no era hacer gran periodismo, sino grandes negocios o encontrar la forma de hacer pelotazos mediáticos.
Entiendo a Iñaki. El empacho ha de ser tremendo y más en una persona que está cerca de los 80 años y que no tiene que demostrar nada a nadie. En mi caso, me he podido escabullir porque me he dedicado a la información política internacional y los medios en los que he trabajado, 'Heraldo de Aragón' principalmente, siempre me han tratado con respeto, nunca he tenido un problema. No han tocado ni una línea ni han modificado un reportaje mío en casi 35 años de relación.
Este galardón se le entrega por su defensa de los periodistas y del derecho de expresión y de información. Últimamente, ¿está teniendo que afanarse más en su defensa?
Siempre he sido bastante claro, desde que recibí mi primer premio, en el año 1993, por mi cobertura de la guerra de Bosnia. En el acto de entrega, tras escuchar mi discurso que fue extremadamente duro con el comportamiento de algunos partidos de izquierda ante este conflicto, vi desfilar a los miembros de estos partidos antes de terminar mi intervención. Ese tipo de cosas me suelen gustar mucho, porque te das cuenta de que has golpeado dónde más duele. Siempre he sido extremadamente crítico a la hora de hablar públicamente, porque me siento obligado a hablar por las personas que no pueden hacerlo. Cuando he tenido que criticar comportamientos vergonzosos en el periodismo español, actitudes placenteras con el poder o denunciar el maltrato económico de mis compañeros en el pago de sus colaboraciones lo he hecho sin contemplaciones. Nunca he cambiado mi forma de actuar y esto, evidentemente, me ha traído algunos problemas, porque en España, la segunda profesión con menos autocrítica después de la política es la periodística. Hacer crítica en el periodismo español es meterte en encerronas, pero me encantan las encerronas.
Ha alabado a Leguineche por su independencia. A día de hoy, ¿hacen falta más periodistas como él?
Lo que hace falta es que los medios abandonen las coaliciones con intereses ajenos al periodismo y se centren, principalmente, en buscar la calidad periodística, invirtiendo en enviados especiales y en el periodismo que se hace en el lugar de los hechos, en lugar de dedicarse a actuar en función de intereses estratégicos, con entrevistas absolutamente palmeras, por llamarlas de forma diplomática, e incluso gastando más dinero en columnistas y tertulianos que en el periodismo del lugar de los hechos. Si queremos recuperar la confianza de los ciudadanos, que está bastante pérdida en el periodismo español, éste es el camino. Siempre suelo decir que la salud informativa es tan importante para un país como la salud médica y la educativa. España tiene una mala salud informativa y eso va en detrimento de la calidad de los ciudadanos y da facilidad a los políticos y a los grandes estrategas para manipularlos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado la creación del Centro Nacional de Fotografía en Soria, proyecto paralizado durante más de 10 años. Usted está entre los profesionales que llevan años reclamándolo. ¿Por qué es necesario?
Se tenía que haber hecho hace décadas. Si verdaderamente el Ministerio de Cultura hubiera apostado por la fotografía no la habría convertido en el pariente pobre de las artes visuales y del arte por antonomasia. Incluso instituciones importantes, como el Centro Reina Sofía, lo que han hecho ha sido ningunear a la fotografía. No han sido capaces ni de crear una colección de fotografía española. Parece que con el nuevo Ministerio se ha podido abrir una puerta. Pero, como Santo Tomás, digo que una cosa son las promesas y otras los hechos, y hasta que no lo vea no me lo voy a creer. Estoy harto de promesas que luego no se cumplen. Además, no estamos hablando de envoltorios, sino de crear un centro que tenga presupuesto y que se convierta en una red de centros, pues con uno solo no se supera el déficit histórico que sufre la fotografía española. Espero que, de una vez por todas, el Gobierno actual intente buscar la forma de acordar con el resto de fuerzas políticas la creación de este centro y que se pueda continuar haciendo pase lo que pase en la política española.
Me parece fantástico que esté en Soria. Tendemos a creer que todo tiene que estar en Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao. Pero un centro nacional en Soria sin la creación de otra red de centros tampoco sería la solución. Ha de ser el inicio de un proyecto serio a nivel estatal en el que han de estar implicadas todas las comunidades autónomas.
Está de promoción con su libro 'Violencias, mujeres, guerras'. Salvando mucho las distancias de las demoledoras historias que en él refleja, ¿considera que la violencia sobre la mujer en el país está cobrando más fuerza con sus nuevas formas de ataque y la aparición de ese sector de población que la niega?
La violencia escondida es aún más atroz. Cuando las mujeres no se atreven a denunciar es porque todos estamos fallando. Lo lógico sería que el Estado facilitara las denuncias y que hubiera instrumentos de protección serios, que ayuden a esas personas. Muchas veces, al margen de las declaraciones grandilocuentes de los políticos, no se ven resultados sobre el terreno. Si hay una parte de la población negacionista, hay que intentar convencerla de que no se puede negar lo que es evidente.