La Herrería y Casona de Peralejos de las Truchas entran en la Lista Roja de Patrimonio

Hispania Nostra, asociación sin ánimo de lucro que tiene como finalidad la defensa, salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural y natural de España, ha incluido en su lista roja a la Herrería y a la Casona de Peralejos de las Truchas por su avanzado estado de “ruina”, pues “desde hace 70 años se encuentran sometidas al abandono y al expolio”. Esta organización ha indicado que se trata de un interesante ejemplo de patrimonio industrial del siglo XVI, y llama la atención su gran tamaño, que lo convierte en uno de los edificios más singulares de la zona.

“Desde que dejó de estar habitada, a finales de los años 50, ha sido víctima del abandono y del expolio. La zona de hornos y el martinete apenas se distinguen entre el escombro. Se ha perdido gran parte del canal, aunque se mantiene en buen estado el tramo donde estaba colocada la noria”, ha alertado.

De igual modo, ha condenado que los corrales aledaños a la Casona principal sólo mantienen los muros, y a ésta apenas le queda un cuarto de la imponente cubierta a 4 aguas. De la estructura interior de la casa se mantiene apenas un 20% y se ha comenzado a hundir el muro del lateral derecho de la construcción.

Microeconomía de monte

Según Hispania Nostra, la Herrería de Peralejos ofrece un paisaje cultural muy completo ya que era una microeconomía en la que se gestionaba el monte, se explotaban los recursos hídricos, las huertas, los cultivos de cereales y la ganadería, como lo demuestran las estructuras para ganado y la enorme casa vivienda, importante construcción hecha en mampostería con retoques de recio sillar que data del siglo XVIII.

El agua, la cercanía de los minerales y los grandes bosques para proporcionar el combustible necesario, dio lugar a la ubicación de ferrerías desde la Sierra del Tremedal al Alto Tajo. De esta forma, la siderurgia se extendió rápidamente entre las localidades de Orihuela del Tremedal y Peralejos de las Truchas.

Esta organización ha explicado que durante la Alta Edad Media, para atraer población a las nuevas áreas conquistadas, los reyes castellanos y aragoneses concedieron la propiedad de casi todos los montes y baldíos a los municipios y señores feudales a modo de libertades y privilegios. Durante la Reconquista se otorgó a la villa de Molina un extenso término municipal, en el que se incluían algunas aldeas cercanas. Al principio, la ciudad fue la propietaria de los montes de uso público de todo el señorío, pero a partir del siglo XV las aldeas empezaron a organizarse en una institución denominada el 'Común de la Tierra de Molina'.

La iniciativa de construir las ferrerías partió en todos los casos de las élites locales, que buscaron el lugar de construcción, las autorizaciones y el capital necesario. La construcción, la gestión y el arrendamiento lo negociaban con los técnicos vascos. En el año 1513 don Antón Garcés de Marcilla, vecino de Molina, firmó una capitulación con Pedro de la Coba, capellán de Checa, para construir dicha herrería sobre una antigua sierra hidráulica que este último poseía en el barranco de Oceseca, en Peralejos.