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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

Inspectores de Sanidad, el otro cuerpo de seguridad en la Feria de Albacete

De derecha a izquierda: Fernando Fernández, inspector, Raúl Sánchez Guerra, jefe de distrito veterinario y Augusto García, Jefe de Servicio de Salud Pública.

Lourdes Cifuentes

Aparecen sin avisar, cualquier día de Feria y casi a cualquier hora para revisar que todo está como debe ser. Hasta 11 Inspectores de Sanidad, entre veterinarios y farmacéuticos, trabajan sin descanso estos diez días de Feria de Albacete asegurándose que tanto los stands como las carpas lo tienen todo en orden y en las condiciones sanitarias óptimas para servir comida y bebida a los clientes. Su trabajo queda oculto entre la multitud que estos días ha visitado la fiesta más importante de la capital, abierta 24 horas al día y que no duerme ni cierra al público. Como tampoco lo hacen los establecimientos hosteleros que dispensan y sirven comida y bebida.

Su trabajo: garantizar que los estándares sanitarios, de higiene y de consumo están cubiertos para proteger a los consumidores. Van de paisano, sin uniforme que les identifique, y entran en los stands o casetas para fiscalizar desde el suelo hasta el techo, pasando por todo lo que hay a la vista y hasta en el último rincón. En esa auditoría tratan de encontrar el momento más adecuado para hacer la inspección: “no puedes ir a primera hora, porque o bien lo tienen todo recogido y limpio y están cerrados al público, o bien están a medio limpiar preparándose para empezar el día”, explica Fernando Fernández, inspector de Sanidad en Albacete . Tampoco entran en los establecimientos al mediodía momento en los que se están dando las comidas para evitar molestar demasiado al establecimiento.

Este año la Feria de Albacete tiene 10 establecimientos más que en ediciones anteriores, ascendiendo a 174 en total.  Todos y cada uno de ellos han tenido una inspección de sanidad, como mínimo, a lo largo de los diez días en los que se desarrolla la Septembrina.

Los fallos más destacados

Los stands y carpas que sirven comidas y bebidas en la Feria de Albacete son establecimientos no permanentes con lo que la legislación es menos exigente que cuando se trata de establecimientos permanentes como son los bares y restaurantes del resto de la ciudad y que no se montan y se desmontan para dar servicio en 10 días. “En general todos cumplen con los requisitos que se exigen y se puede decir que el nivel de seguridad alimentaria es muy bueno”, explica Fernando, el inspector. Aún así hay fallos que pueden llevar incluso al cierre de un establecimiento estos días, aunque es algo que no ha sucedido en esta edición de la Feria.

Estos fallos más graves son una ventilación insuficiente, encontrar que están sirviendo comidas preparadas con mucha antelación, mala refrigeración de los alimentos e, incluso, suelos en malas condiciones. Y es que en lo que a infraestructura se refiere no todos los establecimientos son iguales.  Pero, insisten, lo peor con lo que se suelen encontrar es la ventilación. “Meten mucha freidora y mucha plancha y falta ventilación lo que hace que se acumule más la grasa”, explica Fernando Fernández.

Otro fallo muy recurrente en Feria es que no se limpia al terminar. “Ellos acaban tarde y se van. Recogen lo justo pero se van dejando todo sucio. Entonces cuando llegan por la mañana empiezan a limpiar, pero eso cuesta mucho más. Eso no es bueno”, añade el inspector.

Una inspección paso a paso

Tras identificarse lo primero que se le solicita al establecimiento es la documentación, es decir, carnets de manipuladores, licencias, y albaranes y facturas para ver desde donde llegan los productos. Antes de empezar la inspección preguntan si el establecimiento está limpio. “Todo el mundo te suele decir que sí, que lo tienen limpio, pero si en ese momento encontramos cosas que están sucias o no del todo limpias,entonces ya no dicen que eso todavía no lo han limpiado. Con lo cual, empiezan mintiéndonos”.

No hay rincón del establecimiento que escape a la auditoría de seguridad alimentaria que realiza el inspector. “Los suelos tienen que ser lisos y fáciles de limpiar, porque buscamos sobretodo el orden, sin orden es más difícil de limpiar”, añade el inspector Fernando Fernández. También se abren las cámaras frigoríficas  y arcones, “todo tiene que estar protegido, con su fil, que no haya nada fuera de un recipiente”. Al abrirlas, dicen, suele haber errores recurrentes de todos los establecimientos: “usan los arcones de bebida para refrigerar la carne”.

Se revisan hasta los recipientes con productos como las especias para ver las fechas de caducidad y se les pide a los hosteleros que enseñen los productos de limpieza que utilizan. “Tienen que ser los adecuados para cada cosa. No vale cualquiera”. La inspección llega hasta el almacén, donde miran que todo esté correctamente colocado, es decir, que lo que tenga que tener etiqueta la tenga, lo que tenga que estar refrigerado lo esté. Sobretodo, que todo limpio “para evitar que haya contaminación”. Todo ello teniendo en cuenta las peculiaridades de la Feria: espacios muy pequeños e instalaciones temporales.

No se olvidan de los aseos, en caso de que los tengan, porque los stands ubicados dentro del recinto ferial carecen de ellos. “Es aseo tiene que tener también buena ventilación, siempre debe haber papel higiénico y jabón de manos. No me vale que me digas que hay mucha gente y que lo pusiste al inicio del servicio de comidas”.

Otra obligación que tienen los establecimientos, que en este caso también deben cumplir los de la Feria, es la carta de alérgenos. “Todos están obligados a tener esta información sobre alergias alimentarias que indique a las personas alérgicas qué contiene cada plato”, explica Raúl Sánchez Guerra, jefe de distrito veterinario. Ahí suele haber fallos porque no todos lo contemplan, dejan en manos del camarero de turno que responda a un cliente en caso de pregunta, pero no es lo correcto ya que la Ley obliga a que se tenga por escrito.

Sanciones

Se hace una vuelta completa a todos los establecimientos para chequear su seguridad alimentaria. “Hay que tener en cuenta que las inspecciones se llevan haciendo desde hace muchos años por lo que la mayor parte de los sitios hay un histórico. Cuando el inspector va a ese establecimiento ya sabe qué falló el año pasado”, cuenta Raúl Sánchez Guerra.

Si tras la inspección se ve que el stand o carpa está mas o menos bien, que no tiene fallos grandes, ahí se acaba su inspección. En caso de que se detecten fallos se vuelve una segunda o tercera vez para ver si los subsana. “Si el fallo es mayor se hacen apercibimientos por parte del Ayuntamiento y si no se solucionan esos fallos ya se hace una incoación”. En esta edición de la Feria, se había cuantificado 4 incoaciones hasta el viernes 15 de septiembre. “En casos más graves se llega incluso al cierre del establecimiento”, concluye.

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