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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Montes de Toledo, el lugar donde la cría de linces ha superado todas las expectativas

Las primeras camadas de lince comenzaron a identificarse en la región ya en marzo. En medio de un confinamiento, una nueva generación de lince comenzaba a nacer. Sin embargo, el proyecto de reintroducción de la especie en la Península Ibérica comenzó hace ya 20 años, y entre los expertos en la materia se encuentra el coordinador de proyectos de grandes carnívoros de WWF, Ramón Pérez de Ayala. “Ha habido bastantes atropellos durante la cuarentena. Pensamos que iba a haber menos durante estas semanas”, lamenta de estas semanas.

“Siendo puristas, habría que haber eliminado todas las amenazas para la reintroducción”, recalca, en cuanto a los posibles peligros a los que se enfrentan los ejemplares tras su suelta, desde los atropellos hasta los cazadores furtivos. Sin embargo, recalca que se hizo un trabajo “muy minucioso” en las zonas de reintroducción para poder eliminar los peligros como el furtivismo, los lazos, o los pozos abandonados. “Es imposible controlr todo lo que hay en el campo, por eso los primeros años hubo casos de furtivismo. Sin embargo, en las reintroducciones suele pillarse a alguno y los pocos que quedan, se asustan”.

En cuanto a la situación de las carreteras, recalca que se buscaron muchas zonas para poder reintroducir a la especie, en las que no hubiera peligro especial en las carreteras. “Pero sólo encontramos cuatro zonas, y ninguna sin peligro de atropello”, señala. El problema en cuanto a las vías es que los proyectos no sólo son caros, sino que también son lentos. “El trabajo previo para localizar los puntos negros ha sido buenísimo, en comparación con otros proyectos, porque sabemos cuále son y cada vez vamos con más prevención”.

Sin embargo, recuerda que todavía queda “por hacer”, aunque ya se ha seleccionado una nueva zona de reintroducción en la Sierra Arana de Granada, en cuyo proyecto de mejora ya se está trabajando para poder ejecutar las obras antes siquiera de comenzar a soltar nuevas crías de lince. “Cada vez hay más linces y frentes abiertos y necesitamos encontrar dinero, porque las prevenciones en infraestructura son carísimas”, recalca. La inversión, puntualiza, se amortiza “a medio plazo” y los atropellos tampoco han puesto en peligro la reintroducción de la especie.

Montes de Toledo, zona óptima

El trabajo en conjunto en el proyecto Iberlince, recalca Pérez de Ayala, ha sido importante, al estar en el “mismo marco, trabajando el mismo protocolo”. Esto ha permitido, que la zona de los Montes de Toledo haya sido un “éxito” que destaca “por encima de lo que se había hecho antes”. “Ni siquiera teníamos pensado en reintroducir en Montes de Toledo, al estar muy lejos de las otras poblaciones. Veíamos difícil que se conectara de manera natural y la idea era hacer poblaciones más próximas para que conectaran”.

Sin embargo, la zona era “tan buena” para la especie, que se optó por ella y los resultados es que la evolución de los linces ha ido “como un tiro”. “En Ciudad Real, en comparación, parece que ha ido peor, pero la realidad es que en Toledo se ha duplicado lo planificado en cuanto a número de hembras reproductoras, que es lo que utilizamos como medidor de éxito”.

¿De dónde viene este éxito? Por una parte, por sus condiciones naturales, con grann abundancia de conejo, pero también gracias a un trabajo muy “de chino” en la gestión de las fincas en las que se han realizado las sueltas. “Lo ideal es hacerlo en las mismas zonas, y así se ha hecho en Toledo y no tanto en Ciudad Real. Al final, eto es tener a los linces separados, moviéndose de un lado a otro y la mortalidad puede ser un poco mayor”. En cambio, en Toledo se consiguió crear un núcleo “fuerte” al soltar en el mismo sitio, sobre todo en las primeras generaciones.

De Ciudad Real, rescata el caso de 'Odrina', una lince que cría la cuarta camada que ha nacido en un edificio abandonado en la provincia. “No es algo común, normalmente se utilizan refugios entre piedras o troncos, pero no es el primer caso y si encuentran casas abandonadas las usan bastante, pues se protegen del sol y del tiempo”, señala.

Evitar la endogamia

La aprobación del nuevo proyecto europeo 'Lynx Connect', supone un nuevo paso en la conservación del lince, la siguiente fase para garantizar la conexión de poblaciones. Esto ayudaría también a evitar posibles problemas genéticos que naciesen de la endogamia entre ejemplares. “Hay que tener en cuenta que al empezar con cien linces hay poca variabilidad genética y cuando reintroduces una población sueltas pocos animales y la variabilidad genética es mínima. Por eso es importante la conectividad”, señala.

En zonas como Doñana han detectado ejemplares, por ejemplo, con sistema inmunitario más débil y camadas más pequeña, incluso con problemas de malformaciones de riñones. Pero, cuando se ha introducido algún lince de otra zona, como Andujar, para hacer refuerzo genético, ha aumentado el tamaño mínimo de camada de manera “automática”.

La idea con 'Lynx Connect' es hacer seguimiento genético e intentar solucionar los problemas de endogamia “Tenemos que intentar que lleguen los linces de manera natural, o sino, introducir individuos con genética especial en las poblaciones para forzar la diversidad. En las sueltas, intentamos que los ejemplares tengan el menor parentesco posible para impulsar la diversidad genética”.

Objetivo: 750 hembras

En cuanto al futuro de la especie, explica que, por ahora, se ha atendido a lo “urgente”. “Llevamos veinte años con el lince, y después de muchos cálculos para cumplir con los criterios internacionales, el objetivo es que haya 750 hembras reproductoras en la Península Iberíca. Con eso, la población estaría fuera de peligro y cumpliríamos las directrices para hablar de conservación favorable”, explica. El plazo para ello: 2040. Actualmente, se calcula que hay unas 180, por lo que el objetivo estaría a “mitad de camino”.

En Castilla-La Mancha, desde la puesta en marcha del proyecto en 2011, es ahora “positivo”. El objetivo “que se ha conseguido con creces”, como ha asegurado el consejero, ha sido establecer dos zonas de presencia estable de lince ibérico en la región: Montes de Toledo y Sierra Morena-Campo de Calatrava. En estas áreas de reintroducción actualmente se encuentran asentadas un total de 31 hembras, 19 en el área de Montes de Toledo y 12 en el de Sierra Morena oriental. A ellas, suman las 8 controladas en Sierra Morena occidental, núcleo que ha evolucionado principalmente con ejemplares silvestres, con poco aporte de ejemplares procedentes de los centros de cría en cautividad. Actualmente, la región cuenta con una población de lince ibérico cercana a los 200 ejemplares.