Arbitrariedades en la gestión cultural

No sabemos qué política seguirá la Consejería de Educación Cultura y Deportes, tutelar de la protección del Patrimonio Cultural en nuestra comunidad y los Ayuntamientos, responsables, que en muchos casos son agentes activos en la declaración de protección de inmuebles o de su correcta conservación. 

Varios ejemplos hemos visto en los últimos días de la arbitrariedad en la gestión cultural en nuestra región. Nos imaginamos que hay muchas más, pero, hoy por hoy ejemplificaremos en los casos de -en orden alfabético- Talavera de la Reina, Tembleque y Toledo.

La Casa de los Canónigos es un ejemplo de falta de una tutela efectiva sobre un inmueble declarado Bien de Interés Cultural. Gobiernos municipales de uno y otro signo se han inhibido de tomar medidas eficaces para su restauración y conservación. Un edificio del que una y otra vez han denunciado las asociaciones culturales talabricenses -entre ellas la Asociación SOS Talavera y Comarca-, su estado ruinoso, y sobre el que sucesivos responsables han prometido su apuntalamiento, consolidación y restauración, y en el que sólo se hizo la primera parte y, por lo que vemos, la ejecución de la segunda hubiera evitado el colapso de parte de la cubierta, mientras que la restauración sigue demorándose pese a presentarse bajo el formato del Concurso Internacional de Arquitectura Richard H. Driehaus.

Mientras tanto, la Viceconsejería de Cultura no ha exigido responsabilidades y una urgente intervención integral, más necesaria que nunca vista la necesidad de un centro de acogida e interpretación para divulgar el patrimonio de la ciudad, hasta el momento está sometido a una desconexión inexplicable para una ciudad de la importancia histórica y patrimonial como es Talavera de la Reina.

En el caso de Tembleque se trata de la incoación del expediente para declarar, nada menos que Bien de Interés Cultural, la ermita de Nuestra Señora de Loreto, edificio que se encuentra en el entorno de lo que había sido la laguna de Villaverde, desecada a principios del siglo XIX y de la cual queda como recuerdo los numerosos tarayes, que demuestran la humedad del lugar, situado entre dos arroyadas, circunstancia que obligó también a cambiar de lugar de enterramiento desde el entorno de la ermita, donde se encontraba desde mediados del siglo XIX, hasta el actual emplazamiento, traslado que se efectuó en 1889.

Las humedades que, junto con el abandono del monumento (fue almacén de madera) han derivado en un estado ruinoso del mismo (extremo que recoge el expediente de declaración), separado de la localidad por la antigua carretera nacional, y sin uso litúrgico alguno y de propiedad municipal

Un estado ruinoso que no ha impedido su inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha y en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del POM de la localidad, así como la práctica desaparición de la ornamentación interior que en otro momento tuviera el templo, incluido la rica decoración barroca de sus muros. No sabemos qué interés tiene el ayuntamiento en declarar el templo BIC (podría ser, en todo caso BIP), salvo que quiera hacer una enorme inversión en su restauración. 

No nos oponemos a que se realice una restauración de un bien patrimonial, pero hay que gestionar los escasos recursos. No hay demanda social o cultural en la localidad (que por otra parte posee numerosos Bienes de Interés Cultural, como la Casa de las Torres, Plaza Mayor y la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción), conjuntos monumentales de especial interés, como la ermita de la Purísima Concepción, la del Cristo del Valle o la ermita de la Vera Cruz destinada a biblioteca municipal, mientras que la Casa de Postas y el citado palacio de los Fernández Alejo o “Casa de las Torres” se encuentran en la lista roja de Hispania Nostra, y requerirían los fondos que se prevé se destinen a recuperar la maltratada ermita en la que ahora se interesa nuestra viceconsejera de Cultura, en una localidad en la que gobierna, casualmente, un alcalde de su mismo partido. 

Otro ejemplo de gestión polémica es la que se ha producido con la restitución de fachada, hacia la plazuela de Solarejo, del inmueble que alberga la mezquita de Tornerías en Toledo.

“Las Ordenanzas del color” del Plan Especial del Casco Histórico de Toledo determinan los tipos de materiales, colores y texturas que deben tener las fachadas en ese conjunto monumental. En este caso, como en otros, una intervención de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en un edificio propio la realiza un arquitecto poniendo su “firma” en la misma, recubriéndola con una plancha de madera.

Por lo que sabemos, la madera en la ciudad de Toledo estaba reservada a los interiores y, hacia el exterior muy restringido en su uso, reservada a los efectos climatológicos y con una labor constructiva clara, no ornamental.

El uso -y abuso- de intervenciones de este tipo crea un mal ejemplo y antecedente para que particulares, empresas u otras instituciones hagan lo propio, llenando los cascos históricos de actuaciones extemporáneas, donde los nuevos materiales y diseños aportan lo contemporáneo, pero cruzan la sutil línea que existe entre la creación y la conservación de estos conjuntos monumentales. Repetimos, Junta de Comunidades, en este caso no sólo responsable, sino también propietaria del inmueble, y Ayuntamiento de Toledo, encargado de aplicar las Ordenanzas Municipales, serán los responsables del desaguisado.