Balance de un año de políticas culturales

30 de junio, día internacional del Parlamentarismo. Dos veces han abordado monográficamente sus señorías la política cultural en la región en este último año. La primera, cuando el consejero, Amador Pastor Noheda, dio cuenta de los proyectos de legislatura en materia de patrimonio cultural, el 26 de septiembre de 2023, y la segunda en una comparecencia realizada en la Comisión el 14 de noviembre.

La oposición no se ha documentado bien para ofrecer una respuesta a las generalidades con las que el consejero ha expuesto su programa, y también ha respondido con vaguedades. Eso sí, Luis Juan Blázquez García-Valenzuela, portavoz de Vox en la comisión, parece que ha leído esta columna, ya que recuerda a Pastor la necesidad de desarrollar el articulado de las Leyes de Cultura, Mecenazgo o Museos, algo que aún no se han cumplido o protocolizado.

Por su parte, el grupo Popular que ha dejado a Santiago Serrano Godoy la intervención en las materias que nos ocupan -ya que Educación sigue polarizando los debates- indica que para Deportes se debería crear una consejería. Nosotros añadiríamos que Cultura la tuvo y debería retomar ese organigrama para tener autonomía de gestión y más protagonismo en la esfera política regional.

El propio debate nos muestra que la educación monopoliza los turnos de palabra, mientras que la viceconsejería de Juventud y Deporte parece que prioriza lo último. Mientras que, en cultura, el patrimonio cultural comparte el protagonismo con la difusión cultural o la gestión de la red de bibliotecas. Temas estos últimos requeridos por Amador para hacer frente a las críticas del abandono del mundo rural, donde sí llega la actuación de la consejería a través de los convenios de colaboración con diputaciones y ayuntamientos.

En todo caso, no entendemos qué quiere decir el señor Serrano cuando indica la necesidad de “potenciar las subvenciones para la conservación y el mantenimiento de monumentos que todavía quedan por aflorar, muchos de ellos en Castilla-La Mancha”. O se ha explicado mal o el taquígrafo lo no lo ha registrado como debiera, pero nos da idea de la falta de preparación de las intervenciones por parte de la oposición.

En un debate regional entendemos que no se puede hablar de singularidades, salvo cuando respondan a un ejemplo de la gestión regional, como es el caso del estado del Museo de Guadalajara o cuando la única interpelación realizada el 6 de octubre del pasado año sea sobre el complejo industrial y arquitectónico del Laboratorio de los Ingleses de Guadalajara, se puede interpretar como un localismo que deja entrever una falta de visión general de la política cultural regional.

No han dicho nada los portavoces de la oposición sobre la necesidad de completar los centros de estudio, investigación y difusión que ya en el 2017 Page prometió para el cine, las artes escénicas, la música o la fotografía, en una especie de reparto donde investigación musical la ha monopolizado la universidad regional en Ciudad Real o el centro de folklore, que se radicaba también en dicha ciudad, aún no ha visto culminado el proyecto.

Como dicen los ponentes, aún estamos a la espera de la ampliación y mejora de la Ley de mecenazgo de Castilla-La Mancha, o conocer la implementación del 1 % cultural regional. También esperamos el desglose de aquellos proyectos que bajo el paraguas de “investigación y transferencia de tecnología” se aplican en este campo, procedentes de fondos europeos. O como ocurre con los proyectos de Europa Creativa cuando, en realidad, poco o nada se ha hecho al respecto en los últimos lustros. Tampoco, y pese a las promesas realizadas, ha habido una política estructurada y estable de promoción y difusión del arte contemporáneo en la región.

En el haber de la consejería es, efectivamente, la ampliación de los parques arqueológicos visitables en la región, así como la política de investigación, patrimonio arqueológico y paleontológico, aunque debería mejorarse la de difusión de los resultados. Asimismo, se ha dotado a los museos de titularidad y gestión de la Consejería de gabinetes didácticos, aunque no se les ha permitido una mayor autonomía de gestión y fondos presupuestarios adecuados. Esperamos, por último, que las promesas de completar inventarios de patrimonio material e inmaterial se cumplan a lo largo de esta legislatura.

Si exigimos al gobierno regional una eficaz política con respecto a la gestión de nuestro patrimonio cultural, hemos de pedir también mayor altura de debate a la oposición. Ojalá que de ahora en adelante sean más fructíferos de cara a una mejor gestión de nuestro patrimonio cultural, que la oposición se documente mejor al respecto (les animo a mantener la lectura de esta columna) y dejar, como hace el grupo parlamentario Vox de realizar intervenciones con un marcado sesgo ideológico como cuando el 17 de enero hace una interpelación sobre la política de promoción del Camino Real de Guadalupe a su paso por Castilla-La Mancha o el día 23 de abril para promover en Castilla-La Mancha el legado cultural de España.

El parlamentarismo hay que celebrarlo, pero también hay que exigir que el debate que se produce en el convento de Gilitos tenga un contenido real, y que se cuente para ello con los sectores implicados, a los que se les debe hacer llegar, también, los resultados y la valoración de las deliberaciones por parte de los diferentes actores.