Cementerios y patrimonio

Días de recuerdos de los seres más cercanos que ya no están con nosotros, días de visitas a los cementerios de nuestra comunidad. Aprovechemos las visitas para contemplar, recrearnos y valorar la arquitectura, la escultura y la literatura fúnebre que nos ofrecen estos recintos.

En Castilla-La Mancha sólo están declarados, con categoría de Bien de Interés Patrimonial, los patios de Nuestra Señora de la Antigua, de Nuestra Señora de la Soledad y de Santa Ana del Campo Santo de Guadalajara. En este caso son espacios funerarios –unos 20.000 m2.- situados en el ángulo suroeste del Campo Santo de finales del S. XIX y principios del XX, caracterizados por conservar un buen número de mausoleos de alto valor arquitectónico.

En Toledo está catalogado también, al estar incluido en un Bien de Interés Cultural, el cementerio de canónigos de la Catedral de Toledo situado en el interior de la Basílica de Santa Leocadia, bajo el título de 'ermita del Cristo de la Vega'. Más disimulado bajo el nombre de 'ermita de Llanes' –o de las Llanas-, está declarado también Bien de Interés Cultural este edificio que es en realidad un mausoleo que pertenecía a una villa romana que se encuentra en Albendea (Cuenca). En la capital, el cementerio de San Isidro, del siglo XVIII, solamente cuenta con la figura de protección del “Catálogo de Bienes Protegidos del Ayuntamiento de Cuenca”. 

Convendría declarar, al menos bajo la figura de Bien de Interés Patrimonial, a aquellos mausoleos o conjuntos funerarios que en muchos de los cementerios que pueblan nuestra región contienen unas trazas arquitectónicas, ornamentales o de carácter histórico digno de mención, no sólo para incluirlos dentro de catálogos más extensos de arte funerario o para complementar los conjuntos monumentales de los lugares donde se ubican, sino y, sobre todo, para estimular su correcta conservación. La exención de tasas de mantenimiento podría ayudar a las familias a ello. La delimitación del ámbito de protección les protegería de tanta 'horterada' que se está introduciendo últimamente en gran parte de los campos santos de nuestra geografía.

No podemos olvidar a otros elementos de valor patrimonial que también están presentes en los cementerios. Nos referimos a esa rica tradición cerámica que hay en numerosos recintos funerarios. Miedo me da hacerlo públicamente, pero de esta forma intento que se muevan voluntades: Hace unos años propusimos a la Consejería de Educación y Cultura la recogida de unos 'palés-contenedores' que el Ayuntamiento de Ajofrín tenía acumulados en el cementerio municipal con cientos de placas cerámicas que en su día se recogieron de su cementerio, antes de modernizar muros y sepulturas. Hasta el momento sin respuesta. Tampoco la publicación de un artículo en un congreso monográfico titulado 'La Muerte en el Tiempo. Arqueología e Historia del hecho funerario en la provincia de Toledo', que se celebró en Talavera en noviembre de 2008, impidió que se remodelara el magnífico conjunto cerámico que los muros del cementerio sonsecano mantenía hasta ese momento, desvirtuando su estado inicial a pesar de estar catalogado el recinto con nivel de protección patrimonial.

Placas cerámicas, piezas visigodas (en Arisgotas, Toledo), estatuas o conjuntos de valor antropológico (cómo las esculturas naïf del cementerio de San Isidro de Cuenca) pueden ser así individualizados, inventariados y protegidos para que futuras generaciones aprecien cómo el recuerdo de los muertos ha producido también un rico acervo cultural. A todo ello hay que añadir el de tumbas de personajes ilustres que, por su relevancia para la historia local, regional o nacional, deben ser conservados aun cuando ya no queden familiares o amigos que se hagan cargo de su cuidado y conservación. Por último, no podemos olvidar que hay mausoleos históricos, como el de Las Vegas en La Pueblanueva (Toledo) que merece ponerlo en valor, musealizándolo y haciéndolo visitable.