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Tema recurrente en Toledo es el de la movilidad, sobre el que se han seguido realizado estudios, planes, mesas redondas, conferencias y seminarios y han aparecido cientos de artículos y cartas al director en nuestros medios de comunicación. Sin embargo, la cosa va a peor. Las medidas tomadas de implantación de la 'ORA', la peatonalización de determinadas calles, las restricciones al tráfico o los sentidos unidireccionales han estado envueltas en polémicas y, a veces, han sido anuladas después de su aplicación.
Ya no es sólo la comodidad en los desplazamientos de turistas, residentes o visitantes o el beneficio que el comercio y la hostelería local pudieran tener al quedar expeditas nuestras calles de vehículos, sino la urgencia que requiere el patrimonio inmueble de nuestra ciudad, ya que el vehículo produce vibraciones, ruidos y contaminación que afectan gravemente a nuestros ciudadanos y, lógicamente, a nuestros monumentos, sino el de la propia seguridad de personas y monumentos, ya que en momentos de aglomeración o bloqueo de vías de acceso, ni ambulancias ni bomberos pueden acceder al recinto amurallado.
El alcance y la complejidad de las actuaciones no se nos escapan, como lo es la necesidad y rotundidad en la acción política y administrativa, la construcción de aparcamientos disuasorios para visitantes y residentes junto a la promoción del transporte público, la regulación del tráfico dedicado a carga y descarga, a urgencias o a la conducción de los miles de turistas que, en transporte privado o de agencia, acceden al Casco. En definitiva, se impone la peatonalización completa del recinto amurallado, incluidas las rondas internas de circunvalación.
No se ha sido tajante a la hora de evitar la picaresca, estando domiciliados ficticiamente cientos de personas que así tienen acceso a estacionamiento en zona ORA. También hay una lectura de clase, pues se permiten, al disponer de recursos suficientes, tener plaza de garaje en aparcamientos públicos, institucionales o privados, para así acceder a su puesto de trabajo o al alojamiento hotelero, cuando no coger el cómodo taxi o uber que les facilite el acceso.
Al contrario, los residentes, a la incomodidad de transitar por unos pavimentos realizados buscando fines estéticos pero no prácticos, se suma el encontrarse con peatonalización de espacios u ocupación de aparcamientos fuera del horario restringido por la ORA, el establecimiento de “días sin coche” o los cortes continuos de trayectos por celebración de procesiones, manifestaciones o actividades festivas etc., por no hablar últimamente de la imposibilidad de acceder a sus residencias por saturación de los espacios viales o bloqueo de los accesos.
Siempre se tendrá que contar con los principales afectados con la medida: los residentes. Ellos son los que tienen que acceder a sus viviendas en su vida cotidiana, son los que se ven privados de visitas de amigos y conocidos, a los que se les dificulta la movilidad en su propio barrio o el acceso de servicios técnicos o de distribución. Son los que, en definitiva, sufren el actual caos de tráfico, falta de espacio y de calidad de vida y de salubridad.
Los estudios están ahí, el ejemplo de otras ciudades como Vitoria, León, Santiago de Compostela, Gerona, Sevilla o Alcalá de Henares, está cundiendo y, pese a las excusas de nuestras autoridades, muchas de ellas con mucha más población que la nuestra y, a veces, con mayores problemas a solventar. Aquí los intereses de determinados grupos económicos, el desencuentro de distintas instituciones y, sobre todo, la falta de iniciativa del Ayuntamiento de la ciudad que debe coordinar voluntades y dar soluciones, eternizan el problema.
Más de una vez hemos insistido en la peatonalización de todo el Casco Histórico, aprovechando que el paso de los vehículos por sus tres accesos se puede controlar y regular para disuadir su entrada y evitar el uso de las vías del Casco Histórico o el estacionamiento injustificado en su interior. Los fondos Next Generation y los recursos informáticos permiten gestionar el paso de vehículos, tanto de carga y descarga, como a personas con discapacidad o dependencia, cupos de visita a residentes o de hospedaje hostelero para carga y descarga.
Al tiempo, una política eficaz de gestión de la movilidad y uso del automóvil permitiría eliminar los pivotes, ya sean de hierro o de piedra o las jardineras que estorban a los discapacitados, perturban la estética urbana y patrimonial y causan más de un problema a la movilidad ordinaria.
Además, al regularse el tráfico en las entradas, se podrían quitar la señalización horizontal y de suelo que hoy regula la ORA, eliminando así un elemento que distorsiona la lectura de la ciudad y sus monumentos. Una última medida podría tomarse favoreciendo el uso de los motores eléctricos, que eliminan ruidos, contaminación y vibraciones.
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