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Huerta de Marojales. Este pasado viernes, como otras veces este verano me acercaron al mercadillo de Beteta en coche (yo no tengo vehículo) y esta vez, debido a que están de obras por la carretera de Masegosa, me llevaron por la ruta que recorre el carril asfaltado que va desde Santa María del Val al Tobar y desde allí por carretera hasta Beteta.
Junto a dicha carretera, antes de entrar en el pueblo de Beteta se alza una edificación sin terminar y que iba a ser uno de los revulsivos que “nos prometieron” en el año 2005 nuestros políticos para frenar la despoblación que afecta a esta comarca de la provincia de Cuenca y que, según “nos prometieron” (vuelvo a insistir en esa palabra), iba a servir para que las personas mayores que así lo desearán pudiesen pasar aquí sus últimos días, en la tierra que les vio nacer.
A mí, nacida en un pueblecito de esta comarca serrana y como tantas otras personas, obligada a emigrar de joven a Valencia, debo decir que cuando se anunció por parte del PSOE la construcción de una residencia para la tercera edad en Beteta me pareció una magnífica noticia y eso que, en aquel tiempo, no es que me preocupase mucho el tema de necesitar un día de dicho servicio asistencial. No, entonces me pareció interesante simplemente por los puestos de trabajo que se generarían en la zona. El caso es, que tras haber pasado casi 20 años desde aquella primera promesa política, una, ya va adquiriendo una edad en la que empieza a plantearse otras cosas, como la de donde va a poder pasar mejor los últimos días de su vida.
Por desgracia lo que ahora veo, es que debido al incumplimiento de aquella promesa por parte de los gobernantes de Cuenca y Castilla-La Mancha, la idea de que pueda terminar aquí mis días, si se da el caso de que una tenga que hacer uso de una residencia para mayores, me va a resultar imposible. Pero no porque yo quiera o deje de querer, es solamente porque no parece que haya ningún interés por parte de los políticos que dirigen ahora los destinos de esta comunidad autónoma en querer terminar las obras de esta residencia.
Tal y como he mencionado antes, una vez siendo joven tuve que emigrar (aunque después con esfuerzo y cariño levantase una casa en mi pueblo) y ahora, comprendo a las malas que, si me veo necesitada de asistencia, tendré nuevamente que emigrar de esta comarca que me vio nacer para poder obtener una asistencia residencial que aquí se nos niega a la gente mayor, ya que estamos en la única comarca de la provincia que aún no cuenta con una residencia para mayores.
Lo peor, es que por lo que me voy enterando, los que precisamente llevaron a término la primera paralización de las obras, son los mismos que en la actualidad, tras llevar nuevamente gobernando desde hace cinco años los destinos de la provincia de Cuenca, siguen manteniendo las obras de este edificio a medio hacer y sin visos de querer terminarlo, quien sabe por qué tipo de intereses, ya que esta paralización de las obras, muy beneficiosa para el ámbito social y laboral de la zona no parece que sea.
¡No! Señores del PSOE que dirigen la Diputación de Cuenca y el Gobierno de Castilla-La Mancha: no se puede hablar de despoblación a nivel regional, no se puede decir que están haciendo todo lo necesario por ayudar a estas tierras y, por otro lado, mantener la comarca quizás más despoblada de la comunidad autónoma en el abandono más absoluto y sin esperanzas de futuro. Un futuro que pasa por generar empleo estable en nuestra comarca y que, a la par, sirva para que la gente mayor nacida en estos pueblos, si así lo desean, puedan pasar aquí los últimos días de sus vidas, en la comarca que les vio nacer, bien atendidos y cerca de sus seres queridos.
Y que no me digan que no se puede terminar lo ya empezado porque no me lo creo. Tras llevar nuevamente cinco largos años gobernando, no es que no puedan, lo que creo es que simplemente no les da a ustedes ganas de dar una solución a esta residencia.
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