El PSOE aplaca la revuelta madrileña contra Lobato y echará el resto en las primarias con Óscar López de candidato
Si hay un partido que sabe de autodestrucción es el PSOE. Y si hay una federación socialista acostumbrada a las luchas intestinas es la madrileña. Pero Juan Lobato ha ido demasiado lejos. La decisión de blindar su liderazgo ante notario con una conversación por whatsapp que mantuvo con la número cuatro de su Ejecutiva y ex jefa de gabinete de Óscar López, Pilar Sánchez Acera, ha acabado en una declaración de guerra contra la dirección federal de inciertas consecuencias. Y no sólo políticas, sino también judiciales. El embrollo es descomunal.
En la derivada política, unos creen que el secretario general del socialismo madrileño se ha suicidado orgánicamente porque “es difícil entender lo que ha hecho”. Y otros, que nadie saldrá bien parado de esta enésima zapatiesta entre dirigentes porque aunque Lobato salga muerto, Óscar López, el aspirante a disputarle el liderazgo en primarias, tampoco quedará en buen lugar, ya que fue su entonces jefa de gabinete quien desde La Moncloa remitió al líder del PSOE-M el correo en el que el novio de Ayuso proponía a la Fiscalía un acuerdo para librarse de la pena de cárcel. Todos coinciden al menos en la torpeza de haber convertido en un problema judicial para el Gobierno de Sánchez los dos delitos cometidos por Alberto González Amador, su enriquecimiento durante la pandemia y las sociedades pantalla que utilizó para eludir el pago de impuestos a Hacienda.
La factoría MAR de desinformación, bulos y manipulación puede estar satisfecha de haber girado el foco de un escándalo del novio de su jefa a la presunta implicación de La Moncloa en la filtración de un correo que desmentía una información falsa y restablecía la realidad de los hechos. Y la derecha mediática, ironizan en el universo socialista, estará “contenta de sumar a su lista de socialistas ilustres cabreados con Sánchez un nombre más, el de Juan Lobato”. Si alguna vez el barón madrileño creyó que ganarse el favor de la prensa hostil a la izquierda le ayudaría en su propósito de habitar en la Puerta del Sol, de momento para lo que le ha servido es para que le asista en una hipotética inmolación como líder del PSOE-M.
En una brevísima aparición en la Asamblea de Madrid, acusó a los dirigentes de su partido de participar en «un linchamiento» contra él, lamentó que lo que él entiende como un gesto de honradez se quiera convertir en vileza y de sus palabras se pudo deducir este martes que no piensa dimitir por más que se empeñen en mostrarle la puerta de salida. Ferraz ha conseguido, no obstante, aplacar el demostrado instinto cainita del socialismo madrileño y no dar pábulo a voces como la de Reyes Maroto, que sin conocer los Estatutos ni los procedimientos se ha aventurado a pedir a Lobato que convoque una Ejecutiva Regional y se someta a una cuestión de confianza. Algo que requeriría de unos tiempos tasados estatutariamente y que además no se resolvería nunca en una Ejecutiva.
Lo que dicen los Estatutos
Y es que impulsar la revocación de un secretario general y la creación de una gestora, tal y como piden también algunos cuadros, requiere, según los Estatutos, de un escrito “motivado y acordado mediante votación secreta, por más del 50% de los votos del Comité Federal u órgano territorial equivalente”. Y, después, “en el plazo de un mes debiera ser aprobada por la militancia y afiliación directa, en su caso, del ámbito territorial correspondiente a una consulta”. Sólo, de prosperar la consulta por la mayoría de los votos emitidos, “se producirá el cese de la Ejecutiva, nombrándose inmediatamente una comisión gestora por el Comité Federal o el órgano territorial equivalente”.
En resumen, que Lobato, que no piensa dimitir como ya ha dejado claro, tendía no que convocar a su Ejecutiva, sino al Comité Regional y éste sumar la mitad más uno de sus miembros para revocar su nombramiento, lo que significa que forzar su salida en estas circunstancias llevaría como mínimo más de 30 días. Mucho más tiempo del previsto y aprobado ya para la celebración de las primarias que elegirán a un nuevo secretario general, y cuyo plazo para la presentación de candidaturas se abre ya el próximo 7 de diciembre. La de Óscar López que adelantó en exclusiva elDiario.es se da ya por segura, pase lo que pase. El hoy ministro para la Transformación Digital no se siente concernido por este asunto y está dispuesto a llegar hasta el final para ser cartel electoral en 2027 frente a Ayuso.
Y será ahí, y no en estos días de conspiraciones y elucubraciones, donde Ferraz echará el resto para que decida la militancia y Lobato compruebe si cuenta o no con una mayoría que le respalde para seguir al frente del liderato. De hecho, la dirección federal se ha resignado a que el secretario general de Madrid acuda al Congreso Federal de Sevilla, pese a que son muchas las voces de cuadros y dirigentes que han pedido a Lobato que dimita y no encabece la delegación madrileña ante el cónclave.
La consigna de la dirección federal es que es mejor que acuda a Sevilla “como un traidor y no como un mártir”. No obstante, la organización del cónclave barrunta que Lobato tenga que enfrentarse allí mismo “a una escenificación de repudio y rechazo a su comportamiento”. No se descarta que de los 89 delegados madrileños, elegidos en gran parte a criterio de Lobato, haya varios que participen en un plante al secretario general. Al fin y a la postre, el líder de la federación más convulsa del socialismo, no ha dado ni una sola explicación a sus cuadros de lo que ha hecho. Ni siquiera a su propia Ejecutiva, cuya secretaria de Organización, Marta Bernardo, envió a través de una lista de difusión el domingo por la noche el comunicado que Lobato hizo público tras la información en la que Abc desveló su visita al notario y apuntaba a La Moncloa como artífice de la filtración del polémico correo.
Dos llamadas a Cerdán y una explicación a su Ejecutiva
Desde entonces, Lobato no ha contestado mensajes ni llamadas de su propia dirección, mucho menos de Ferraz. La última conversación que mantuvo con el secretario de Organización, Santos Cerdán, fue el domingo. Le telefoneó en dos ocasiones y en ninguna de ellas entendió nada de lo que le contó. Una fue por la tarde para anunciarle que el Abc iba a publicar un asunto sobre el correo por el que el Supremo investiga ya al Fiscal General del Estado y añadirle que Sánchez Acera y él habían ido al notario a certificar que el documento había sido publicado antes por la prensa. Y una segunda para adelantar la publicación de su comunicado. La ex jefa de gabinete de López, no sólo nunca fue al notario, versión que según Cerdán le dio Lobato, sino que se enteró de todo ese estrambote cuando ya había saltado a la prensa.
La indignación de Ferraz es mayúscula, “por la deslealtad, la irresponsabilidad y la sucesión de mentiras”. Nadie entiende las razones que movieron a Lobato a llevar ante un notario una conversación personal con una compañera de partido, pero menos, sus explicaciones posteriores. Aún así y tras enrocarse en el cargo, desde Ferraz, sostienen que no intervendrán ni abrirán ahora una batalla que se librará en primarias en apenas dos semanas. Todo a tres días del 41º Congreso Federal y todos los cuadros se hacen cábalas sobre quién está detrás de la filtración con la que Lobato ha puesto en el disparadero de la derecha a La Moncloa.
Entre quienes apuntan al propio Lobato como responsable creyendo que de esa forma se blindaba frente a Ferraz ante las próximas primarias y quienes señalan a La Moncloa para acabar con el secretario general del PSOE-M, están los que se preguntan si el notario en cuestión ha dicho ya algo sobre la participación de su despacho en todo este escándalo. Los primeros creen bastante revelador que Lobato no haya anunciado acciones legales contra la notaría ante la que depositó los whatsapp de su conversación con Sánchez Acera.
En el siguiente capítulo, Lobato declarará el viernes ante el Supremo. En el penúltimo, será la militancia quien ponga las cosas en su sitio. Pero, en la extinta Federación Socialista Madrileña aún no ha llegado el momento de escribir una última entrega porque siempre hay una más que supera a las anteriores y mantiene abierta las guerras intestinas de una federación que tiene acreditada su capacidad de autodestrucción.
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