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Hoy es un día especial y por eso esta columna va a ser más personal que en otras ocasiones. Les aviso: voy a hablar de mi libro. Tal cual.
'El resurgir del agro' es el título del libro que acabo de presentar en la Escuela de Ingenieros Agrónomos, de la Universidad Politécnica de Madrid. Un análisis sobre la situación del sector agrario en nuestro país, los retos más importantes y propuestas para afrontarlos en los próximos años.
En este momento, que tengo la suerte de volver a mi puesto de Ingeniero Agrónomo del Estado, en el Ministerio de Agricultura, he podido reflexionar sobre las experiencias plasmadas en el libro y estoy seguro de que servirán para afrontar un mejor futuro para nuestro sector a nivel nacional.
Sobre todo, espero que sea útil y resulte de interés para los actores económicos y de la administración pública, que afrontan la tarea de trabajar para el sector agroalimentario en su conjunto.
En la presentación en Madrid la acogida fue muy buena. Y esa es una señal muy positiva.
A nadie que me haya escuchado o leído en los últimos años, o que haya seguido la orientación y las decisiones que tomamos desde la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha desde 2015 a 2023, le extrañarán los retos que he elegido para el libro y las propuestas que hago en el mismo.
Como esta columna debe ser breve, y en un esfuerzo de síntesis complicado, diré que la cuestión más importante de cara al futuro es apostar por un modelo de agricultura y ganadería de explotaciones familiares, incentivando el relevo generacional -con prioridad absoluta en el gasto público agrario-, la actividad profesional, y la plena incorporación de las mujeres a las decisiones sectoriales, en las empresas agrarias, pero también en las organizaciones representativas.
Otro de los aspectos fundamentales que se destacan son el acceso al agua y a la tierra, a través de bancos públicos, para facilitar la incorporación de jóvenes y una mayor profesionalización de las empresas familiares. Son dos cuestiones prioritarias, imprescindibles me atrevería a decir, para garantizar el futuro inmediato del sector. Como lo son también la compatibilidad -real en la práctica, además de conveniente y obligatoria- con el medio ambiente, o la mejora de la situación del primer eslabón de la cadena agroalimentaria, apostando por las cooperativas y una mayor integración comercial.
Me siento especialmente orgulloso de las decisiones tomadas durante mis años como consejero en Castilla-La Mancha, como el Estatuto de las Mujeres Rurales, la Ley de Agricultura Familiar, la apuesta por el relevo generacional o por la integración cooperativa, que hoy son referencia en el contexto nacional.
Hay mucha gente detrás impulsando estas decisiones y unos pocos intentando pararlas. Pero hoy, quiero acordarme de los que ayudan al progreso y, en concreto, quiero agradecer al empresario Antonio Luque, presidente de la mayor cooperativa de aceite de oliva de España; al agricultor, Rodrigo Castillo, ejemplo de joven “tractorista de Castilla”; como él mismo se define con orgullo y a Teresa López, presidenta de FADEMUR, la mayor Federación de las Mujeres Rurales de España, su participación y su apoyo en la presentación de este libro, pero también en su aliento en las leyes aprobadas y en las decisiones tomadas para mejorar la calidad de vida de la gente de nuestros pueblos.
Espero que el libro sea un éxito -que voy a decir yo, estarán pensando-, pero, sobre todo, que sea útil.
Para mí ha sido un placer escribirlo.
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