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¡Pobre hombre! ¡Se aburre, sí, que se aburre! Nuestro ínclito y nunca suficientemente ponderado expresidente se aburre con su sinecura (sinecura: cargo o empleo provechoso y de poco trabajo; bicoca, canonjía, prebenda; porque es lo que tiene el María Moliner, que complementa sus definiciones con sabrosos y bien expresivos sinónimos), sinecura que le reporta, dicen, 126.500 euros. O sea, nuestro líder socialdemócrata más preclaro y afamado se embolsa tres o cuatro veces más que un profe de instituto en todo un año de curro por enseñar a sus alumnos adolescentes, por ejemplo, y entre otras cosas, quién fue el primer presidente socialista de la España posfranquista. Y eso sólo por intentar conocer el mundo de la energía. Y lo peor: nuestro admirado prócer no tiene empacho en proclamarlo a los cuatro vientos con dos gallardones.
Pero como a la realidad, según Borges, le gustan las simetrías, ahí tenemos que a nuestra presidenta, a nuestra María Dolores (de) Cospedal, se le ocurre que, para, en cambio, no aburrirse, aún a costa de machacar durante hora y media a sus paisanos, lo mejor es convocar también con dos gallardones a los medios, bueno, no a todos, sino sólo a los que se le pone, y hacerlo en la televisión pública, o sea, en la suya, y en un programa de título evocador («Cospedal responde»: «¿Aló, Presidente?»). ¿Que para qué? Pues para, en una rueda de prensa meliflua (sinónimos del María Moliner: almibarada, amerengada, azucarada...), frente a más de un 29 % de la población activa parada según la EPA, con una producción industrial precipitándose por los rodaderos del Tajo, con una sanidad pública donde se recorta de todo menos el cabreo ciudadano y una enseñanza pública en la que los profes han de ejercer como auténticos funambulistas sobre el alambre de unos presupuestos adelgazados hasta lo imposible, responder, frente a todo esto, digo, con sus tópicos más inanes: que si la credibilidad, que si la confianza, que si estamos en la buena dirección, que si vamos a estar como teníamos que estar, que si tengo la vocación de hacerlo, que si nuestros esfuerzos comienzan a dar frutos, que si lo que hemos conseguido entre todos, que si el camino en que tenemos que perseverar. ¡Y olé sus gallardones! ¿Qué pensarán de todo esto los más de 250.000 parados de la región?
¡Pobre hombre! ¡Se aburre, sí, que se aburre! Nuestro ínclito y nunca suficientemente ponderado expresidente se aburre con su sinecura (sinecura: cargo o empleo provechoso y de poco trabajo; bicoca, canonjía, prebenda; porque es lo que tiene el María Moliner, que complementa sus definiciones con sabrosos y bien expresivos sinónimos), sinecura que le reporta, dicen, 126.500 euros. O sea, nuestro líder socialdemócrata más preclaro y afamado se embolsa tres o cuatro veces más que un profe de instituto en todo un año de curro por enseñar a sus alumnos adolescentes, por ejemplo, y entre otras cosas, quién fue el primer presidente socialista de la España posfranquista. Y eso sólo por intentar conocer el mundo de la energía. Y lo peor: nuestro admirado prócer no tiene empacho en proclamarlo a los cuatro vientos con dos gallardones.
Pero como a la realidad, según Borges, le gustan las simetrías, ahí tenemos que a nuestra presidenta, a nuestra María Dolores (de) Cospedal, se le ocurre que, para, en cambio, no aburrirse, aún a costa de machacar durante hora y media a sus paisanos, lo mejor es convocar también con dos gallardones a los medios, bueno, no a todos, sino sólo a los que se le pone, y hacerlo en la televisión pública, o sea, en la suya, y en un programa de título evocador («Cospedal responde»: «¿Aló, Presidente?»). ¿Que para qué? Pues para, en una rueda de prensa meliflua (sinónimos del María Moliner: almibarada, amerengada, azucarada...), frente a más de un 29 % de la población activa parada según la EPA, con una producción industrial precipitándose por los rodaderos del Tajo, con una sanidad pública donde se recorta de todo menos el cabreo ciudadano y una enseñanza pública en la que los profes han de ejercer como auténticos funambulistas sobre el alambre de unos presupuestos adelgazados hasta lo imposible, responder, frente a todo esto, digo, con sus tópicos más inanes: que si la credibilidad, que si la confianza, que si estamos en la buena dirección, que si vamos a estar como teníamos que estar, que si tengo la vocación de hacerlo, que si nuestros esfuerzos comienzan a dar frutos, que si lo que hemos conseguido entre todos, que si el camino en que tenemos que perseverar. ¡Y olé sus gallardones! ¿Qué pensarán de todo esto los más de 250.000 parados de la región?