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Desde Cuenca Abstracta consideramos que, recién acabada la exposición Vía Mística de Bill Viola, es el momento de hacer una valoración sobre este evento cultural y artístico tan significativo y notorio en la ciudad de Cuenca.
Para ello se tienen que analizar muchas circunstancias, no sólo las intrínsecas que desprende el evento en sí, sino también las coyunturales. El programa expositivo que ha desarrollado la Junta de Comunidades estos últimos años en nuestra ciudad tuvo como punto de partida la exposición de La Poética de la libertad del artista chino Ai Wei Wei. La continuidad en este 2018/19 de la exposición de la figura relevante de Bill Viola no solo ha puesto en valor el hito y la referencia que en su día Fernando Zóbel implantó con la creación del Museo de Arte Abstracto sino que también ha contribuido a situar a Cuenca como ciudad especialmente atractiva para jugar con la dicotomía entre lo moderno y lo tradicional.
Al margen de los datos de asistencia a la reciente exposición (que, por cierto, han sido notables) hay que ponderar el efecto que dicha muestra ha provocado en otros ámbitos que no se ciñen a estadísticas ni resultados lucrativos. Nos referimos a la incidencia conceptual, moral y sobre todo espiritual que este tipo de eventos puede llegar a provocar en el espectador.
Este tipo de análisis sólo es valorado desde una experiencia interna a base de observar y analizar las reacciones de un espectador después de enfrentase a una videocreación de este calibre. Comprobar la experiencia transcendental que un número considerable de espectadores sufrieron al realizar un recorrido 'místico' por la exposición, es un ejemplo palmario del éxito y el acierto de la elección de la temática, ubicación en distintas sedes y por extensión del artista, para desarrollar un ejercicio en clave conceptual que se asocie de la forma más natural a la idiosincrasia conquense.
Por ello, desde la Asociación entendemos y queremos una vez más ponderar que exposiciones de este calado son, y deben ser de obligatoriedad en los programas culturales de los próximos meses y años. Todas las administraciones deben sensibilizarse en esta línea, porque no deben de focalizar su interés en la mera rentabilidad (económica), sino ser permeables a las necesidades y las oportunidades que pueden ofrecer Cuenca y la ciudadanía de Cuenca.
Oportunidades no solo en lo espacial para concentrar obras de arte, sino también humanas, ya que en estas dos grandes muestras, hemos ofrecido una calidad humana en las exposiciones, que se ha traducido en sinónimo de éxito, no sólo por las capacidades y cualidades, sino también por potenciar ese espíritu de fusión de la tradición y modernidad. Ese espíritu que nos haga disponer y beneficiarnos de artistas que han sido y son referentes de la modernidad y claves en la contemporaneidad, como recurso que pone y pondría más en valor la tradición de la naturaleza tan paradójica que se vive en la ciudad de Cuenca.
Y para dar continuidad a esta idea desde Cuenca Abstracta creemos que futuras exposiciones de artistas como los alemanes Anselm Kiefer o Gerhard Richter, el danés Olafur Eliasson, cuyo trabajo se desarrolla sobre todo a base de instalaciones lumínicas, la escultora española Cristina Iglesias o el norteamericano Richard Sierra serían muy adecuadas para ahondar en la particularidad de Cuenca como ciudad que conjuga a la perfección la unión entre tradición y modernidad.
Desde Cuenca Abstracta consideramos que, recién acabada la exposición Vía Mística de Bill Viola, es el momento de hacer una valoración sobre este evento cultural y artístico tan significativo y notorio en la ciudad de Cuenca.
Para ello se tienen que analizar muchas circunstancias, no sólo las intrínsecas que desprende el evento en sí, sino también las coyunturales. El programa expositivo que ha desarrollado la Junta de Comunidades estos últimos años en nuestra ciudad tuvo como punto de partida la exposición de La Poética de la libertad del artista chino Ai Wei Wei. La continuidad en este 2018/19 de la exposición de la figura relevante de Bill Viola no solo ha puesto en valor el hito y la referencia que en su día Fernando Zóbel implantó con la creación del Museo de Arte Abstracto sino que también ha contribuido a situar a Cuenca como ciudad especialmente atractiva para jugar con la dicotomía entre lo moderno y lo tradicional.