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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

¿Qué está pasando con las abejas?

Las colmenas de abejas son bioindicadores que permiten monitorizar la contaminación ambiental. Unos insectos que, además, sirven de indicador del cambio climático. Por ejemplo, en años más cálidos el vuelo de las abejas se adelanta.  Hasta hay iniciativas, como la de la Red Ecocolmena, para ‘apadrinar colmenas’  o redes de coworking apícola. Algunas universidades (ninguna de Castilla-La Mancha) practican la ‘ciencia participativa’ para recoger información, con ayuda ciudadana, sobre las abejas locales.

Son solo algunas muestras de la innovación en el sector apícola que se recogen en el Informe ‘Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la apicultura mediterránea“ elaborado por los investigadores Feliu López i Gelats, Virginia Vallejo Rojas y  Marta Guadalupe Rivera Ferre desde la Cátedra de Agroecología de la Universitat de Vic, en Barcelona.  Ha contado con el apoyo del Ministerio de Agricultura a través de la Fundación Biodiversidad y la Oficina del Cambio Climático, y también con el apoyo de APIADS, COAG y Col.lectiu Abellaires.

Se inició con “la excusa” de estudiar la incidencia del cambio climático en las poblaciones de abejas europeas (abejas domésticas o melíferas). Pero el apícola es un sector muy cambiante en la actualidad y se ha terminado reflejando otras problemáticas y también sus potencialidades.

“Cada vez hay más sensibilidad respecto a las abejas”,  explica López i Gelats, quien además forma parte del Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentario (CREDA-UPC-IRTA), sobre todo después de un fenómeno que se viene repitiendo en los últimos años, el llamado Síndrome de Colapso o Despoblamiento de las Colmena. Comenzó hace diez años en EEUU y en el norte de Europa. “De repente, colmenas que estaban sanas, colapsaban, desaparecían las abejas obreras sin dejar rastro y la reina quedaba con muy pocas crías. Eso hizo saltar las alarmas”.

No se sabe por qué ocurre. Entre las teorías el investigador apunta causas “multifactoriales” como la incidencia de los neonicotinoides, insecticidas que cada vez se usan más, enfermedades como la varroa, un ácaro del que se comenzó a hablar en los años 80, el cambio climático, la llegada de depredadores como la avispa asiática (cada una come al día entre 25 y 50 abejas)  o una combinación de todas ellas. Aunque desde el Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA), en Guadalajara, sus investigadores apuntan como causa del despoblamiento de las colmenas a un parásito de las abejas, el ‘Nosema Ceranae’.  El investigador apunta a pérdidas de colmenas en España entre el 5 y el 20%.

“Las abejas cada vez lo tienen más difícil para una alimentación adecuada”

También hay una creciente preocupación por la pérdida o la fragmentación del hábitat de las abejas. “La intensificación de la agricultura o su abandono en otros casos simplifica el paisaje de pólenes o néctares a su disposición. Las abejas lo tienen cada vez más difícil para tener una alimentación adecuada”. Feliu López habla de “cóctel” de circunstancias para el que “no hay recetas pero sí tenemos, al menos, un dibujo de lo que está pasando”.

El investigador sostiene que “las abejas son polinizadores muy importantes. Forman parte de un proceso esencial para que las plantas en flor se reproduzcan y permite conservar la biodiversidad. De hecho, alrededor de 70% de las plantas silvestres dependen de la polinización”. Y no solo tienen impacto en plantas silvestres sino en los rendimientos agrícolas, apunta Feliu López. “Si la polinización cae, los productos agrícolas bajarán su rendimiento y eso se valora en millones de euros”.

De los 100 cultivos que proporcionan el 90% de la alimentación mundial, 71 dependen de la polinización. “Pero no hablamos solo de economía, la apicultura también es un asunto cultural”.

La agroecología como “potencial” para la apicultura, la salud y la biodiversidad

El sector apícola experimenta, sin embargo, otros cambios “positivos”. El investigador alude a “nuevas tendencias que apuntan a un futuro mejor” y destaca el hecho de la crisis económica que, en el caso de la apicultura,  ha actuado como “amortiguador” en las áreas rurales porque, como actividad le ha servido de colchón económico a algunas familias. “Eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de legislar, no es una actividad cualquiera”.

Por otro lado, explica que hay un potencial en los “servicios indirectos” que ofrece la apicultura al sector agrario. La última “ventana” en positivo la representa el hecho de vivir “en una sociedad cada vez más obsesionada con la salud. Los productos de la colmena son increíbles. El polen es una de las fuentes de proteína más importante, la miel como cicatrizante, la jalea real, la apitoxina…”

Además, la agroecología se presenta como otra de las fortalezas del sector. “Permite reforzar la relación de la apicultura con la salud y la biodiversidad que la sociedad cada vez premia más y a la vez ofrece otra vía para hacer frente a la crisis sanitaria del sector”. En este sentido, explica que hasta ahora se ha abordado el problema desde un punto de vista terapéutico. “Se han tratado los síntomas, pero la agroecología nos da un enfoque más preventivo. Reforcemos la salud de las abejas. Un ejemplo es la tendencia a fabricar colmenas cada vez más verticales”.

Falta una política “transversal”, alejada del “cortoplacismo” para el sector apícola

Feliu López reconoce que cada vez hay más interés entre las administraciones por las cuestiones relacionadas con las abejas pero “es un tema complejo a abordar. España es un gran productor intensivo, tocas intereses muy grandes y la apicultura no deja de ser el hermano pequeño de la ganadería. Los apicultores se quejan siempre de ser los últimos de la fila cuando se habla de normativa”. Aboga por una política “transversal” frente al “cortoplacismo” porque, a fin de cuentas, “termina afectando al bolsillo, entre otros del sector agrario en general”.

También se muestra partidario de “consumir miel de aquí”, frente a productos importados. “Traemos miel de mala calidad desde China  y exportamos la buena”. Cree que falta información entre los consumidores, al menos en el etiquetado. De hecho, esta última cuestión es una de las recientes reivindicaciones de Castilla-La Mancha ante el Ministerio de Agricultura.

En todo caso, un dato tranquilizador. Las abejas no desaparecerán a nivel global. “De hecho, cada vez hay más pero con peor salud”, asegura,  aunque alerta de otras cuestiones. “Lo que hay son menos polinizadores salvajes como los murciélagos y determinados insectos. Caen en picado”. Un dato a destacar porque representan, al menos, el 50% de los servicios de la polinización. Por otro lado, se espera que las precipitaciones del otoño tiendan a la baja. “Son importantes porque alimentan la floración de antes del invierno y su capacidad de resistencia”.