Muchos proyectos de agricultura y/o ganadería ecológica en todo el país se van al traste ante el “muro infranqueable” de la legislación o debido a la interpretación que hacen de la misma los técnicos locales o autonómicos. Ante esta situación, los pequeños productores se encuentran con obstáculos insalvables que acaban con sus negocios, en su mayoría por desconocimiento de los mecanismos legales más que porque la actividad no esté reglada en la normativa. Por eso ahora quieren unirse y tratar de solventar estas dificultades.
Esta ha sido la conclusión fundamental de los grupos sectoriales de trabajo de pequeños productores que se han reunido con motivo del IV Seminario de Canales Cortos de Comercialización, organizado por Ecologistas en Acción y subvencionado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. La cita ha sido durante tres días en Tarancón (Cuenca), durante los cuales se han abordado cuestiones locales, desarrollo antinuclear relacionado con la comarca de Villar de Cañas (donde está prevista la construcción del cementerio nuclear) y oportunidades de desarrollo.
Sin embargo, Álvaro Merchán, coordinador de las jornadas, precisa que la mayor parte de contenidos se han centrado en el sector secundario, no tanto centrados en la producción como en la normativa. Las ponencias han servido para constatar que la existencia de diferentes niveles administrativos y “kafkianos” trámites burocráticos en la legislación han provocado que muchos productores a pequeña escala “se rindan” en sus proyectos, sobre todo porque están sometidos a la misma normativa que las grandes marcas.
Falta de información y asesoramiento
“En todos los grupos ha quedado patente que la falta de unión de los pequeños productores es lo que nos quita la posibilidad de hacer presión o ejercer influencia para que la legislación sea más acorde con nosotros”, precisa Merchán. De hecho, afirma que la legislación europea permite “bastantes más cosas” que los desarrollos que después se llevan a cabo, pero que la falta de información y asesoramiento sobre la misma termina dificultándolos. A ello añade que a nivel local también se utilizan “criterios e interpretaciones dispares” por parte de los técnicos y veterinarios.
De ahí la necesidad de “unirnos para hacer presión en excepcionalidades que están previstas en los reglamentos europeos y cuya complejidad puede hundir a un pequeño artesano”. “La legislación se pone en práctica todavía peor de lo que es y muchas veces nos preguntamos cómo algunos proyectos se han podido cerrar simplemente por desconocimiento”, subraya.
Por eso este seminario ha servido para que los representantes de diferentes sectores se hayan animado a unirse. Frente a la “soledad del pequeño artesano en su reducto” han visto la posibilidad de formar grupos sectoriales en todo el país para demostrar que estos productos ecológicos y artesanos pueden desarrollarse y tener cabida frente a los grandes comercializadores.