Las más de 50 plataformas y asociaciones vecinales de las siete comunidades autónomas que forman parte de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial han mostrado su apoyo, aunque sin mencionarlo explícitamente, al ministro de Consumo, Alberto Garzón, tras sus declaraciones sobre la ganadería intensiva. Así, confirman los “daños” que produce este modelo y se muestran a favor de las actividades ganaderas extensivas, que “respetan los recursos, fijan población y ofrecen un producto de calidad superior”.
Estas plataformas dejan claro que no han entrado nunca “ni entrarán” en luchas políticas, y añaden que su mensaje es claro: apoyar la ganadería extensiva frente al modelo de ganadería industrial, que “ni fija población, ni dinamiza las zonas rurales económicamente, ni es la solución para la España vaciada y muy al contrario afecta gravemente a la calidad del entorno, de las aguas y del modo de vivir de los que trabajan y pueblan el mundo rural”. También aclara la Coordinadora que no está en contra del consumo de carne ni de la ganadería, sino que se opone a la actividad intensiva por “los daños” que provoca en el medio rural.
Dicho esto, pide a las organizaciones patronales cárnicas y a las organizaciones agrarias que no hagan “interpretaciones poco rigurosas y sesgadas” de la problemática que supone la ganadería industrial en las zonas rurales. “Estas declaraciones no hacen más que enturbiar el debate y mandar un mensaje erróneo a la ciudadanía”.
“Se están publicando titulares que no reflejan la realidad, como por ejemplo que las explotaciones de ganadería industrial generan mucho empleo”, detallan. Y esgrimen que según el informe de Principales Indicadores Económicos del Sector de la Carne de 2020 del Ministerio de Agricultura entre el año 2015 y 2020, el censo de cerdos en España ha crecido un 35%. Sin embargo, el número de granjas de menor tamaño (menos de 1.000 animales) ha descendido un 30% en los últimos diez años. “Es decir, cuanto más crece la ganadería industrial más granjas familiares desaparecen”.
Aportan asimismo un estudio del Institute for Agriculture and Trade Policy que concluye que este tipo de ganadería destruye el triple de empleos de los que genera, ya que al ser explotaciones muy automatizadas requieren muy poca mano de obra, y los trabajos que crea son “de peor calidad, precarios y mal remunerados”. Informan también de que hay infinidad de pueblos en España donde la ganadería industrial no ha frenado la despoblación, sino que la ha agravado. Por ejemplo, en el municipio albaceteño de Balsa de Ves con 131 vecinos, donde se crían unos 100.000 cerdos al año y que ha perdido un 40% de sus vecinos desde que se instaló la macrogranja en 2006.
“Está despertando mucha polémica que la carne procedente del modelo de ganadería industrial se califique como de peor calidad en comparación con la procedente de las explotaciones en extensivo. Es algo obvio si se conocen las diferencias entre los modelos de producción en intensivo y en extensivo, sobre todo en lo relativo a la alimentación del animal, el uso de antibióticos. Nadie pone en cuestión que la carne que se exporta desde España cumple los requisitos legales y sanitarios, como se está malinterpretando. Simplemente que hay una carne barata procedente de ganadería industrial cuya calidad nutricional es menor respecto a la carne de ganadería extensiva”, argumentan.
Ejemplos de los efectos de la ganadería industrial
Las plataformas y asociaciones vecinales que forman parte de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial se basan en “hechos comprobados”. Citan como ejemplo de evidencia científica la contaminación del embalse de As Conchas en Ourense, que lo convierte en una “sopa verde” de nitratos y cianobacterias y su relación con gran cantidad de explotaciones de ganadería industrial en la comarca, acreditado por un estudio de la Universidad de Vigo en 2020.
Más recientemente, la Comisión Europea ha decidido llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por incumplir la Directiva de nitratos y no haber tomado medidas suficientes contra la contaminación de los acuíferos. En cuanto a la contaminación del aire, añaden que España lleva desde 2010 superando el límite legal de emisiones tóxicas de amoniaco que marca la legislación europea. “Gran parte del amoniaco proviene de la degradación de los residuos de los animales”.
Además, reseñan sentencias judiciales que avalan la contaminación del agua a consecuencia de la ganadería industrial, como por ejemplo la dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha donde “queda suficientemente acreditado por los informes de los Servicios de Salud de la Consejería de Sanidad [...] que las aguas de consumo público del Ayuntamiento de Torrejoncillo del Rey están contaminadas por los nitratos procedentes de los purines y estiércol originados por las granjas de cerdos”.
“España se encuentra en estado de Emergencia Climática, según lo declarado por el gobierno central en 2020 y con unos Objetivos de Desarrollo Sostenible que para cumplirlos necesitan de acciones que van más allá de llevar un pin en la solapa y de discursos bienintencionados”, concluyen.
La Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial está formada por más de 50 movimientos vecinales de siete comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Galicia, Murcia y Comunitat valenciana) que trabajan junto a organizaciones nacionales e inernacionales por otro modelo de ganadería.